HISTORIA / Aproximación Hª Haría
Máguez celebra sus fiestas. Me honra ser su pregonero, y quedaría satisfecho, si disculpando mis imprecisiones, aceptáis mis palabras como humilde contribución a los actos que tendrán lugar en honor de su patrona “Santa Bárbara”.
Más, no quisiera limitar este Pregón a anunciar lo que es propio del programa de fiestas, que se irá desglosando en los días venideros, sino a hacer una somera referencia a distintos aspectos del pueblo, bajo el lema “Máguez, ayer y hoy”.
El pueblo de Máguez, con sus casas muy blancas sobre un terreno de lo más fértil de Lanzarote, enmarcado entre los picos de Gayo y la Atalaya, los Castillos, la Corona y los Llanos, ofrece desde cualquiera de ellos una panorámica singular, con el mar en el horizonte, a través de la abertura del Valle por el Naciente, con la silueta, siempre erguida, de las palmeras y el sol cayendo a raudales sobre la rica Vega; o el atardecer de un día otoñal cuando el barrón, como le llamamos por aquí, cae como inmensa cascada desde lo alto de las montañas, a cuyo pie se asienta este pueblo, puesto bajo la advocación de “Santa Bárbara”.
Pero ¿Cuándo y cómo surgió el culto a esta santa en el Valle de Máguez?. La devoción a “Santa Bárbara” se pierde en la lejanía de los tiempos. Comenzaba el año 1733, cuando el entonces presbítero Don José Luzardo y algunos vecinos de este pueblo dirigen una instancia al Sr. Obispado solicitando licencia para erigir una Ermita en el lugar de Máguez, donde dar culto a la santa. Movió esta solicitud el hecho de que algunas familias no oyesen misa los días de precepto, por no poder acudir todos a la otra feligresía o Ermita más próxima. Atendiendo a la devoción de los fieles; la utilidad y comodidad que ello supondría, se concedió la licencia y, como reza en el texto original, los vecinos habían de obligarse juntos y de mancomún, y cada uno de por sí a la manutención y decencia, adornándola de todo lo necesario y proveyéndola de los ornamentos para poder celebrar la santa misa.
Los terrenos para la construcción de la Ermita son donados por Francisca de los Reyes, esposa de Manuel Méndez, quien teniendo un Cercado de cuatro almudes en la aldea de Máguez, adquirido de su primer marido Blas de Betancort y de su hija Catalina Betancort Reyes, hace la donación al presbítero José Luzardo para que él o cualquiera otra persona que tuviese a su cuidado esta obra pueda fabricar la Ermita en Honor de la gloriosa “Santa Bárbara.
Fueron numerosas las aportaciones de los vecinos, que iban desde unos terrenos dejados en testamento, al fruto de una higuera, el producto de la venta de un animal, determinadas medidas de trigo, cebada o centeno. De todo ello, y de su destino, se daba cuenta al Vicario en esta Isla y al Visitador General del Obispado. La Ermita se fue realizando poco a poco, a lo largo de varios años, y de ello da prueba la relación de los gastos y la aplicación de las limosnas para tal fin. En 1764 se incluye en la dación de cuentas los gastos de albañilería, la madera de la sobrepuerta etc. Con anterioridad a 1782 aún estaba sin techo. En 1792 se ordenó la formación de un inventario de todos las alhajas y ornamentos, y ya entonces se hace mención de la talla de “Santa Bárbara”, con todos sus atributos. En 1800 se realizan gastos en el campanario; entonces, entre otras cosas, se compra una campana para dicho campanario y una campanilla para el altar.
Trascurren los años, el pueblo aumenta, se hace insuficiente la Ermita y esta se amplía, mediante la aportación económica y material de los vecinos; corre por entonces el año 1957. Posteriormente las paredes empiezan a agrietarse, peligra el edificio y se piensa en una nueva Ermita. Desde todos es conocido el interés con que fue acogida de nuevo esta obra, en una constante colaboración del pueblo y Entidades públicas, que está demás relatar, porque ello es historia presente.
Desde sus comienzos, tanto en una como en otra, hay una obra del pueblo, y es en esa colaboración de todo el vecindario, donde puede verse una “constante”, una premisa, que se refleja a lo largo de su historia.
- Al mencionar sus Fiestas Patronales salta el recuerdo de sus preparativos: las casas se pintan, el humo de los hornos se eleva al cielo, empujado por una débil brisa; el olor a pan caliente, a ese maravilloso pan casero, y la carne de cochino lo invade todo. Es posible que algo del sabor tradicional de las fiestas de Máguez haya desaparecido, pero perdura el culto a “Santa Bárbara”, y lo más singular de la festividad: la familia se reúne en torno al hogar, algunos de sus miembros, dispersos por otros puntos de nuestra isla, vuelven a encontrarse en tal efeméride. La fiesta es un recuerdo al pasado, un respeto a la tradición, un medio de esparcimiento, de comunicación social.
La campana de la Ermita anuncia las fiestas; las calles se engalanan, los cohetes suben cortando el aire; ya las mozas visten sus trajes nuevos; corretean los pequeños, todo se llena de alegría.
El pueblo de Máguez, poco a poco, sin apenas percatarse de ello, ha ido tomando nueva fisonomía, más moderna; del farol, el quinqué o la vela se ha pasado en los últimos años a la luz eléctrica. Por otra parte sus calles comienzan a recibir la capa de asfalto que le privará del polvo de antaño. No podemos silenciar la labor callada, pero grandiosa, de sus moradores, en el arreglo de sus casas, contribuyendo así de forma manifiesta, al embellecimiento del pueblo.
- Ahí está ese monumento Artístico-religioso, que es la nueva Ermita, una joya de arquitectura tradicional, llena de sabor, de belleza, en la que todos habéis puesto vuestra colaboración, vuestro entusiasmo, y ello ha bastado para que determinadas entidades públicas volcasen su participación en tan magna obra, como premio a la ilusión y espíritu comunitario de sus gentes. El pueblo de Máguez puede recrearse en ese conjunto Plaza-Ermita, donde se perpeta el culto a su santa patrona, donde cada vecino tiene su parte de trofeo ganado en una batalla diaria por seguir una devoción, un culto, una tradición, y mantener un pueblo alegre, unido, lleno de optimismo. En esta ermita se conservará, junto al legado religioso de nuestros antepasados, la obra de un artista lanzaroteño, que quedará para la posterioridad. Como en todo momento y lugar, la Plaza será el “Centro” del acontecer histórico del pueblo de Máguez, como marcó ya un hito en su historia, con su inauguración hace un año.
- Si nos detenemos en el aspecto social, podemos fijarnos en varios puntos: el problema económico, la emigración, la cultura, etc.
Es de todos conocido, que al igual que en el resto de la isla, y hasta hace muy poco, la economía ha dependido exclusivamente de la agricultura, de una agricultura pobre, deficiente, debido principalmente al factor climatológico, a parte de otros factores de cultivos, precio o mercado, etc.
Posteriormente, en la década de los años sesenta y hasta finales del pasado año, el desarrollo turístico, con toda su estela de consecuencias, aportó a Máguez, como lo hizo con las demás zonas de nuestra isla, nuevos puestos de trabajo, que mejoraron sensiblemente la economía de sus gentes. Se observa, con agrado, la construcción de nuevas viviendas y el arreglo de las existentes. El turismo venía así a cumplir su papel extraordinario como fenómeno socio-económico.
- Unido a todo ello, se incrementan los medios de comunicación, surgen por doquier los televisores, el teléfono, que permiten poner en contacto pueblos, acercando más y más a sus habitantes; mejorando lo primero con la instalación del repetidor de Aganada.
- En contra de lo que se ha escrito, el nombre de Máguez no ha huido del campo, no ha dejado su pueblo, al menos en número tan considerable como en otros lugares de nuestra geografía insular. Y, quienes siguiendo la corriente migratoria, generalizada por todo el Archipiélago, con más o menos intensidad, según las épocas y lugares, han marchado al continente americano, a cualquier otra de nuestras islas o concretamente dentro del área de Lanzarote, ha respondido a unas exigencias de trabajo, de adversas condiciones climatológicas; pero, en todo caso, haciendo uso de ese derecho que tiene toda persona de buscar un medio de vida más seguro y económicamente mejor para sí y su familia. A la vista de este fenómeno, no puede jamás pensarse, como se ha dicho, que el hombre de Máguez huyese de su pueblo, de esa tierra que con tesón, con ilusión y esperanza ha labrado y cuidado año tras año. Y, es precisamente, en este pueblo donde quizás se haya manifestado más la ausencia, casi absoluta, de viviendas desocupadas.
- En el plano Cultural “El Ayer y el Hoy de Máguez” dista un abismo. Recuerdo la época en que eran contados los estudiantes existentes después de la etapa de la enseñanza primaria. Actualmente podemos afirmar, sin lugar a dudas, que este pueblo está a la altura de cualquier otro de su misma situación socio-económica. Ha contribuido a este desarrollo cultural, dentro de la evolución natural de la humanidad, el despertar de las nuevas generaciones de padres, con una mentalidad más propia de la época, la evolución económica y la disposición de nuevos y mejores medios para lograr una preparación más efectiva. Podemos citar, a manera de ejemplo, la proximidad, relativa podéis pensar, pero en definitiva proximidad, del Colegio Libre Adoptado, existente en nuestro Municipio. En él pusieron sus esperanzas e ilusiones todas aquellas personas, que desde un principio, cuando sólo era una idea, un proyecto, hasta su realización y materialización en esa obra que hoy es, han trabajado para su consecución.
No podría terminar estas palabras, sin referirnos de alguna manera a las posibilidades futuras. Como en los demás pueblos viene condicionado:
A).- Por el desarrollo de la isla en general,
B).- Por el hacer de sus propios habitantes.
En los momentos actuales no puede pensarse en el desarrollo aislado de un pueblo o de un área determinada. Máguez, como una pieza más, seguirá la evolución que experimente la máquina insular, al estar inmensa en su propio engranaje. Con más o menos intensidad, todo cuanto se haga en cualquier punto de la isla repercutirá en el resto de la misma.
Pero es indispensable para que un pueblo progrese y logre cierta estabilidad, que sus miembros gocen de puestos de trabajo estables. Podemos pensar que todas la civilizaciones se han asentado históricamente, en aquellos lugares donde sus condiciones les permitían desarrollar su trabajo y lograr un medio de vida. En nuestro suelo, la agricultura, condicionada por diversos factores, sólo en parte podrá ser un medio aglutinante de núcleos de población. Pero, no obstante, podrá mirarse hacía el futuro con optimismo, y poder disponer alguna vez de ese elemento esencial y tan falto de él, en boca y pensamiento de todos, que afortunadamente hoy niega toda nuestra isla.
El turismo seguirá proporcionando, en un futuro, no muy lejano, valiosos puestos de trabajo. En nuestro Municipio disponemos de importantes zonas de reserva turísticas, que podrán ser potenciadas en su momento adecuado, con resultados satisfactorios.
- Muy pronto Máguez se verá beneficiado por una obra de gran envergadura; me refiero al abastecimiento de agua potable a domicilio, mediante el establecimiento de su red de distribución, y la de recogida de aguas residuales y su adecuado tratamiento. Una obra apenas soñada hace muy poco, de la que derivarán múltiples beneficios para todo el pueblo.
-El futuro del pueblo de Máguez podemos verle, asimismo, en las nuevas generaciones, que con una formación cada vez mayor, más completa que aquellas otras que les han precedido, contribuirán al progreso de un pueblo, que camina firme y seguro en su proyección histórica, y que estos días de Diciembre se reúne para honrar a su patrona y celebrar sus fiestas con ilusión y alegría.
A todos felices fiestas