PREGONES DE MALA > Índice
Sr. Alcalde, estimados vecinos. En primer lugar dar lar gracias a la comisión de fiestas, que me ha hecho estar aquí presente como pregonero. Voy a contarles mis vivencias en las fiestas de este pueblo que han sido tan entrañables para mí. Muchos de los mayores, aquí presentes, recordarán algunos detalles que voy a relatar, pero a los jóvenes ni les sonará.
Me tocó vivir ese "Mala" de la falta de casi todo, había mucha escasez, pero cuando llegaban las fiestas de Las Mercedes, como cada año, los vecinos del pueblo albeaban sus casas y muros con cal, traída de las caleras, quedando el pueblo con un aspecto de limpio y cuidado. La comida que se preparaba por esas fechas era muy especial, tengo el recuerdo de aquellos pucheros, los compuestos de carne, y sobre todo los postres caseros.
Ya en las vísperas de las fiestas se tostaban los granos(millo, trigo, cebada, etc.) que eran llevados al molino para obtener el gofio, por aquel entonces estaba el molino del Sr. Francisco y el del Sr. Leandro, también se molía el trigo obteniéndose harina para hacer pan y aquellas tortas tan ricas, se amasaba por las fiestas de Las Mercedes, Navidades, y en alguna otra reunión familiar, e incluso cuando había algún enfermo en casa, que se le daban migas de pan mojadas en leche.
Las fiestas eran momentos de estrenar vestidos y calzados nuevos, vestidos que para muchos eran elaborados por la costurera y para otros eran cosidos en casa, en mi caso particular esos días me ponían como un palmito, aquel pantalón tieso, la camisa almidonada, que apenas podía moverse uno, los zapatos nuevos, que siempre me compraban uno o dos números más grandes para que me sirvieran para todo el año.
Pero cuando regresaba a casa después de la fiesta estaba echo un desastre, con los zapatos en la mano, en la camisa los signos de que ese día me lo había pasado bien, manchas de comida, arrugada y sucia de jugar con los amigos, sin una peseta en el bolsillo, que me duraban lo que tardaba en recorrerme los ventorrillos, en fin, eran momentos entrañables que aún perduran en mi memoria.
Aquellos ventorrillos, hechos de piteros y palmas, desprendían un olor característico a carne de cochino en adobo; había uno donde se forman dentro de él unas parrandas improvisadas en el momento, allí estaban Sr. Esteban con su guitarra, Sr. Yanes, Sr. Antonio, etc., que tocaban desde por la tarde hasta el amanecer.
Los bailes eran los más sonados de Lanzarote, así lo recoge Agustín de la Hoz en su libro "Lanzarote", publicado en 1962, que dice: " Mala es sin duda el pueblo más alegre de Lanzarote y también el más festero. El pequeño vecindario se pirra por un baile, que tiene su apoteosis durante las fiestas en honor a nuestra señora de Las Mercedes, donde todo parece forja poética debido al tipismo canario que en ella se ve, no con ficciones hechas al caso, sino con todo el rigor de sus ancestrales tradiciones".
Éstos se procuraban hacerlos siempre el viernes y el sábado, y a veces un asalto los domingos, la orquesta venía de la Villa acompañada por una tal doña Luz al piano y sus muchachas de vocalistas. Los lunes nos poníamos de acuerdo con los mayores para que nos amenizaran el baile de San Pascual, con los timples y guitarras, que por cierto, en lo que afinaban y se echaban el buchito de vino "p'a entonarse", se pasaba media noche. Este baile consistía en poner una vela con un lazo a la mitad, así desde que se encendía hasta que llegara al lazo, durante ese tiempo, las mujeres invitaban a bailar a los hombres, luego desde el lazo hasta el final, los hombres tomaban el relevo.
Estas fiestas venían a ser de las últimas del final de verano en el Municipio y coincidían a su término, con la salida hacia fuera de los estudiantes universitarios del pueblo. Mala es pueblo donde la cultura ha sido tomada como bandera, ya decía Agustín de la Hoz en su libro "Lanzarote", 1962:
“Son los jóvenes estudiantes quienes abrieron una sociedad de cultura y recreo que ellos mismos titulaban "El Renacimiento", acaso considerando todas las nuevas ventajas que al pueblo ha servido la Universidad a través de sus aprovechados vecinos".
Así, un pueblo con tan pocos habitantes presentaba un alto porcentaje de estudiantes, de todos es sabido que de aquí han salido ingenieros, médicos, abogados, profesores, periodistas, enfermeros, etc., un gran abanico de profesionales de todas las ramas. Bueno, quizás falto algún cura, a pesar de que varios lo intentamos.
Como comenté al inicio, me tocó vivir en una época azotada por largas sequías, "años ruines", como solían decir mis abuelos. Años donde se tenía que ir a buscar agua al pozo, a diferencia de hoy en día, que despilfarramos el agua. El ingenio combatía la escasez. Por no tener no teníamos en casa ni baño ni pozo negro, se utilizaba la bacinilla (recipiente de cerámica o de barro donde se "echaban" las necesidades y aguas menores), de aquí la anécdota de que una madre mandó a su hijo a la pedrera, donde se vertía la bacinilla, a tirarla, y éste ni corto ni perezoso, tiró el contenido y la bacinilla.
Hoy se habla de reciclaje como algo novedoso sin darnos cuenta de que por aquel entonces ya se practicaba en este pueblo desde hacía mucho tiempo, por ponerles un ejemplo, se usaban las latas de conservas o de aceite para fabricar las herramientas usadas en la recogida de cochinilla, como eran las minas y las cucharas; las latas de jamón ovaladas se usaban como recipiente para ordeñar las cabras.
Los balones de fútbol se hacían con las vejigas de cochino, aquellas pelotas de trapo y medias, juguetes hechos con tuneras, etc.
Sin dar nombres, por si se me olvida alguno, de aquellos jóvenes que nos reuníamos para representar obras de teatro, contar chistes, etc., que nos lo pasábamos muy bien, representando para nosotros una fiesta más. Eran meses ensayando todas las tardes, luego pasábamos la obra por las fiestas y por otros pueblos vecinos, se cobraba la entrada y la recaudación se entregaba al señor cura para comprar un manto para la Virgen. De aquellos jóvenes artistas todavía hoy en día, algunos continúan actuando en las fiestas, haciendo el Play-Back.
Recuerdo cuando nos trisquiábamos con tuneras los de Mala Arriba con los de Mala Abajo, de las novenas de Mayo, cuando jugábamos con los fósforos de ratón y nos íbamos a comer higos al Valle. Cuando estando de monaguillo le quitábamos las hostias al Sr. Cura. Cuando en la escuela nos daban leche en polvo y queso amarillo; rezábamos y cantábamos el "cara al sol", gritando al final "Viva España".
De mis siete maestros, D. Juan José, D. José Luís, D. Ángel, D. Sebastián, D. Antonio Cejudo, D. José Robayna, D. José Placeres, de los cuales guardo gratos recuerdos. Mi primera excursión en la escuela, fue en el camión chato que tenía el Sr. Miguel Peña, nos llevó a Órzola y en otra ocasión a despedir a los padritos misioneros a Tiagua. La primera bicicleta que recuerdo como juguete era de mi primo Juamel, él corría con su bicicleta y nosotros detrás; jugábamos al boliche, al marro, a la tarra, la tángana, al fútbol y a la lucha canaria, etc., hoy en día con el vídeo juegos, la play- station, el Internet, y los móviles.
Por aquellas fechas venía un moro a vender camellos y nos sorprendía a los niños como rezaba a la salida y puesta del sol. Hoy son tantos los que vienen que no da tiempo de verlos rezar. De cuando el Sr. Antonio "el cartero", traía aquella carretilla con las raposas de pardelas saladas, hoy especie protegida. Los vecinos nos reuníamos en peonada para plantar cebollino, para tender arena, para poner un techo de alguna vivienda en construcción, para el enmanillado del tabaco, donde con el Sr. Rafael Díaz rezábamos el rosario.
Pienso que se están perdiendo las buenas costumbres, nos enseñaban a dar las gracias cuando nos ofrecían algo, de aquí la anécdota de una señora que con su hijo nos visitó y mi madre le invitó con unos roscos y la señora le dijo al niño:
¿Cómo se dice? ; Éste respondió: ¡Están buenos, dame otro!.
Mi abuela siempre nos enseñaba que había que saludar a los mayores, pedir la bendición a los abuelos, yo recuerdo su saludo que decía: ¡Buenos días!.
¿Cómo amaneció?
¿Y por casa, todos bien? ¿Y el ranchito?
Antes, la familia tenía muchos hijos, de ahí que preguntaran por el rancho, hoy en cambio, con uno o dos hijos ya no hay rancho. Los jóvenes de hoy pasan con la cabeza agachada y no saludan. También noto que antes nos conocíamos todos y cada uno de los que vivían en el pueblo, ahora se ha convertido en pueblo dormitorio y muchos son desconocidos y otros muchos son extranjeros.
Antes los mayores del pueblo se reunían a "cabildigar" por las tardes en el molino. Los chinijos nos reuníamos también y cuando se hacía la hora de comer o de recogemos por la noche, una madre se detenía en una esquina y gritaba un nombre agudo y alargado ¡Paquitoooooo! Y entonces, nos despedíamos y corriendo nos íbamos cada uno para su casa. Hoy se les llama o se les envía un mensaje por el móvil.
Como conclusión final, quiero decir que las cosas de antes no eran ni mejores ni peores que las de ahora, sino diferentes; ahora estamos inmersos en una época dominada por la tecnología y las telecomunicaciones, una época donde nuestros hijos han crecido bajo una sociedad democrática, abierta a los cambios, al diálogo y tolerante.
También quisiera recordarles a las instituciones públicas y privadas, que juntos con nuestro pueblo, debemos conservar nuestra cultura e idiosincrasia de lo que siempre nos hemos sentido orgullosos.
¡Buenas noches! ¡Y que pasen unas felices fiestas!