PREGONES DE MÁGUEZ  >  Índice

 

 

 

 

 

 

Es para mí un gran honor estar esta noche aquí, como pregonero de la fiesta de Santa Bárbara 2019.

El pasado jueves yendo con mi hijo hacia el aeropuerto para venir a Lanzarote, me llamó Rafael Curbelo Armas y me dice: “te voy a pedir un favor, pero de antemano te digo que no me puedes decir que no”, pues entonces pídeme ese favor y si puedo te lo haré. Cuando me dice para lo que era, como no se podía decir que no, aquí me tienen.

No es Máguez mi pueblo de nacimiento, o el que me vio nacer, pero sí donde pasé la mayor parte de mi época de adolescencia y de joven como estudiante, luego mi lugar de trabajo durante varios años y 11 años lugar de residencia; desde los doce a trece años empecé a transitar por las calles de Máguez, aunque hasta 3º de bachillerato estudié en Ye, con mi maestro don Arcadio, pero tenía que venir a Haría a recibir clases de Latín y Francés que D. Arcadio no sabía. Me las daba don Enrique Dorta Alfonso.

No sé por qué razón simpaticé e hice amistad con la gente de mi edad de Máguez.

También los veranos si me quedaba alguna asignatura (que así   era) venía a Máguez a clases particulares.

Fueron mis profesores D. Domingo Barreto,  D.ª Joaquina Borges, (que luego sería mi compañera de trabajo aquí) y los más destacados, a los que siempre les tuve un gran aprecio, fueran D. Ginés Espino González y D.ª Clarisa Curbelo Armas. Fueron ellos los que me prepararon a mí y a varios más de Reválida de Bachiller y de ingreso de Magisterio. D. Ginés Espino daba las asignaturas de ciencias y D.ª Clarisa las de letras.

Todavía recuerdo el lugar de la casa de sus padres donde daban clase; una habitación en lo alto de la casa que le decíamos el sobrado.

Fue D.ª Clarisa la que a Benjamín Barreto y a mí nos preparó los papeles para matricularnos en la Universidad de La Laguna.

La matrícula la hizo una amiga de ella que vivía en La Laguna, que luego fue nuestra guía durante los días que estuvimos allí.

También estuvimos con Rafael Feo que estudiaba Magisterio en La Laguna. Recuerdo que él nos fue a buscar al muelle. He de decir que teníamos 16 años y no habíamos salido nunca de Lanzarote.
Por las tardes, cuando salía de clase, la mayoría de los días no me iba para Ye, me quedaba en Máguez, pues tenía aquí dos hermanas viviendo, una en la parte de arriba y otra en la parte de abajo.

He de decir que al ser el noveno de diez hermanos, tenía sobrinos casi de mi edad.

Al ir haciendo amigos aquí, ya me resultaba más fácil quedarme y me familiaricé con el pueblo.

Aquí hice mis amigos que aún conservo: Juan Santana, Jorge, César, Rafael, Eugenio, Benjamín y Pablo entre otros.

Me integré en el pueblo pues participaba en las fiestas: Santa Bárbara y San Pedro.

Siempre la fiesta de Santa Bárbara ha sido más importante por ser la patrona. Recuerdo un año, allá por los 60, que se hizo una fiesta apoteósica; nos reunimos, la mayor parte de jóvenes (hombres y mujeres) y confeccionamos carrozas con distintas alegorías. Todavía conservo una foto con Juana la gemela y Nona la de Nicolás montadas en la silla de un camello; ellas a los lados y yo en la cruz, ataviados de Canarios (o de magos), y alguna carroza más con una alegoría japonesa.

Hablando de fiesta destacaremos los carnavales del señor Teófilo, que era una atracción para los pequeños y los menos pequeños con disfraces y recorridos por las calles. Siempre en todos los pueblos existía alguna persona que se destacaba por su amor a los carnavales.

También en Ye estaba Tomás Niz que incluso preparaba comparsas

Hablando de carnavales los bailes de máscaras que se hacían aquí eran muy importantes y los tres domingos de piñata.

Participamos en esos bailes, que por cierto me lo pasaba muy bien.

Eran unos carnavales no de escaparate, sino de participar y pasártelo bien y no a ganar premios.

Pasado los carnavales venían los bailes de San Pascual y de la escoba (que muchos de ustedes los conocen).

A parte de estas fiestas que eran las más importantes, todos los domingos había paseo en la plaza y luego baile, a las siete el asalto hasta las nueve y luego a las diez el baile de noche. Éstos eran con orquesta y Juan Cejudo al piano. Por San Pedro algunas veces traían una vocalista, que animaba más el baile.

Había que tener un respeto en la forma de bailar, pues los vocales de la junta directiva de la sociedad hacían de vigilantes y te podían llamar la atención. Me cuentan que señor Facundo llegó alguna vez a entrar en el salón a afear  la conducta de algunos.

Puede presumir Máguez de ser el único pueblo, no cabeza del municipio, que tuvo sociedad en toda la isla, gracias al maestro Fornas (yo creo que incluido los de cabeza de municipios) pues solo Arrecife tenía sociedad.

Era Máguez un pueblo que desprendía progreso. Un pueblo con agricultura floreciente.

¿En qué casa de Máguez no había uno o más pajeros? Todos en sus casas tenían una pequeña bodega para hacer el vino de su propio consumo y la matanza de cochinos.

Ya no quedan estas cosas. Bueno sí, la de D.ª Mercedes y D.  Pedro Niz (Perico para los amigos). Conservan la esencia de una casa agrícola. La era llena de cementera, las cabras sueltas y el burro amarrado, pero muy cuidado.

También Máguez era un pueblo de comerciantes, existían varias tiendas: Salvador Borges y Celestino de las más antiguas, tenían las cartillas de racionamiento de la posguerra, Manuel Lasso, Joaquina o Cejudo, Francisca, Emilia, Juan Rafael, la que luego pasó a ser la tienda de Nina y nombro en último lugar la de Paquita, por ser la más cercana a nosotros, en ella hacíamos nuestras compras, mientras vivíamos en Máguez.

La palabra tienda la menciono con nostalgia porque ya han desaparecido casi todas, las áreas comerciales las han devorado. Pero no nos damos cuenta que un pueblo sin su pequeña tienda,  está muerto, incluso para el pan.

También existían en Máguez dos panaderías la de D. Sebastián Camejo y la de D. Pedro Pérez. La de D. Sebastián Camejo, conocido por Chano, era familiar  y solo trabajaba  él y sus hijas en la elaboración del pan; me cuentan que cuando había baile, sus hijas a la salida no se acostaban iban directamente a la panadería.

La panadería D. Pedro Pérez no era exclusivamente familiar, también tenían con ellos algún empleado por ejemplo, Manolo Niz, que repartía el pan por las casas. Por las tardes dejaban el horno para que los vecinos hicieran dulces por las fiestas.

Volviendo a la tienda de pueblo, es la de Paquita la que conoce la esencia de tienda de las llamadas de aceite y vinagre, no en vano recibió la distinción en la semana cultural de Haría.

A ver si el próximo año es Mercedes la que pudiera recibir el premio de la casa agrícola.

La sociedad se abría todas las tardes  hasta las nueve de la noche para echar la partida y charlar.

Los domingos abría todo el día, pues a la salida de misa se solía pasar por allí.

A partir de junio destacaban aquí las tardes de la mora, ¿dirán que es esto? Los de aquí lo saben, jóvenes, hombres y mujeres, nos íbamos a Tahoyo a comer moras, sin mirar el dueño del moral, no se respetaba la propiedad, era costumbre, allí donde existía un moral se entraba a la finca a comer.

Además de la panadería destacamos también por su profesión:

La herrería latonería de maestro Fermín.

Tres zapaterías: Juan Rafael y su yerno Jesús, que tanto hacían un zapato doble como un cabestro de burro o camello. Juan Pepe en la plaza que luego emigró a Venezuela y José María García.

José Bonilla Niz por su sastrería que tenía montada en casa de su suegra. Algún terno que otros me hizo. Hoy llamamos traje.

Juanita Rivera y Efigenia Martín, ambas modistas. Doy fe de ello porque mi esposa iba a ambas para que les confeccionaran sus vestidos.

Barberos, tres: Juan Torres, Manuel Relevo y Zenón Luzardo. Me cuentan que Manuel Relevo para coger los recortes se mojaba el dedo con saliva, lo pasaba y con la navaja de barba los hacía.

Tengo una mención especial para la señora Rafaela la del Tefío,  ella cuidaba con todo el mayor esmero a mis hijos gemelos.  

Habían en Máguez estraperlistas, hombres y mujeres: Antonio Betancor, Celestino, Andrea, su hermana, la madre de los hermanos Figueras, que luego se instaló en Arrecife también como comerciante.

La señora Trina Betancor que por las fiestas hacía pirulines y además tenía un don especial para la confección de balayos.

La señora Pilar la de las esteras. Las vendía por la casas,  incluso iba a los pueblos entre otros Ye. A ella le gustaba mucho un vasito de vino. Iba mucho por casa de mis padres, mi madre le sacaba una botella de vino y una taza con gofio. Eso para ella era un manjar, cuchara de gofio y buche de vino, que cuando te dabas cuenta se había bebido la botella.

Mercedes (conocida por Marta) vendía chucherías por las casas.

Rosario la que barría las escuelas, a ella no  le dieras un cepillo, no lo sabía ni coger, barría con una hoja o ramas de palmera. Lo hacía una vez por semana.

Por su labor humanitaria destacamos: Deogracias  Ramírez, era el practicante del pueblo y el veterinario. Por las tardes a diario se ponía a hervir la jeringuilla, esperando los clientes.  También le llamaban como veterinario en el parto de los animales.

Gonzalo el de Guinate, que vivía en Tahoyo,  hacía de curandero, curaba los esconches o colocaba los huesos que se dislocaban.

Nicolás el de las guaguas, persona destacada por el número de hijos, pero más por su labor de realizar encargo en la capital. Estaba dispuesto para traer cualquier cosa que necesitases.

Destacamos también a Bernabé el del Tefío, pues por su trabajo le podíamos llamar polifacético: tanto pintaba, albeaba, cortaba palmeras o raspaba el cuero de los baifos para hacer un zurrón. Su esposa, María Dolores, era la partera del pueblo, según parece su madre lo había sido anteriormente. En todos los pueblos había una comadrona, en Ye señora Sixta y en Haría señora María Luisa.

También tengo que destacar por su relevancia como mujeres coraje:

D.ª Juana Armas  García que al quedar viuda, sin haber trabajado fuera de casa, se fue a trabajar en el hospital insular como auxiliar, le quedaban hijos jóvenes y había que sacarlos adelante. Con ella nacieron mis tres hijos ejerciendo  de comadrona doña Pepita.

Les cuento una anécdota, cuando nacieron mis hijos gemelos, al nacer el primero salió ella y me dice es un niño pero dame  más ropa que viene otro, no esperábamos dos. Según ella quedé totalmente asombrado.

Dª Natalia Níz también dejó su entorno familiar y se fue a las Palmas de Gran Canaria  a trabajar y allí se jubiló. Con la misma meta que doña Juana Armas.

Nombrar también a la rondalla de Máguez, aunque no lleva este nombre, se fundó en Máguez, sus inicios comenzaron con José Luis Santana, luego continuó su apogeo.

Todavía recuerdo verlos trabajando en el salón de la escuela de abajo cubriendo sus paredes con cartones de huevo para que tuviese mejor sonido.

Confeccionamos en Máguez alfombras de sal por el Corpus. La misa era por la mañana y en Haría por la tarde. Con lo cual teníamos menos tiempo.

Mi vida como maestro comenzó en el año 1966,  en ese año aprobé las oposiciones y me dieron plaza en Tiagua, luego en Arrecife, otro curso en Las Palmas de Gran Canaria y  en el curso 1970-71, en el concurso general, me tocó Máguez por siete años.

Recuerdo que llegamos Amparo y yo a sustituir a D.ª Evangelista y su esposo don Juan Berriel.

Existían tres aulas dos en las Casillas y una abajo, que la  regentaba D.ª Joaquina.

No me resultó difícil integrarme en el entorno, porque a todos las conocía. Las señoras: Nieves Niz, Tomasa, Higinia que venía mucho a preguntar por su nieta,  Gertrudes, venía por la tarde para llamar por teléfono a su hijo o a su nieto Paco, sabía que éramos amigos. No en vano él se pasaba días en Ye y yo en Arrecife en su casa.  Encarnación la madre de Severo y Francis co, pues un poco más abajo estaba mi hermana.

También llegaron luego, Feliciano y Susana, con los que entablamos una buena amistad. Tiene una hija de la edad de mis hijos.

En junio de 1973 contraje matrimonio con la que es mi esposa. Ella que trabajaba en Gran Canaria se vino a Lanzarote. Estuvo en Arrecife un curso pero al siguiente se vino a Máguez. Nuestra casa era la de la escuela y yo me fui a Mala.

Ella permaneció en Máguez y a mí me trasladaron a Haría, pero seguimos viviendo en Máguez.

Según mi esposa, donde ella se sintió maestra de verdad fue aquí, aunque la clase era como si fuese escuela unitaria, valía la pena. Te esforzabas en el trabajo pero no tenías problemas de  disciplina. Por las tardes los niños iban a jugar con mi hija. Me contaba una ex alumna, hace un par de días, que ella venía porque la maestra tenía una yogurtera y hacía yogures y los repartía entre ellos.

Por esta época era alcalde don Juan Santana que vamos a destacar de él sus habilidades para conseguir cosas para el municipio siendo el alcalde más joven de Canarias en aquel tiempo. Consiguió el alcantarillado para Haría y Máguez (los primeros pueblos, incluso Arrecife) que lo tuvieron.

Consiguió que en Haría hubiera una rama de Formación Profesional, la Escuela Hogar,el colegio San Juan, el Instituto y mucho más que no voy a enumerar. Actualmente tiene el municipio en movimiento con la Asociación del vino y el queso y la Fundación Clavijo y Fajardo. Mi esposa dice que si fuese niño en la actualidad le hacía un estudio por hiperactividad.

Siendo don Juan Santana alcalde se constituyó en Máguez una asociación de vecinos, de la que formaron  parte  José María, conocido por el de la sociedad en la que estuvo muchos años de conserje, Rafael Curbelo Armas, Jesús Pérez y yo. Los estatutos nos lo ayudó a  hacer D. Gregorio Barreto Viñoly, que estaba acostumbrado a arreglar papeles, era el medidor  que hacía las hijuelas de las herencias y secretario del juzgado en aquel tiempo etc  

En las fiestas patronales, la maestra D.ª Ángeles, con la ayuda de algunas madres realizaba teatro y otras actividades con los niños y niñas, que luego se representaban en la sociedad.

Es en la preparación de las fiestas donde se crea una conciencia colectiva en los pueblos, sobre todo en la obra de teatro, en los ensayos y preparación. No hemos de esperar a que el personal del ayuntamiento nos la haga. De ellos solo lo económico.

Terminada las fiestas, un año la asociación de vecinos hicimos una excursión a Fuerteventura, creo que se inició así las excursiones a esta isla.

Iba un señor mayor, Juan Barrios, que era de Haría, pero vivía con su hija en Máguez que al visitar la iglesia de Betancuria, se emocionó bastante, al recordar parte de la antigua iglesia de Haría en la que había sido monaguillo.

Otro año nos fuimos a Mallorca, viaje organizado por Juan Acuña como presidente de la sociedad, que lo fue varios años.

La sociedad tenía vida, fue él con este grupo el que inició las cenas de fin de año.

Continúa Mari Carmen Santacruz participando en las fiestas, a  ella le encanta el teatro y un año preparó una obra de gran renombre: Jesucristo superstar, que fue un gran éxito. También hacía que participaran la mayor parte de los jóvenes en sus actos y le encantaba cantar, sobre todo la copla.

Es, en estas fiestas, cuando uno recuerda con nostalgia sus vivencias en el lugar, tanto mi esposa como yo recordamos los años vividos aquí como felices, mis hijos disfrutaban, eres maestro de verdad y no cuidador de niño que es lo que se hace muchas veces. Lo que explicabas todo lo empapaban.


El año que nos casamos tuve aquí un curso fabuloso, los quería tanto que los llevé a todos a mi boda. No los voy a nombrar porque si se me puede quedar alguno detrás y no está bonito. De allí salieron, maestros, licenciados y profesores de la universidad, etc.

No puedo esta noche olvidarme de Ita Mary, la hija de Gregorio y María, a la que nos une una buena amistad. Ella nos sacaba de apuros cuando por alguna necesidad tenía que trasladarnos a Las Palmas de Gran Canaria,  sobre todo por enfermedad. Siempre estaba ahí para quedarse al tanto de la clase y la llevaba de bien igual o mejor que cualquier maestra. Hubiera sido una buena profesional.
Cuando hablamos de fiesta se me olvidó mencionar las grandes luchadas que se hacían. No en vano dio Máguez grandes luchadores: el Pollo de Máguez, el Artista, etc. entre otros.

Hablando de “nostalgia” subrayo esta palabra porque me viene el recuerdo de Santa Bárbara en el retablo de su ermita contemplando el púlpito y al abrir el portal los árboles del jardín que rodeaban la ermita por el frontal y la derecha. Ahora se admira el mural de César, gracias al alcalde don Juan Santana que tuvo la luminosa idea de llamarle.

¡Cómo cambian los tiempos! en aquella época no se sabía lo que era “Bien de Interés Cultural” Si se llega a saber no hubiéramos perdido la ermita, una obra del siglo XVIII; no quiero culpar a nadie.

Pero ahora zona “BIC”; algunos odiamos esta palabra, porque por ella está el pueblo, cabecera del municipio, en estado ruinoso.

Decía anteriormente que tanto para mi esposa como para mí fueron aquí años de felicidad y no es por adular. Intentamos comprar aquí y no conseguimos.

Aquí mi hija y mis hijos tenían sus amigos, nos sentíamos queridos.

No nos hacía falta salir de Máguez para comprar. En la tienda de Paquita encontrábamos de todo.

Mire si no nos queríamos ir, que teníamos la casa de Haría terminada y nos daba lástima dejar la vivienda en la que habíamos tenido tantas vivencias y en la que aprendí además la profesión de albañil, no en vano hice una cocina y preparé el baño, además de otras cosas.

Una tarde aparece mi amigo Juan con su coche y dice ahora mismo cargamos tu coche y el mío; así fue como empezamos a cambiarnos.

Como les dije al principio, ha sido un gran honor ser el pregonero de estas fiestas.

Por un lado es mi esposa descendiente de familia de este pueblo. Aquí nos enamoramos por una fiesta de San Pedro en la verbena de Máguez, son mis hijos de aquí y así se sienten y yo también en mi segundo pueblo porque no puede ser el primero. Aunque también me siento orgulloso del mío.

Buenas noches y doy por iniciada la fiesta de Santa Bárbara 2019.