PREGONES DE HARÍA > Índice
Hola, muy buenas noches a todos y a todas, Sr Alcalde y corporación y al resto de autoridades que nos acompañan y a todos los que de un modo u otro forman parte de mi vida , vecinos, paisanos, amigos y familia, bienvenidos a esta noche mágica que es sin lugar a dudas la víspera de San Juan y que para los que hemos nacido y los que han decidido vivir aquí es una noche especial, en el que compartir con los otros en torno a una hoguera donde se queman los trastos viejos y se inicia una nueva etapa llena de ilusiones y buenos propósitos, todo ello con la quema de nuestro querido Facundo y el ritual de fuego de nuestros Diablos.
Cuando nuestro alcalde se puso en contacto conmigo para proponerme ser el pregonero me quedé gratamente sorprendido, aunque le dije que tenía que digerirlo y le pedí un tiempo para pensarlo, aunque ya el corazón había decidido por mí.
Las emociones surgen de inmediato y en esos primeros momentos los pensamiento me llevaron a mis padres y después necesitas de un tiempo para reflexionar acerca de si soy o no merecedor de este honor, y en coherencia con mis sentimientos decidí aceptar, porque decir que sí, es decirle que si a nuestro pueblo y eso es lo realmente importante ya que la vida nos da oportunidades que siempre debemos aprovecharlas.
Le pregunté a nuestro alcalde cuales eran las razones por las que me habían elegido y de todo lo que me dijo y que guardo para mí por no ser pedante, me quedo con dos, por ser cercano y porque tu brillante trayectoria profesional en el mundo de la educación especial se inició en nuestro pueblo en el colegio San Juan de Haría.
De nuevo les doy las gracias a todos y espero estar a la altura y poder arañar una sonrisa y alguna que otra emoción a lo largo de este pregón.
En este momento quiere leer unos versos que un gran amigo mío conocedor de mis andanzas, me mandó desde el sur de nuestra isla a través del viento y con la complicidad de alguna que otra gaviota.
Hace noches que no concilio el sueño
la angustia me atenaza y me sofoca,
tal es la desazón que en mí provoca
que ya ni de mis actos soy el dueño:
“en el pregón has de poner tu empeño”
me repite una voz en mi interior,
me cuestiono, ¿tendré yo ese valor?
Mi almohada es un potro de tortura
donde me doy de noche a la escritura
pues quiero dar al pueblo lo mejor.
Y quiero hablar del chinijo
que en el bar de Paco Pérez
después de hacer los deberes,
cumpliendo como un buen hijo,
servía, con regocijo,
algún café bien cargado
al mago que había ganado
al dominó o al envite,
obvio es que aquí lo cite,
si es parte de mi pasado
Yo fui un niño sin maldad,
travieso sí, con mesura,
una alegre criatura
con tanta curiosidad
que en toda la vecindad,
desde Aganada a Malpaso
he tejido, lazo a lazo,
una estera de alegría
donde mi pueblo de Haría
hoy me acoge en su regazo
Casi lo tenía olvidado
pero con la reflexión
recordé más de un sermón
cuando fui cura frustrado
bajo el blanco inmaculado
de una sábana bajera
explicando a quien me oyera
mi mundo de fantasía
ese mundo que tú Haría,
guardas en cada palmera.
En esta noche mágica les quiero contar una de tantas historias de las que cualquiera de ustedes puede ser protagonista, en definitiva las vivencias de un hariano en relación con su pueblo, con sus gentes, con sus rincones, un breve recorrido desde su niñez hasta el día de hoy ya convertido como pueden ver en un joven maduro con poco más de años de cincuenta años.
Este niño que los mayores conocen como Quinito el del Alcira , para otros la mayoría Quino e incluso a veces me llaman Paco, por mi padre lógico y porque me confunden con mi hermano mayor, incluso los más antiguas me llegaron a decir Don Daniel por mi bisabuelo, para otros simplemente el hermano de Inma o de Paco, o el tío de Yarely o de los rubios Manuel y Daniel, para muchos el compañero de Salva y para otros el padre de Dani, y hay una familia muy cercana a casa con la que siempre me ha unido una especial relación que hoy en día me sigue llamando Joaquinito, es sin duda una de las formas de volver a mi niñez y a mis recuerdos.
Nací en el mes de mayo de 1962 , muy cerca de esta plaza, a escasos metros en el número 4 de la calle Sol, aún hoy día sigo empadronado y mis primeras vivencias familiares y sociales se dieron entre la calle y el barranco con amigos como José Juan y Carmelo entre otros, con la mirada protectora de todas esas vecinas como Lolina, Martita, Carmen, Nina, Mercedes, Olga, Arabia, Basilisa,... que ejercían de madres, y el respeto que nos imponían los hombres como Celino, Francisco Ramírez entre otros.
¿Ustedes recuerdan, sobre todo los de mi edad cuando llegaba la época de Reyes y las tiendas de Don Juan el Alcalde, la de Don Antonio López y Macario y la de Nina que después fue de Carmita se llenaban de juguetes? La de horas que pasábamos en las tiendas y sobre todo la de veces que nos ofrecíamos ir a comprar, la de ilusiones que compartimos.
La de ratos que pasábamos en la zapatería de Juanito y los olores con que nos deleitábamos en la carnicería de Marcial y Juana, que buenos esos chorizos.
Mi vida y la de mis hermanos, más concretamente de mi hermana y yo , porque tenía que llevarla a todas partes, tanto ha sido que hasta la fecha sigo cargando con ella de vez en cuando, como decía la vida transcurría también con las visitas a casa de mis tíos Andrea y Domingo en la Cruz, donde también vivía mi abuelo Pepe me encantaba el dulce de sueros que mi tía hacía, aún conservo su receta, o a casa de Tía Luisa y Tío Pepe en la la Isleta o Tío Quino y Tía Antonia en la Vista la Vega que por cierto a veces era un suplicio, sobre todo a la hora de pasar entre la calle Clavel y la casa del cartero, ese era el territorio de Chago y Carlos la de perrerías que nos hacía , tanto era así que muchas veces optaba por ir por el barranco o llamaba a Sita, a Bibiana a Marijuli o a mi tío Gabriel para que me socorrieran, hoy en día esos recuerdos me hacen sentir que pese a todo, vivir aquí ha sido un regalo, luego los horizontes se fueron ampliando, de mi niñez recuerdo muchas imágenes que pasan como una película agradable, porque afortunadamente nuestra generación no paso tantas calamidades como las anteriores consecuencia de la situación social, económica y política.
A los 6 años comencé mi escolarización y fue en las escuelas viejas de arriba, justo en el aula de la esquina siendo mi primer maestro Don César, recuerdo mi primer día de clase, los miedos , los encuentros con nuevos amigos Fael, Juan Rosendo, Pedro, Suso, Chalo y algún que otro llanto que marca la melodía de esa primera experiencia escolar, recuerdo los recreos subiendo y bajando una pequeña ladera junto al aula y como si de un tobogán se tratará, los juegos de guerra, el escondite y otros tantos que nos hacían ser cada vez más creativos, desarrollando nuestra imaginación. Así fueron pasando los cursos y así fueron pasando por nuestras vidas otros tantos maestros y maestras que han contribuido a hacernos crecer como personas, Don Domingo y sus lecturas del Quijote todos los días de cuatro menos cuarto a cuatro, María Teresa, José María, Doña Eugenia, Don Jesús, Don Juan y Don Alejandro que nos enseñó las entrañas del Malpaís de la Corona recorriendo horas y horas la cueva de los lagos, las de las Palomas y otras tantas. De la escuela de arriba pasamos a las escuelas nuevas y por último a la segunda planta de la actual Residencia escolar con sus suelos de madera que dejaban al descubierto pequeñas aberturas por donde tirábamos mensajes a las clases de abajo, en esta etapa se incorporaron compañeros del resto de pueblos del municipio y por supuesto las clases ya eran mixtas, en esa época los bancos eran de esos abatibles, recuerdo en una de esas clases agotadoras de por la tarde cuando en una ocasión se levantó una de las compañeras y yo puse las manos en el asiento para levantarlo y que se cayera, debió de ser por el cansancio que me quedé medio dormido, el caso fue que se sentó y me trincó los dedos de la mano, yo le decía bajito levántate y no me oía, hasta que tuve que gritar porque un poco más y pierdo los dedos , el pleito que alcancé de Don Jesús y las risas de mis compañeros en especial de Fael que estaba a mi lado. En esa época teníamos tiempo para todo, clase de 9 a 12 y de 2 a 4 y las tardes jugábamos durante horas de tal forma que llegábamos a la cama rendidos y felices. En los últimos años de la EGB llegó la televisión con solo canal y la familia Telerín nos daba las buenas noches, eso sí una hora antes en las Islas Canarias.
Y llegó la época del instituto, desde mi casa me parecía tan lejos , pero eso sí , era nuevo casi recién estrenado, parecía como si nos estuviera esperando, como pasa ahora con el nuevo que está en proyecto, allí hicimos BUP ( Bachillerato Unificado y Polivalente) y allí gracias al esfuerzo de toda la comunidad educativa, también se pudo hacer por primera vez COU , ello exigía que nos pusiéramos de acuerdo en la elección de las optativas tanto en los que habíamos elegido Ciencias como en los de Letras, un sacrificio personal en beneficio del grupo.
Durante esta época de mi vida desde mi nacimiento hasta mi marcha a la universidad he tenido la oportunidad de participar en diferentes acciones y colectivos. La vida en el pueblo nos daba muchas oportunidades que muchos de nosotros supimos aprovechar, deseo que desde nuestras instituciones se ofrezcan nuevas oportunidades a las gentes de nuestro pueblo acorde con la época actual en la que vivimos
Como muchos de ustedes saben, he sido monaguillo junto con Juan Rosendo, Víctor ,José Juan entre otros y que en las fiestas de San Juan nos hacían poner unas túnicas blancas y rojas que parecíamos pequeños curas, saben una cosa lo que más me fastidiaba era que no podíamos lucir las ropas que nuestros padres no compraban hasta no finalizar la misa , fue en esa época en la que yo ya daba mis primeros sermones y si no que le pregunten Marisa o a Margare o a mi hermana la de horas que las tenia sentadas detrás de mi casa delante de un improvisado altar, y a veces subido algún banco de esta plaza, las pobres, claro con tantas horas en la iglesia te aprendes todo el ritual y a hasta las lecturas del día , hasta hice mi primera comunión de franciscano y el traje me lo hizo mi madre con telas y accesorios traídas del convento de monjas de Teror por Don Eusebio.
De esa época recuerdo con especial cariño a distintos párrocos, Don Enrique, Don Eusebio, Don Manuel y Don José con él formamos el grupo de Misión Rescate, con nuestras gorras negras y la leyenda en rojo bordadas por Juanita Casanova, que decía MISIÓN RESCATE en honor a grupos que como nosotros realizábamos actividades en la comunidad, con este grupo iniciamos una labor de investigación recorriendo muchos hogares del pueblo para recuperar imágenes y retablos de la antigua iglesia de Haría, para crear nuestro museo de arte sacro popular, ¡cuántas tablas de retablos cargamos!, no me quiero ni acordar, pero ha merecido la pena a pesar de que durante muchos años estuvo abandonado, también hacíamos trabajos de arqueología como pequeñas excavaciones en buscas de restos de vasijas y otros utensilios. De esta etapa de monaguillo los olores que evoca mi memoria a parte de los de humedad, son los de las ostias, en especial cuando iba a casa de Tía María Núñez a recogerlas, siempre nos daba recortes y si no la cogíamos de la lata, total aún no estaban bendecidas, también los olores a incienso y a velas y los sonidos de las campañas, los repique que variaban según oficio religioso que iba a suceder. A esta etapa de monaguillo siguió la época del JUNIOR grupos juveniles que nos permitió conocer a otros compañeros de otras islas, recuerdo de esa etapa el viaje a Valleseco en Gran Canaria y a la zona de Cruz del Señor en Santa Cruz de Tenerife y nos hizo crecer a nivel personal.
Hice mis pinitos como actor, bueno en este pueblo quien no lo ha sido teniendo a Doña Encarnación, los versos en Navidad, las obras costumbristas, recuerdo ese don que ella tenía para contagiarnos y para marcarnos las pautas de interpretación y luego el Grupo Guatifay que sin duda marcó un antes y un después en la vida cultural de nuestro pueblo y de la isla, y que para todos los que formamos parte del grupo ha supuesto una experiencia personal extraordinaria que nos hizo crecer como personas a través de la cultura. Esa vocación también la llevé a mi época universitaria realizando algunas actuaciones como estudiante de magisterio. Me enorgullece saber que de alguna manera seguimos manteniendo nuestra tradición teatral a través del grupo Desvhariando y ojalá siga creciendo con el apoyo de nuestras instituciones y con el calor de las gentes de nuestro municipio
Formé parte de nuestra querida Agrupación Folclórica Malpaís de la Corona, folias, isas, seguidillas, sorondongos y mis preferidas, las malagueñas, que las bailaba con mi pareja de baile Juanita Encarna con las voz de los solistas de entonces como Ginés o Menchu , recuerdo las noches de actuación en los Jameos del Agua , en el Hotel San Antonio, en los Cocoteros, cuantas veces con el libro a cuestas para poder estudiar en la guagua o mientras esperas, también esa afición la llevé a mi etapa universitaria donde pude ejercer de bailador en la Agrupación Folklórica de la Universidad de la Laguna donde me llevé una grata sorpresa porque se me adjudicó el traje de la Graciosa, que casualidad y donde pude bailar de nuevo las Malagueñas de Lanzarote a nuestro estilo.
A los de mi generación nos tocó vivir una etapa de transición política desde un gobierno dictatorial a una sistema más democrático, si les digo la verdad éramos niños y no padecimos las consecuencias de la falta de libertades, ya como adolescentes comenzamos a vivir con mayor libertad y por lo tanto a crecer bajo la atenta mirada de los que había crecido con tantas prohibiciones. Comenzamos el instituto en una etapa de muchos cambios sociales, surgía más oportunidades para las clases humildes, el auge del turismo también hizo que muchos de mis compañeros optaran por esa vía y abandonaran prematuramente los estudios, por otra parte comprensible por la situaciones socioeconómicas de las familias. El instituto era para nosotros mucho más que un espacio para aprender materias, se convirtió en un lugar de aprendizaje para la vida, para la solidaridad, para la cooperación y sobre todo un espacio de convivencia que nos hacia crecer día a día no solo a nivel intelectual, sino lo más importante a nivel emocional, para muchos de nosotros no solo fue una institución educativa, permítanme hacer referencia a las convivencias en la casa que Doña María Luisa nuestra directora tenía en Nazaret. El instituto era un espacio de lucha, de reivindicaciones, de camaradería y de aprendizaje sobre el control de las emociones. En una ocasión se rompió un cristal y cuando nos preguntaron quién había sido, toda la clase se puso en pie como muestra de compañerismo... recuerdo la cara de Manolo el portero…. ¡cómo es posible que todos los rompieran no me lo explico....! Anécdotas que hoy en día nos hacen reír pero que en esa época y con quince años eran muestras de una madurez de la que apenas éramos conscientes. Recordaran muchos de mis compañeros lo que significaba que te llamaran a la pizarra antes del recreo y sobre todo si no te llevabas contigo la mochila, adiós al bocadillo de mortadela, veías como poco a poco se lo iban pasando y comiendo, o como mi compañera hoy profesora de Latín, la misma que me trincó los dedos por cierto, hacía siempre las traducciones de latín y cuando pedían voluntarios yo me levantaba, le cogía la libreta y salía, la pobre como buena compañera la copiaba en la mía.
Además del instituto también mi vida se vio enriquecida con mis horas en el bar de mi padre, el Bar de Pepe Pérez como era conocido, recuerdo cuando de niño acudía y mi tío Pepe me daba caramelos a escondidas como un secreto entre los dos, que pena que en apenas un mes perdí a mi abuela Pino y a mi tío, recuerdo ese olor a café recién hecho y al bullicio de los hombres que jugaban a la baraja y hablaban en torno a un café o un vaso de vino, sobre distintos temas de mayor o menor trascendencia, ya de mayor siendo un adolescente reconozco que me ponía malo cada vez que me decía vete a abrir el bar, al principio todo me agobiada, pero poco a poco fue tratando de aprovechar esa oportunidad que mi padre me ofrecía, por un lado saber lo duro que es el trabajo en la hostelería y por otro todo lo que aprendí de todas esas personas que día a día pasaban por el bar, nombres como don José el de María Suárez, porque cada uno era de alguien como yo que siempre seré Quinito el de Alcira, o Joaquinito de uso exclusivo de mis vecinas Olga y Arabia, como ya les dije al principio aún hoy día me encanta y me emociona que me llamen así , o de Don Pepe, o de Tobías que solía visitar a mi abuelo Joaquín con el que mantenía tertulias a las que se sumaba Antonio Cabrera y de las que yo era testigo , Francisquito, o Ladislao nuestro peluquero, con esas peladas que hoy en día vuelven a estar de moda, la de tirones y algún que otro pequeño corte, porque nuestro amigo decía alguna que otra palabra con la entonación propia y ruda, con la que acompañan los sordos su lengua natural que es el signado, él fue sin lugar a dudas el que me dio las primeras clases del lenguaje de signos, quien me diría a mí que años más tarde sería una herramienta tan útil para mi trabajo, en fin la de historias que me narraban todos esos clientes del bar, muchas de ellas decoradas con grandes hazañas, que a lo largo de los años me di cuenta que no eran ciertas y que me las contaban para impresionarme. Recuerdo un día que un cliente me preguntó si tenía la cocinilla humada, yo tan inocente de mi fui y miré la cocina y le dije que estaba bastante limpia, más tarde comprendí la ironía de la pregunta. Del bar aprendí mucho, una de ellas a escuchar, otra a poner una sonrisa en los peores momentos y la más importante valorar lo que los padres hacen por sus hijos. También les puedo decir que tener un padre que tenga el bar en el pueblo se puede convertir en un problema serio, me explico, mi padre sabían cuando tenía examen, sabía las notas antes que yo, en aquel momento fue terrible, chiquito control, hoy en día le doy las gracias por estar siempre ahí.
De mis padres lo aprendí todo para ser mejor persona cada día, lo más importante el respeto y el amor hacia las personas que te rodean, por eso este pueblo supone para mí un espacio de encuentros continuos con mis amigos y mi familia y miren ustedes que los Pérez y Pachecos son muchos, pero los Betancores, los Rodríguez y los Luzardo también son otros tantos.
Mis padres como muchos de este pueblo han contribuido a su desarrollo económico, mi padre con el bar y mi madre con la aguja, porque recuerdo que sobre todo por San Juan mi madre nos compraba la ropa a mi hermano y a mí con tiempo de antelación, nos llevaba a Arrecife todo el día comiendo en casa de mis tíos Pino y Casimiro o en la de Tía Quica y Tío Jaime , a veces era tanta la antelación que cuando llegaban las fiestas los zapatos ya nos quedaban chicos, recuerdo las vísperas de Corpus o de San Juan que mi madre puso los zapatos no recuerdo si en vinagre o en que para que se alargara, le metía de todo para que cediera, y si que cedía al principio y te lo ponías y mientras pasaban las horas los pies ya no sabias donde meterlo, y como se te ocurriera quitártelos un poco, ya no había manera de volver a calzártelos, a veces recurría a los que heredaba de mi hermano. Con la ropa era distinto, a mi la ropa me duraba dos temporadas , la que me correspondía y otra más que me dejaban en herencia , como les decía mi madre nos anticipaba todo, era normal porque las fiestas de San Juan era un momento clave para la economía familiar, por un lado el bar que aumentaban los clientes y mi madre que tenía muchos encargos de ropa, y allí estábamos mi hermano y yo llevando los traje por todo el pueblo en un servicio a domicilio, planchadito y bien envuelto en el papel continuo canelo, con un factura que decía el nombre y los conceptos entre otros, hechura, hilos, tela de forro, botones que se forraban en casa de Doña Manuela. De mi madre como costurera recuerdo el cuarto de atrás, donde muchas mujeres jóvenes del pueblo iban a aprender a coser mientras escuchaban las novelas “Simplemente María y Lucecita”. Posteriormente mi madre recogió el testigo de mi abuela Pino, las rosetas, muchos la recordarán en el taller de artesanía donde en alguna ocasión fue hasta directora, ¡quien se lo iba decir! y permítanme que en este momento dedicarle una palabras a todos los padres y madres y en especial como es lógico a los míos a Paco y Alcira, gracias por lo que nos enseñaron y sobre todo por el cariño que nos dieron y nos siguen dando, gracias por haber puesto todo su empeño en mostrarnos los caminos de la vida, apoyarnos y entender nuestras decisiones... Gracias.
Cuando uno sale de su casa para iniciar una nueva e importante etapa en tu vida que es la de continuar la formación para poder desarrollarte profesionalmente te llevas un saco lleno de ilusiones y de afectos, te das cuenta lo importante que es tu familia, tus amigos y tu entorno. Algunos nos fuimos juntos a enfrentarnos a nuestras primeras e importantes decisiones de futuro, a cambiar los sueños por realidades. Durante esta etapa universitaria los que éramos de Haría seguíamos en contacto y nos apoyábamos continuamente, recuerdo cuando Juana Pérez y yo fuimos al piso de Carmencita que estudiaba Psicología para que nos hiciera alguna terapia porque se nos estaba haciendo cuesta arriba ese primer año de universidad o cuando durante la noche del golpe de estado del 23 de febrero nos fuimos todos al piso de Luís hasta que salió el Rey Don Juan Carlos y ya respiramos tranquilos o el primer potaje de Mario, con las lentejas sin apartar, que al meter el cucharón chirriaba de tanta piedra, o mi primera ensaladilla rusa, perfecta pero con las zanahorias y las habichuelas crudas. Ya en las Palmas donde los primeros años vivía en casa de mi tía Juana y nos reuníamos en el piso de Feluco todos los fines de semana dedicándonos a distintas actividades de ocio y entretenimiento, entre apuntes y trabajos y donde nos conformamos como un grupo abierto hacia nuevas amistades.
Al terminar mis estudios me ofrecieron un trabajo como maestro y pedagogo en un centro privado, luego me presenté a oposiciones de Educación Especial, y fue por casualidad ya que una amiga y familiar mía Merci me dejó su temario. Obtuve plaza y a la hora de pedir, se los juro que yo pensé en quedarme en Gran Canaria, volver a casa con mis padres no me parecía la mejor opción, tener que ir al bar de vez en cuando tampoco, pero no sé cómo ni porque , debe ser que las emociones siempre me han marcado los caminos, cuando yo llegué a la mesa donde estaba Domitila, muchos la recordarán de los nombramientos, y tengo que decir en voz alta mi elección, yo dije Haría, San Juan Haría, acto seguido suena montón de aplausos, claro una plaza más que quedaba libre en Gran Canaria. Al día siguiente concretamente el 26 de septiembre de 1988 comenzó mi vida como maestro de educación especial en este mi pueblo y teniendo como compañeros a muchos de los que habían sido mis maestros. Llegamos en esa ocasión tres jóvenes maestros sin apenas experiencia, pero con muchas ganas de dar y de aprender. Ustedes no saben la de cosas que hicimos , concursos con los alumnos haciendo nuestro propios trofeos, la primera salida de alumnos en carnaval, yo me lleve a mis alumnos, te acuerdas Elisa tu cansadita y que teníamos que parar cada cierto tiempo para coger resuello, Gustavo, Loly, Pino, Meli ,y otros tantos, algunos de la escuela hogar que fueron mis primeros alumnos , y otros que nada más verme por el colegio se perdían entre el resto, porque en aquella época la integración e inclusión no era como ahora, hemos avanzado mucho y muchos de esos avances comenzaron aquí en el CEIP San Juan, permítanme que haga referencia otra vez nuestro amigo Ladislao , sus primeras enseñanza de lenguaje de signos las aplique con una de mis alumnas Pino, hice todo lo posible por que le hicieran un buen estudio auditivo, convencí a sus padres para llevarla a Teguise donde el Ayuntamiento contaba con un equipo de logopedas y la pudieran valorar, y allí los lleve a ella y a sus padres en el Seat 124 de mi padre, hoy me alegra mucho verla y sé que es muy buena artesana. A mis primeros alumnos y a sus familias les debo mucho a pesar de que al siguiente curso me tuve que ir a mi actual destino, el Centro de Educación Especial Nuestra Señora de los Volcanes en Tahiche y allí en mi primera visita, me encuentro con una realidad de la que hasta ese momento no era consciente, cuando me recibieron entre abrazos y muestras de alegría me invadió un miedo tan grande, que a punto estuve de salir corriendo, sin embargo cuando llegué al coche me dije, ¡ esto me gusta ! y al curso siguiente mientras hacia el servicio militar la inspección me propuso como director y desde entonces junto con mi compañera Felisa y el resto de mi equipo educativo nos propusimos poner todo nuestro esfuerzo por mejorar la calidad de vida de las personas con discapacidad en las isla y para ello comenzamos abrir ventanas en el centro, salir a la calle y hacernos visibles en todos los actos educativos de la isla e implicar a Ayuntamientos y Cabildo, en definitiva a cambiar la mirada hacia las personas con discapacidad, y si que lo fuimos logrando a través de proyectos de inclusión que favorecían también a los alumnos de este pueblo, porque nuestro centro tiene carácter insular y les damos respuesta a todos.
Después de este recorrido por mi vida y mi relación con este mi querido pueblo, quiero ir terminando haciendo referencia a mis fiestas de San Juan, los recuerdos de la antigua plaza, los juegos de la manzana, las carreras de sacos, las carreras de bici para coger las cintas, con sus dos carriles ambos lados donde se hacia la ginkana, la dulcería de Pepita, la ropa que estrenábamos, con respecto a eso, un año mi amigo Paco y yo nos fuimos al moral que está justo aquí detrás y que era de la tía Lala, bueno la de veces que nos quedábamos en la centralita, porque era la telefonista del pueblo, jugando a poner y quitar clavijas, pues como les iba contando en una de las fiestas de San Juan con mi ropita nueva nos metimos a comer moras y nos pusimos literalmente moraos, por dentro y por fuera, como consecuencia un par de nalgadas y una camisa que no salía por mucha mora verde que usaras. También recuerdo los bailes en la sociedad, sentado en los ventanales porque no nos dejaban entrar, y donde observábamos con atención los pasos de baile de los mayores y quien apretaba más a la chicas , luego ya de mayorcitos nos dejaban entrar ya nos echábamos nuestros primeros bailes y posteriormente las verbenas en la plaza.
Para mí y mis hermanos el día de San Juan marcaba el inicio del verano sobretodo porque mi madre comenzaba a preparar las cosas para irnos para Arrieta, un pueblo que forma parte de mi vida desde antes de nacer y en el cual he tenido maravillosas experiencias y donde nos reuníamos cada verano en una misma casa con cuatro habitaciones, una para cada familia porque también venía mi tía Juanita y Pepín con mis primos desde Gran Canaria, pero esa es otra historia. Recuerdo que era Vestin con su taxi el que nos llevaba y nos traía de nuevo en octubre.
En los últimos años y tras la pérdida de mis padres siento una especial necesidad de volver a mi pueblo de disfrutar de sus gentes de disfrutar de sus espacios de compartir emociones y celebraciones como esta, siento una inmensa satisfacción el llevar el nombre de mi pueblo y de mi municipio a todos los lugares, les invito a luchar por conseguir que nuestro pueblo sea un lugar ideal para todos los que viven o vienen a visitarnos, un lugar donde las gentes quieran retornar y vivir, un lugar donde la cultura, el arte y la educación sean pilares fundamentales, un lugar donde la tolerancia, la inclusión , la integración y la normalización sea una realidad palpable en cada uno de los rincones de nuestro municipio y donde la fiesta y las ganas de vivir se reflejen cada día en nuestros rostros.
¡Viva San Juan! y sigan disfrutando en estas fiestas y de todos esos acontecimientos que hacen que la vida merezca la pena. Prendan una llama en cada uno de sus corazones y todos juntos haremos que esta noche sea aún más mágica.
Sean felices y disfruten ahora y siempre de la vida y de las fiestas de San Juan
Gracias, muchas gracias y muy buenas noches a todos y a todas.
Haría 23 de junio de 2016