PREGONES DE MÁGUEZ > Índice
Dignísimas autoridades, señoras y señores, amigos y amigas.
Sean mis primeras palabras de agradecimiento a los responsables de la Comisión de Fiestas por designarme pregonera de las fiestas del pueblo de Máguez y por supuesto mi agradecimiento a todos los que hasta aquí se han acercado para dar conmigo la bienvenida a las fiestas de la Virgen Santa Bárbara.
He se señalar que constituye un alto honor par mi este cometido, que asumo con cariño, sobre todo, por la estrecha relación que tengo con este pueblo que me vio nacer y del que guardo gratos y entrañables recuerdos de mi niñez.
Recuerdos, que me vinieron a la mente con nitidez y vivez al tener que escribir estas líneas y que son reflejo de las costumbres de entonces. Aunque a finales de los años cincuenta y principio de los sesenta, ya comenzaba a desarrollarse el turismo en nuestra isla, todavía éste no afectaba a nuestro municipio y eran sólo, las fincas cercanas a las playas de Tías, consideradas de poco valor agrícola, en aquellos momentos, las que se convirtieron, de pronto, en un fuente de riqueza importante.
Fueron años tranquilos, felices, vividos intensamente, en contacto estrecho con la naturaleza y en medio de las labores agrícolas y ganaderas cotidianas y numerosas en aquella época.
Recuerdo las madrugadas, de camino a la finca, medio dormidos sobre el burro. Los chinijos ayudábamos en las tareas del campo. Tapábamos los surcos, acercábamos los plantones, la escardilla o el agua, pero, sobre todo, cogíamos papas, llenando primero los cestos, luego los sacos, que como estatuas se mantenían erguidos en medio del campo, hasta que al atardecer en el burro o en el camello se trasladaban a las casas. Todos sabemos que nuestras papas siempre han sido muy apreciadas por su sabor y por su textura azucarada, sobre todo, las tempranas, que solían y suelen, todavía, acompañar los compuestos de cabrito por Navidad.
Vivíamos con verdadero alborozo la hora del almuerzo. En la misma tierra, entre las brazas de los “carosos”, se asaban las papas y las jareas, se amasaba el gofio en el zurrón, acompañando el queso duro y de postre algún higo pasado o unas pasas.
También recuerdo especialmente cuando en la Era los burros y camellos trillaban dando vueltas sobre la sementera. Previamente había que arrancarla de la tierra, cuando estaba “amoroso”, muy tempranito, de madrugada, por si el día se ponía “bronco”. Una vez separado el grano de la paja, ésta se amontonaba en pajeros en las traseras de las casas. Cuantos más pajeros, mayor nivel de riqueza tenía la familia.
Nuestros juegos tenían por marco todo el pueblo, en sus calles de tierra, o en las huertas, entre las tuneras, las higueras y las aulagas. Ya estábamos en las Casillas o en Tahoyo. El Tefío o la Cancela. Libres, sin prisas, sin miedo a lo desconocido. Jugábamos al escondite, a las casitas, a la soga, al teje, al boliche, al trompo, etc. Salíamos de excursión a comer moras, a la fuente del Chafarí, pasando por Tabayesco y Arrieta para darnos un baño en la playa de la Garita. Según nos hacíamos mayores cambiamos nuestros juegos por la elaboración de “rosetas” para ayudar a la economía familiar.
Los domingos y los días de fiesta por la mañana oíamos la Santa Misa; por la tarde íbamos a la plaza, veíamos la película que en esta misma Sociedad proyectaba Francisco Rodríguez. Algunos domingos se celebraba “La Luchada” a la que todo el pueblo acudía con alegría y afición, sobre todo los hombres. El pueblo de Máguez ha sido muy destacado en cuanto al deporte de la Lucha Canaria, teniendo el honor de contar con luchadores que llegaron a estar entre los más importantes de todo el Archipiélago Canario, como es el caso de Andrés Luzardo Barreto y que fue conocido como el “Pollo de Máguez”
Se construyeron, las que por aquel entonces, llamábamos las “escuela nuevas”, mejorándose mucho las instalaciones con respecto a las que existían, aunque evidentemente, continuaba la educación sexista con la separación de los niños y niñas. Recuerdo especialmente a dos maestras: Dña. Evangelina Clavijo y a Dña. Elena Betancort, que no solamente se limitaron a impartir disciplinas, sino a darnos una verdadera educación, profundizando en el respeto a los demás, al gusto por la lectura y a la motivación en el estudio. Hoy, son compañeras mías de profesión y siento un gran cariño y respeto por ellas y guardo un buen recuerdo de aquellos años de escuela.
Gracias a la constancia, la dedicación y esfuerzo que realizaron estas maestras, muchas de las niñas de aquella época, como yo, optamos por realizar estudios superiores.
Los meses de mayo, el mes de la Virgen, eran especiales, la escuela se llenaba de colorido y olores adornándola con toda clase de flores, que llevábamos de nuestros jardines, como azucenas, rosas, o claveles. Durante todo el mes participábamos en cantos y versos en honor a la Virgen durante el rezo del rosario.
Son recuerdos y sensaciones de otro tiempo, que quiero destacar hoy, y en este momento de fiesta en el que las tradiciones cobran vida para todos, también para los más jóvenes, quizás con menos vivencias de esta historia, pero cuyo papel es fundamental para que Máguez siga siendo un lugar en el que conviven de manera ejemplar, la tradición y las nuevas formas que han llegado de la mano del turismo.
Con un enclave privilegiado, el pueblo de Máguez está situado al norte de la isla de Lanzarote, al pie del Volcán de la Corona, formando parte de una isla que tiene uno de los paisajes más singulares del planeta, tierra de fuego y lava, y que se caracteriza por la belleza de sus contraste, con espacios diversos y cambiantes, en la que la negrura de sus tierras destaca entre la blancura de sus casas, de sus playas de arenas doradas y aguas transparentes y cristalinas.
Máguez, se encuentra situado en el sereno y recóndito municipio de Haría, que está marcado por sus propias características geográficas y climatológicas, gozando de las máximas alturas, y las mayores lluvias, por supuesto, dentro de la habitual escasez, de ahí que el municipio se revele como un Oasis reconocido y admirado siempre por la riqueza y fecundidad de sus campos, concediendo un matiz y un acento particular a su entorno que lo diferencia del resto de la isla.
Desde lo alto de los Cascajos, dejando atrás al pueblo de Haría, parece un Portal de Belén, con el caserío de Ye al fondo, las laderas de Pico del Gallo por el este y al Oeste se desciende hacía el Malpaís de la Corona, en el que junto a un sin fin de piedras volcánicas, crecen los bobos, veroles y tabaibas, además de las laderas trabajadas, decoradas y embellecidas por la abnegada y tenaz labor de los agricultores que han sabido extraer de la aridez de la tierra las jugosas frutas, las ricas y sabrosas uvas, contemplándose en la lejanía el mar que baña Las Escamas.
Sus gentes son confiadas, honestas, amables, solidarias, sencillas, que siempre han dado una cálida y honrada acogida al forastero. Muy trabajadores, tanto que los hombres no sólo se conformaban con trabajar en el campo, sino que marchaban al Puerto de Arrecife durante la semana, para ocuparse de otras tareas y ganar unas perras dejando los trabajos del campo para el fin de semana. Pero la mujer de Máguez sabía afrontar el vacío que dejaba el hombre y muy de mañana se la veía salir hacía la finca con los aperos de labranza, doblar el espinazo sobre la tierra para cumplir con las dura faena y la atardecer, todavía, había que hacer el queso, atender a los animales, además, del cuidado de los hijos y las tareas de la casa.
Este municipio alberga muchas de las maravillas naturales que pueden contemplarse en la isla de Lanzarote, ofreciendo a nativos y visitantes un clima de serena paz, su sol, su brisa, su hospitalidad, su misterio y encanto.
Misterio y encanto a raudales que se encuentran en La Cueva de los Verdes y Los Jameos del Agua que son tubos volcánicos de los más espectaculares del mundo.
En la Cueva de los Verdes, la forma y el colorido vivo que ha dejado la lava en sus rocas, la convierte en un inusitado espectáculo, realzado por la luz. En muchas ocasiones esta cueva sirvió de refugio de la población en los ataques de los piratas.
En los Jameos del Agua el mar penetra y forma una laguna donde viven los cangrejos albinos y ciegos, siendo los únicos ejemplares existentes en el mundo. Los rayos del sol penetran por la abertura de la bóveda e iluminan sus aguas. La escenografía con que está decorado este recinto le da un aire todavía más alucinante.
En el año 1963, el entonces presidente del Cabildo D. José Ramírez Cerdá, con el permiso del Ayuntamiento de Haría, y con la colaboración de nuestro querido y recordado César Manrique, se inició las obras de acondicionamiento en estos dos lugares, convirtiéndose en dos centros turísticos de gran interés para el turista, que contemplará las maravillas de la naturaleza, invitándoles a soñar y a sentirse en otro mundo.
No cabe duda que estos dos centros turísticos son mucho del trabajo y del sudor de nuestra gente de Máguez. Tanto de los que en los momentos de acondicionamiento trabajaron de peones, tallando las piedras, entre otras tareas como de los que ahora están trabajando, dentro del ramo de la Hostelería, atendiendo al turista con esmero y dedicación.
Hoy prácticamente toda la isla vive del turismo. Hay mucha gente que decide visitarnos aprovechando nuestra tranquilidad, nuestro sol y nuestra belleza árida, sorprendente y quizás hasta extravagante. Conviven sectores dedicados a la agricultura y al turismo. Debemos volcarnos en mantener esta actividad turística y acrecentarla pero sin perder nuestras costumbres, nuestra gastronomía, nuestras fiestas, nuestras tradiciones y leyendas que debemos trasmitir a las futuras generaciones; sin descuidar nuestros paisajes naturales, que debemos cuidar y mimar, profundizando en el amor a la naturaleza y respeto al medio ambiente, como lo hicieron nuestros antepasados y como nosotros debemos de enseñarlo a nuestros hijos. Es bueno recibir y respetar las culturas que vienen de fuera, pero, debemos mostrar y difundir lo nuestro con orgullo.
Muchos de los que hemos nacido en este pueblo, nos hemos establecido en otros pueblos o en otras islas, pero siempre volvemos a este rincón, cambiado, pero más bonito si cabe, con la misma tranquilidad de antaño, con el mismo sosiego y donde sus gentes siguen con la misma amabilidad y calurosa acogida.
Se celebran las Fiestas de Santa Bárbara. Era ésta una Santa de enorme fortaleza, como las mujeres de Máguez. Se opuso a su padre cuando intentó casarla y defendió su vocación religiosa, siendo azotada y decapitada por él mismo. Díos no quiso dejar sin castigo a tan inhumano y cruel padre y un rayo lo mató, invocándosele desde entonces como abogada contra los rayos y los truenos.
Esta fiesta da la oportunidad de reunir a vecinos y visitantes, en un marco agradable y sosegado, alrededor de la ermita y de la plaza, es día de reencuentro, de confidencias, de alegría y con alegría espero que disfruten de ella.
¡Viva la Virgen Santa Bárbara y el pueblo de Máguez!