PREGONES DE MÁGUEZ > Índice
Señor Alcalde, Junta Directiva de esta Sociedad, Comisión de fiestas y de cultura, amigas y amigos.
¡Buenas noches a todos!
No considero necesario presentarme, saben que soy una hija del Pueblo. Aquí nací, aquí crecí. Mucho correteé y jugué por sus calles, aquí tengo mi familia y mis mejores amigos.
Ante todo, quiero dar las gracias por haberme invitado a ser la pregonera (imitación a pregonera) de estas fiestas de Santa Bárbara, tan entrañables para todos nosotros.
De verdad, me ha costado mucho aceptar esta responsabilidad, me he preguntado ¿Podré yo estar a la altura de lo que el pueblo y su gente se merecen?. Pero de lo que estoy segura es de lo haré con mucho cariño.
No vengo a decir nada nuevo de nuestra historia. Como estudioso de ella, tenemos a nuestro amigo Gregorio Barreto, que poco a poco, en sus escritos nos va documentando.
Sólo quiero compartir estos momentos de vivencias y recuerdos con ustedes y valorar lo que ha sido y es nuestro pueblo de Máguez.
Al cual saludo jubilosamente: ¡Alégrate Máguez! ¡Ponte tus mejores galas, porque ha legado la fiesta de tu patrona Santa Bárbara!.
Nuestro valle, rodeado de esbeltas montañas: Montaña de los Llanos, Los Helechos, Gallo, La Atalaya, con su inconfundible corona al fondo, de color gris azulado y con una ventana abierta, a un mar profundamente azul… parece que en estos días también se visten de fiesta.
Las montañas se ven más limpias, luminosas y serenas. Las casas más blancas que nunca, dando una sensación de paz… ¿ o será que nuestra alegría festiva nos hace verlo así?.
Como dice un poeta ¡Yo subí a Gallo y no puedo olvidar, que hermoso es el valle en que anclado estás!.
Vivir en Máguez, es como si habitaras en una inmensa casa, con una gran familia, compartiendo con todos: en la calle, en la tienda, en el campo… y más aun en sus fiestas.
Las fiestas son los momentos y los instantes, en que mejor podemos intimar los unos con los otros.
Por eso nuestros antepasados; los eventos más cotidianos de la vida, sabían transformarlos en fiestas.
Por ejemplo: los meses de Santa Lucía (en diciembre) en alguna casa particular, con sus puertas abiertas a todos, se reunían para rezarle a la Santa y luego seguir jugando a la baraja, o algunos, simplemente charlando.
También los “velorios” eran festivos; cuando nacía un niño, muchas noches, los familiares y amigos, acompañaban a la madre y al recién nacido.
Una ocasión además para encontrarse las parejas. Se tomaba chocolate con bizcochos dulces, y me han contado que hasta jugaban a la prendita, ese juego que todos conocemos y aún se sigue conservando.
Los domingos también se hacían bailes en casas particulares; como en casa de señora Catalina Barreto, en el Tefío, y creo que en algunas otras. Aunque las fiestas principales eran las de Santa Bárbara.
La historia de Máguez, siempre ha estado unida a la Santa, desde que se edificara su primera ermita, allá por el año 1735.
Ella siempre ha sido el punto de nuestro encuentro.
Algunos de los que estamos aquí, recordamos los meses de Noviembre (o de los Santos), en que el señor Juan Betancort, rezaba el rosario (o tercio) para terminar las vísperas de Santa Bárbara.
En todos estos acontecimientos hay que destacar la unión del pueblo.
Dos grandes virtudes han distinguido siempre a su gente: El Amor al trabajo y su gran unión, que han demostrado en múltiples ocasiones. Como en el amor a Santa Bárbara; cuentan, que allá por los años 30 más o menos, los militares querían llevar a la Santa a Arrecife, para celebrar su fiesta, como patrona de artillería, pero por temor a que no volviera, todos a una, lo impidieron.
También para las fiestas existían los proveedores, era una asociación de hombres, a la que recuerdo pertenecía mi padre, como casi todos los hombres del pueblo y seguro que aún viven algunos.
Con su aportación, sufragan los gastos de la fiesta, cuyos actos más relevantes eran: la función y seguido la procesión por las calles del pueblo.
Muchos recordamos a Don Juan Arocha, el párroco, acompañado por los sacerdotes de la isla, cantando la tercia antes de la función.
El proveedor mayor, iba delante en la procesión, con el estandarte, era el señor Eulogio, cuentan que los últimos años, como era tan mayor, le ayudaba algún nieto a compartir el peso.
Por la tarde, la gran luchada, que se celebraba en alguna era particular, iba muchísima gente, hay que destacar, que desde los tiempos más remotos, en Máguez había una gran afición a este deporte. Tanto, que algunos de nuestros mejores luchadores, han paseado el nombre del pueblo por toda la geografía isleña, como el “Pollo de Máguez” Andrés Luzardo.
¿Verdad que desde pequeños, aprendimos de nuestros mayores a decir esta exclamación?: ¡Ay Santa Bárbara! ¡Santa Bárbara bendita! y que en los momentos de alegría, de dolor, de incertidumbre,…… aún seguimos repitiendo alguna vez: ¡Ay Santa Bárbara!. A mi me sale con mucha frecuencia, y seguro que a los de mi edad más o menos también, los jóvenes no será tanto.
Permítame que les cuente una anécdota personal: Estando en Fuerteventura, un día cuando fuimos a abrir la escuela, para entrar en clase, se atascó la cerradura y no se podía abrir, estaba bastante difícil. En ese momento, a mi me salió ¡Ay Santa Bárbara!, con la suerte que se abrió la puerta. Nadie hizo comentario, pero pasados unos días, volvió de nuevo a estropearse, no se podía abrir y dice un niño: “diga ¡Ay Santa Bárbara!”. A mi me hizo mucha gracia y por eso lo cuento.
También en otros momentos muy distintos de nuestra historia, el pueblo ha demostrado su unión.
Una a destacar, es esta sociedad Casino de Máguez, orgullo de nuestro pueblo, hoy Centro democrático.
En los años 30, un maestro llamado don José Forna se dio cuenta que hacía falta en el pueblo, un lugar para el ocio y esparcimiento, después de las duras jornadas de trabajo en el campo.
Todos de acuerdo y con su aportación económica, se levantó esta gran obra que han continuado hasta hoy, y con esta unión que nos caracteriza y acorde con los tiempos, se ha ido renovando y mejorando, por lo que quiero felicitar a su Junta Directiva actual.
Igualmente en el trabajo, se ha destacado la unión del pueblo.
¿Cómo no recordar aquellas “pionadas” de familias, vecinos, amigos que se ayudan a coger papas, escardar, arrancar, trillar…… También el trabajo tenía aire festivo.
Por las mañanas temprano, se oían los mormullos de la gente, que alegre iban para el campo y regresaban al atardecer.
Al mediodía, se hacían las hogueras, para asar las papas, y luego todos sentados en el suelo a su alrededor; se comían con: queso, mojo, pescado, higos pasados, sin olvidar el gofio amasado, y algunas veces hasta cerrajas, si estaban verdes y tiernas.
Cuando veníamos del campo se contemplaba el pueblo, entre penumbras, silencio, sereno…. Elevándose hacia el cielo, el humo de sus chimeneas… con olor a leña…. A fuego…. A hogar… a las tertulias de sobremesa porque no había tele.
La gente de Máguez, trabajan incansablemente la tierra que amaban….. de plantar en la desesperante espera de si llueve….de cosechar sin saber si se vendía…Un trabajo muy duro…Pero dicen que la calidad de la persona, es el fruto de su esfuerzo y aquí en Máguez, tenemos el ejemplo.
¡Qué de las muertes de cochino! Eran casi un ritual en torno al sacrificio del animal. También se reunían, las familias, amigos, vecinos….la invitación se hacía con antelación para no coincidir y poder estar todos.
Los hombres se encargan de arreglar la carne, el tocino, los huesos….
Desde lejos se percibía el olor a carne asada, a media mañana, con un buen vaso de vino puro recién estrenado, y en el almuerzo, el caldo “ajogao” y gofio “revuelto”, con olor a hierbas aromáticas, recién cortadas de la huerta: orégano, tomillo, mejorana, hierbahuerto….
Por la tarde se hacían las morcillas, se preparaba el adobo, la pasta de los chorizos… y aún quedaba para otro día: derretir las bañas, para sacar la manteca y los chicharros, que se comían amasados con gofio y un vaso de vino, en los días fríos. Son recuerdos entrañables. Yo creo que los de aquella época, nos hemos quedado impregnados de esos sabores y olores para siempre.
Así trascurría la vida de nuestro pueblo…
Esperando que llegaran las fiestas de santa Bárbara, San Pedro y San Juan y Santa Rosa en Haría.
Se solía estrenar en las fiestas de verano, que era cuando se recogía el fruto de la cosecha.
Recuerdo ir con mi madre a Arrecife (al Puerto) a comprar los lujos para las fiestas, un vestido, unos zapatos y a veces una rebeca.
También recuerdo que cuando venía de la fiesta de San Juan, siempre bajaba los Cascajos con los zapatos en la mano, porque eran nuevos y me hacían gallinas.
La aspiración de los padres de entonces, era dejarles a sus hijos unas tierritas, para que pudieran vivir de ellas, y así seguir la tradición.
El que los hijos estudiaran y pudieran hacer una carrera, ni se lo planeaban, tampoco habían medios aunque quisieran.
Antes de los años 40, habían muy pocos estudiantes en el pueblo, se podían contar con los dedos de la mano.
Por los años 45 vinieron dos maestro muy buenos: Doña Chana Rodríguez y Don José del Castillo, que con su inquietud por la formación de sus alumnos, hicieron despertar en nuestros padres, la preocupación por el estudio.
Los maestros nos prepararon y un grupo de niñas y niños fuimos a examinarnos a Arrecife de ingreso. Ellos nos acompañaron, el viaje lo hicimos, en el camión de Juan González. Subió por la Montaña, porque tenía que pasar por los valles, el recorrido parecía eterno, y más con los nervios que teníamos… ¿ Verdad que aún lo recordamos?... El Instituto estaba en la calle Real, en las cuatro esquinas. Aprobamos, pero luego ¿Que? Éramos pequeños para estar fuera de casa. Ir todos los días a Arrecife, imposible. Algunos fueron a casa de sus familias, pero total que sólo dos siguieron.
En el año 1953, llegó Don Enrique Dorta y desde el primer momento se preocupó por fomentar el amor al estudio y la cultura, en todo el Municipio
Luego, con Don Domingo Barreto “El Gran Maestro de maestros.
Creo la inolvidable e histórica “Academia de Haría” a la que muchos le debemos nuestros estudios y que fue la base del instituto actual.
Pero Don Enrique no sólo se preocupó de la parte intelectual, sino de una preocupación cultural y humana más amplia.
¿Cómo olvidar aquellas obras de teatro, excursiones, fútbol con los niños en la “Vega Máguez”?
¡Qué decir de aquella inolvidable y apoteósica cabalgata de Reyes! En la que participó todo el pueblo. Con unos reyes de peso, majestuosos… Recordando a Pablo Feo que ya no está entre nosotros.
Y como en tiempos anteriores, de nuevo, también se empezó a reunir el pueblo, en torno a Santa Bárbara y su ermita.
¿Quién no recuerda los meses de Noviembre con los responsos? Y los de Mayo, con los cantos, las flores, las luces, los versos…
y como los hombres hacemos la historia, ya todo esto es historia, quedando para el recuerdo y disfrutar con ella, porque recordar es volver a vivir, que no quiere decir, vivir de los recuerdos.
La vida ha evolucionado y tenemos que seguir el ritmo de los tiempos.
El pueblo de Máguez, también ha evolucionado.
El trabajo del campo no es lo principal, más bien un entretenimiento.
Los padres ya no necesitan que les estimulen para que sus hijos estudien, están convencidos de su importancia, como lo demuestran, los muchos jóvenes que han terminado sus carreras, y los que estudian actualmente.
Las fiestas tampoco son iguales, ni sus festejos, ya no se canta la tercia, ni hay proveedores. Ahora el mayor proveedor económico es el Ayuntamiento, al cual se lo agradecemos en la persona del señor Alcalde. Pero en lo esencial seguimos igual y que estos valores continúen en las nuevas generaciones. El amor al trabajo, la unión y nuestras tradiciones.
Actualmente tenemos a esa gran persona, José María, que ha seguido conservando la tradición, en torno a Santa Bárbara y rezo del rosario.
Felicitamos también a ese grupo de gente joven, que preparan los teatros, playback, humor … en los actos de la fiesta, animándoles a que sigan transmitiendo esta inquietud festiva.
En las fiestas, nos sentimos más que nunca, miembros de la misma comunidad, hagamos felices a los demás, y que Santa Bárbara siga velando por nosotros. Nos de salud, para encontrarnos de nuevo el próximo año en su fiesta. Envíe agua a nuestros campos y como ya se aproxima la Navidad, paz y prosperidad para todas las familias del Municipio.
Quiero terminar con unos versos sacados de una poesía, dedicada al pueblo de Máguez.
Máguez de gente amiga
Máguez de gente en paz,
la sonrisa en los labios
y en el alma bondad.
¡Oh Máguez! Que hermoso es el gesto de aquel que te da
su mano de amigo sincero y cordial.
Y te abre sus puertas y su corazón
Y en ti aprende Máguez, lo que es el amor.
Máguez, pueblo de mis mayores
Y mis amores.
¡Oh Máguez! De mi cariño
¡Oh Máguez! Máguez del alma
en ti viví desde niño
como la flor en la palma.
¡Felices Fiestas! ¡Muchas gracias!