PREGONES > Pregones de Yé
¡Buenas noches! Señor Alcalde, señoras y señores, es para mí un honor que la Comisión de Fiestas me haya invitado para ser el pregonero de la fiesta de este pueblo, mi pueblo, nuestro pueblo.
Comenzaré definiendo la palabra pregón: Es lo que se hace o dice en un lugar público de algo importante o interesante, y pregonero: es aquel que lo hace o lo dice.
En este caso el pregonero voy a ser yo, pero creo que lo que voy a decir no vaya a ser importante, en cualquier caso, sí puede ser curioso o interesante.
El pregón lo voy a basar en mi vida en el pueblo a través del tiempo y la vida de las personas que para mi manera de ver han destacado en el lugar.
He nacido en el seno de una familia numerosa, soy el noveno de diez hermanos. De padres agricultores y hermanos, en su mayoría, dedicados a lo mismo.
Mi infancia pasó como la de cualquier niño del pueblo de aquellos tiempos. Una infancia feliz porque nos conformábamos con lo que teníamos a nuestro alcance.
Se jugaba al fútbol en la calle (sin asfaltar). Con balones hechos de las medias gruesas de las madres, llenas de trapos, que ellas mismas nos hacían.
Tenía la ventaja de tener amigos cerca, pues vivían muy cerca dos familias numerosas mías: la familia de Emeterio Perdomo y la de Domingo Cedrés.
Ambas tenían hijos de mi misma edad. Íbamos juntos a la escuela. Sobre todo con Antonio, que es de mi tiempo.
Recuerdo que cuando veníamos de regreso pasábamos por casa de su abuela: la Señora Nieves, que nos decía refranes.
En un principio a la escuela iban las niñas por la mañana y los niños por la tarde. Recuerdo, vagamente, como primeros maestros a Don Félix y luego a Don Antonio.
Para mí el maestro fue Don Arcadio que aún recuerdo sus apellidos: Morales Amado.
Fue Don Arcadio quien me animó a estudiar y me guió en los estudios hasta tercero de Bachillerato (desde aquí un recuerdo para él).
Él se integró muy bien el pueblo, se hizo con un grupo de amigos con los que salía de comidas y jugaba por las tardes a la baraja, en la cantina de Guillermo.
Todos los niños le teníamos un gran respeto, como entrásemos en la cantina y no saludásemos, al día siguiente nos llamaba la atención en clase.
Cuando me animó a que me examinara de ingreso de Bachillerato, le dije que sí, pero que hablase él con mis padres.
No fue fácil, porque en mi casa no había estudiado nadie, pero por fin convenció a mis padres y aceptaron.
Él se prestó para ir conmigo a Arrecife a hacer el examen. Recuerdo que teníamos que levantarnos temprano, porque la guagua salía de Máguez a las siete de la mañana.
Él dejaba en la escuela para sustituirle a la Señora Margarita García, conocida por Margarita la de Señor Gumersindo, incluso la dejaba algunos días que se ausentaba a Gran Canaria.
Con él seguí estudiando hasta que marchó a Gran Canaria, porque era de allí y además su familia nunca se vino a vivir con él. Estuvo aquí siete años.
En tercero de Bachiller como había Latín y Francés teníamos que ir a Haría a la Academia. Digo teníamos porque también estudiaba en ese tiempo Juana María, la hija de la maestra (Doña Carmen).
Doña Carmen también me ayudó mucho, pues como estudiábamos libres y nos examinábamos en Junio en Arrecife, siempre se suspendía alguna asignatura.
Ella en verano me decía que fuese a su casa a estudiar con su hija y lo que no entendíamos nos lo explicaba, para luego examinarnos en Septiembre.
Ya en cuarto de Bachiller lo pasé entre Máguez y Haría, puesto que tengo hermanas en ambos pueblos.
Recuerdo que cuando me quedaba en Haría, el padre de mi cuñado me dejaba su burra para que no viniese caminando el fin de semana.
La Reválida de cuarto de Bachiller y el ingreso de Magisterio me los preparé en Máguez, en la Academia que tenían Ginés y Clarisa, dos maestros que se habían casado y no tenían trabajo.
Incluso Clarisa, a través de una amiga de La Laguna, se encargó de que a un amigo y a mí nos matriculasen en la Universidad del ingreso de Magisterio. De ahí me viene la amistad de los amigos que tengo en Máguez.
Luego los tres años de la carrera los hice en Las Palmas de Gran Canaria, donde también tengo hermanos: Emilia y Rafael. En sus casas me quedaba para estudiar.
Durante el Bachiller mi madre no me lo puso fácil. Había que ir al campo, había que hacer algún trabajo en la casa, si me despistaba y ella iba y no lo había hecho, se pasaba por donde yo estaba, me quitaba los libros y me decía vete a hacer lo que te dije y cuando termines te pone a estudiar.
Aquí no había luz, por las noches había que estudiar con un quinqué o con velas. A veces por las mañanas te ibas a sonar y el pañuelo se salía lleno de hollín.
Terminada mi carrera en el año 1965 y aprobadas las oposiciones en el año 1966. Mi primer destino fue Tiagua, con 50 niños a mi cargo y una escuela no como la de Ye, sino un almacén con unos bancos largos y sin respaldo, donde se sentaban cuatro niños.
No había baño ni para niños ni para el maestro, se iba a unas gañanías que existían detrás del almacén. Todavía existe dicho almacén.
Haría siempre ha tenido el privilegio de que todos sus alcaldes se han preocupado por la cultura, desde Don Mariano hasta ahora. Digo esto porque habiendo estudiado yo en una escuela nueva y con vivienda para el maestro, cojo mi primer trabajo y me encuentro con aquello.
Estuve también un curso en Arrecife donde tuve muchos alumnos de matrimonios de Ye, que vivían en Altavista y allí no había colegio. Iban al "Colegio Benito Méndez" de Santa Coloma.
El resto de mi vida profesional lo pasé entre Máguez y Haría, aunque por motivos de estudios de mis hijos me trasladé a Las Palmas de Gran Canaria donde me jubilé.
Comentaba en un principio que jugábamos con balones de trapo o con pelotas de goma, pero ya más granditos nos íbamos a jugar a casa de Don Juanito Curbelo, tenía cuatro hijos, uno de ellos de mi edad, él preparó un campo de fútbol delante de su casa, donde hoy es el aparcamiento del hotel rural, aquella era su casa. Hasta que luego él, con su familia, marchó a vivir a Las Palmas de Gran Canaria.
Cambiando de tema, a mi modo de ver, los pilares básicos en los que se fundamentaba la vida del pueblo eran:
En primer lugar, Doña Margarita Barreto (más conocida por Margarita Curbelo, apellido de su marido). En torno a ella giraba gran parte de la vida del pueblo, puesto que en sus fincas, que eran muchas, trabajaban la mayoría de los obreros del pueblo.
Ella poseía una graN extensión de viña, llegando a tener una de las mayores bodegas de la isla. También existían otras dos bodegas: La Torrecilla y Los Almacenes, aunque en menor cuantía.
Era Doña Margarita una mujer de grandes cualidades morales, éticas y religiosas. De las personas auténticas. Se desvivía por ayudar a los demás.
Era de las jefas que cualquier trabajador quisiera tener.
Su casa estaba abierta a todo el pueblo, para pedir favores, como utensilios del campo, para utilizar su cocina de horno.
Su ama de llaves que era la Señora Marina Cedrés, también era una gran mujer que se desvivía por ayudar.
Poseía Doña Margarita camión y coche y siempre que alguien del pueblo lo necesitase estaba dispuesta a dejarlos, con Pedro García de chófer.
Cualquier visitante que llegase al pueblo, su casa era la residencia y a pensión completa.
Me viene a la mente el recuerdo de los padres Capuchinos, que estuvieron aquí un mes en misiones (P. Raimundo y P. Manolo) y su casa fue la residencia.
En la época de Carnaval también se iba a su casa a hacer los dulces, era ella la única que tenía cocina de horno y la Señora Marina asesoraba.
Los trabajadores de esta Señora, por las mañanas acudían a la bodega a echarse sus vasos de vino antes de ir al campo. En la bodega había también gofio y azúcar por si alguno quería hacerse la rala.
Había aquí algún que otro hombre que desayunaba con vino y gofio con azúcar, sobretodo en la época del aguapata.
El aguapata la daba la bodega para los trabajadores.
Llegado octubre, el pueblo se animaba, después de un verano sin vino, porque antes, todo se vendía. El aguapata hacía que la alegría volviera. Recuerdo que se decía después de quince días y quince noches ya se puede beber.
Aquí la bebida típica era el vino que, para no beberlo sólo, muchas veces se bebía con agua Moya o Clipper.
No había nadie que estuviese alcohólico, puesto que el vino es la única bebida recomendada.
Es más, hace poco leí en la prensa un estudio de la Universidad de Navarra en el que se dice que el vino levanta la líbido.
Así que jóvenes a beber más vino y menos cubalibre.
En segundo lugar, destacamos las salinas de debajo el Risco, que daban trabajo a unos cuantos hombres del pueblo, que con tesón y valentía bajaban y subían todos los días el Risco. Les llamábamos los salineros y el camino por donde pasaban camino de los salineros.
Al subir incluso traían leña y depósitos con agua en época de sequía.
Por el camino de bajada existían unas fuentes que ellos mismos mantenían limpias, incluso otras gentes del pueblo acudían a ellas, pues se podía llegar con burro.
En tercer lugar, un pilar muy importante en la economía del pueblo eran otro grupo de hombres arriesgados: los estraperlistas (Guillermo, Vicente, Antonio, Francisco,...).
Compraban el queso un día a la semana, generalmente los lunes o los martes, porque los miércoles iban a Las Palmas de Gran Canaria a venderlo y regresaban a los dos días.
A parte de ellos sacarse un dinero, mantenían viva la economía del pueblo, puesto que muchas familias sabían que todas las semanas disponían de un dinerito extra.
También sus mujeres colaboraban, eran ellas muchas veces las que iban por las casas en busca del queso. Cada uno tenía a sus clientes.
Estos hombres pasaban muchas peripecias, aparte de lo que conllevaba viajar en barco y en los de aquella época. Se quedaban en una trastienda en La Isleta, en un bar que tenía el Señor Aniceto, que era un hombre que procedía de aquí, creo que de Guinate.
Para llevar más cantidad de queso también se iban a comprar a Máguez y Haría, a donde llevaban un burro para traerlo.
Estos hombres también hacían un buen servicio al pueblo, pues cualquier favor o encargo que se les hiciese de Las Palmas de Gran Canaria ellos si estaba a su alcance lo hacían.
Recuerdo, estando yo en Las Palmas de Gran Canaria, ir por donde ellos pasaban, porque mi madre siempre me mandaba algo, o porque yo tuviese algo que mandar, por ejemplo productos de la farmacia de Don Emilio Curbelo.
Desde aquí pido para ellos un reconocimiento del Ayuntamiento de Haría. Igual que lo han hecho con Don Nicolás, el de la guagua, por los favores que hacía por ser chófer de guaguas de la línea de Máguez a Arrecife.
Guillermo además abría la cantina. Unas veces los fines de semana y otras todos los días.
Hablando de Guillermo recuerdo que siendo yo Concejal de Sanidad del Ayuntamiento, Sanidad exigía tener el carnet de manipulador y fue él quien vino a hablar conmigo para ver que hacía, yo le dije "no te preocupes que todo el que quiera va a tener su carnet".
Le pedí el favor a Radio Ecca que me diera un curso de manipulador. Los reuní a todos en un salón del Colegio de Haría y tanto los bares como las tiendas, todos, lograron tener su carnet. Pues los test los llenamos todos juntos.
Estaba de Maestro de Radio Ecca, Zenón, un conocido mío.
En cuarto lugar, tenemos a Doña Carmen, la maestra; ella fue una institución en el pueblo, porque, aparte de ser la maestra de varias generaciones, tuvo tienda, panadería y además el cine.
El panadero era Don Luciano (su marido) y el Señor Tomás Niz.
En un principio amasaban sólo los fines de semana, pero luego todos los días. Aparte de vender el pan en el pueblo, también lo vendían en Máguez y Haría. Recuerdo a Claudio con su burro negro ir a venderlo. Creo que de ahí le salió la vena de comerciante.
Recuerdo una anécdota de Doña Carmen, que en una visita que hacían los inspectores a la escuela le pidió la lista de alumnos y al abrir el libro lo primero que encontró fueron las facturas de harina. Se llevó un rasque, pero no pasó de ahí.
Nos lo contó estando estudiando su hija y yo en su casa, al marcharse la inspectora.
Don Luciano eran quien los fines de semana ponía un Cine en un salón de su antigua casa, donde tenía la panadería y la tienda.
A veces nos sentábamos hasta encima de los fardos de tabaco. En Ye se cultivaba mucho tabaco y Don Luciano uno de los que compraba.
Doña Carmen se sentía muy agradecida de su pueblo. Según ella me contó, terminada la Guerra Civil, fue separada del Cuerpo, por decirse que era de los republicanos y fueron muchos vecinos de aquí quienes le firmaron pidiendo que fuese incorporada, que no suponía ningún peligro para la vida social del pueblo.
Ella una vez hablando me dice: "Un consejo te doy, no te afilies nunca a ningún sindicato, porque por estar yo afiliada al sindicato del partido comunista y acabada la Guerra Civil, y saqueadas las oficinas de los sindicatos, me encontraron en una lista".
En quinto lugar, tenemos a Don Emilio Curbelo. Era una persona que adoraba a su pueblo. Recordemos la inauguración de su casa a la que nos invitó a todos. Él pensaba pasar aquí el final de su vida, lo que la muerte le sorprendió antes de su jubilación.
Era un hombre muy servicial, cualquier persona que fuese de aquí a Las Palmas de Gran Canaria, en busca de médicos o cualquier otra causa, siempre estaba dispuesto a ayudar.
Era tal la admiración que tenía por su pueblo de Ye (como decía él) que hablando en la farmacia con sus clientes cuando cualquier persona de Lanzarote llegaba siempre comentaba: "tenemos la montaña más bonita de las Islas, parece la Corona de Isabel la Católica".
Estando estudiando en Las Palmas de Gran Canaria, solía ir por la farmacia y una de las veces hablando siempre de lo mismo me encargó un plano en el que apareciera la playa de bajo el Risco y las salinas y una carretera por Camino Viejo. Decía "aquí se puede hacer la zona turística más hermosa de la isla".
Al visitar la isla de El Hierro hace años comprobé que si allí se pudo hacer una carretera para ir de Valverde a Frontera, por un risco con más pendiente, aquí también se podía hacer. Ahora ya no hay carretera, la han cambiado por un túnel. En las otras islas, no hay problemas para las obras, las pegas siempre son en la nuestra.
Citemos también como personaje destacado de este pueblo al Señor Tomás Niz, que aparte de ser panadero, como dije anteriormente, no le destacamos por esto, sino por ser el alma de los carnavales del pueblo.
Era él el que organizaba las comparsas. Todavía recuerdo cuando con un grupo preparó una comedia carnavalera en la que él representaba el personaje de Araceli...para recorrer con ella las calles y casas del lugar.
Este pueblo siempre fue de tradición carnavalera, más que cualquier otro del municipio. Aquí los Carnavales empezaban el domingo y terminaban el miércoles de Ceniza.
Sobretodo el lunes y el martes, las parrandas recorrían las calles del pueblo y a su paso los puestos se abrían para brindar con los dulces, hechos para la ocasión, y sus bebidas correspondientes. Entre ellas la mistela que era la más típica que se hacía aquí artesanalmente.
Por las noches, los bailes correspondientes, de timple y guitarra. Pues la mayoría de los hombres del pueblo sabían tocar. Se enseñaban unos a otros.
En las parrandas los hombres solían ponerse encima de sus ropas un traje de sus novias. Me viene a la mente Pancho con un traje de Obdulia.
Por cierto, Pancho era el lañador del pueblo. A él íbamos para recomponer los platos u otros utensilios de loza. Pues antes los platos se arreglaban cuando se rompían.
Él también solía hacer anillos con una moneda de real.
También me viene a la memoria la figura de Doña Luisa Cedrés. Era ejemplo de la auténtica mujer canaria. La recuerdo además porque hacía como ninguna los crocantes. Se hacían con azúcar en una sartén. A veces le ponía almendras o manices. De muchachos íbamos a su casa para que nos lo hiciera. Ella nunca ponía impedimento (nosotros decíamos colocantes).
No podemos olvidar tampoco la figura de la Señora Sixta, la comadrona del pueblo. Siempre estaba dispuesta a la llamada que se le hiciera. Aunque ella pasaba mucho tiempo por casa de Doña Carmen.
Yo recuerdo como anécdota, cuando nacieron Juan Ramírez y Emilio Cedrés, ambos vecinos, que Sixta corría a una casa y a otra. Lo recuerdo porque Antonio y yo parábamos siempre por aquella carretera jugando.
Tampoco olvidemos a Nieves (la de Ginés). Así la conocemos. Para mí hizo una buena labor con el teléfono. Cuando nos llamaban ella siempre estaba dispuesta a avisar. Para que luego nos volvieran a llamar o lo que hacíamos nosotros.
Todavía ella recordará la lata que le di yéndome a llamar a la Esquinita (le decimos así al lugar donde Doña Margarita tenía los garajes). De allí me gritaba, porque en un tiempo tuve una amiga que trabajaba en la Telefónica, en Arrecife, y como no pagaba las llamadas a cada momento me llamaba.
Lo hacía conmigo y cualquier que lo necesitase. Luchamos tenazmente en este pueblo por tener una iglesia.
En un principio Doña Margarita había regalado el solar y se hicieron los cimientos y como un metro de alto de pared. Así quedó largo tiempo. Pues antes venían los moros a Lanzarote a intercambiar camellos y éste era el lugar donde acampaban.
La iglesia se cimentó grande porque Ye estaba considerado como parroquia, aunque nunca tuvo archivo a parte de la parroquia de Haría.
Al llegar Don Enrique Dorta como cura de Haría luchó porque todos los pueblos del municipio tuviesen su iglesia y su Santo patrón o patrona.
A Ye lo puso bajo la advocación de San Francisco Javier. Fue un Santo aventurero, luchador, arriesgado en su labor de misionero y con un gran tesón. Él decía que pegaba mucho con las aptitudes de este pueblo.
Recuerden que este pueblo fue muy luchador, recuerden que hasta se llegó a ir a trabajar a la zafra del tomate a Gran Canaria. Algunos encontraron allí su medio de vida y se quedaron.
Nos unimos y cada vecino se comprometió a aportar una cantidad de dinero. La iban aportando para comprar materiales y pagar al albañil, pues los peones iban sin cobrar, eran los hombres del pueblo que se turnaban.
Estando a altura del techo un temporal la tiró. Se decía que las paredes no estaban lo suficientemente agarradas.
Luego se volvió a levantar, llegando a estar de nuevo casi a altura del techo. Pero esta vez bien hecha. Así estuvo varios años.
Hasta que en época más reciente, en la legislatura de Don Juan Ramírez como alcalde, se terminó.
Aunque tengo que apuntar que, a mi modo de ver, no debió haberse techado de esta forma ya que parece el techo de un almacén.
Este estilo de iglesia como mínimo debe ser de dos aguas. De esto no culpo al Alcalde sino a los técnicos cualificados a los que se les paga para que asesoren y guíen, pues son ellos los que entienden de construcción y estilos.
Podía haber sido una iglesia orgullo del municipio en su estilo, pues es la mayor.
Para comprar la talla nos reunimos un grupo de jóvenes del pueblo para preparar una obra de teatro. Le pedimos al maestro de aquella época, Don Juan González, que supervisara nuestros ensayos.
Debutamos en Ye en la antigua escuela, también iglesia. Tuvimos lleno total. Era para una buena causa.
Luego por las fiestas del Carmen, Don Enrique nos animó a que fuésemos a La Graciosa, donde también tuvimos un gran éxito.
Más tarde otro grupo de mujeres, de las que recuerdo a Quina, la sobrina de Mirita que era una de Las Palmas de Gran Canaria pero que pasaba temporadas aquí, prepararon otra obra.
Recuerdo a Quina porque dominaba muy bien la canción española. Con el dinero recaudado se compró la talla del Santo Patrón.
Aún aquí sigue el amor por el teatro. Pues hace poco hablando con Juliana me dijo que ya llevan 19 años haciendo teatro, pequeñas obras pero de gran valor costumbrista.
El Santo Patrón llegó en marzo y se celebró la fiesta digamos de bienvenida.
Pero el día de su fiesta es el tres de diciembre, lo que es costumbre celebrarlo en fines de semana para que puedan acudir los hijos del pueblo que viven fuera y durante la semana no pueden venir.
En la época de las fiestas Don Enrique en su honor celebraba novenas para animar la vida del pueblo no solo en el culto religioso sino también cultural y educativamente. Él daba charlas y conferencias.
Se ensayaba un himno al Santo para cantarlo en las procesiones.
Como ven Don Enrique fue un hombre que se implicó mucho en la vida de los pueblos.
Fundó la Academia, en Haría, que luego se convirtió en Colegio Libre Adoptado y luego en Instituto. Con él creció abrumadoramente el número de estudiantes en el municipio, pues puso los estudios al alcance de todos.
Siento lástima de que su pueblo no le haya considerado como él se lo merece.
Él llevó a muchos seminaristas, pero sé que no lo hacía para que todos terminasen de sacerdotes sino que lo consideraba como un trampolín para cuando se salían terminar otras carreras. Otros sí que se quedaron de sacerdotes, pero fueron los menos.
Han puesto una calle a Nicolás el de la guagua, por los favores hechos a los vecinos del municipio, sobre todo de Máguez, en sus idas y venidas diarias a Arrecife.
Una calle a Encarnación por el teatro. Un monumento a un luchador, resaltando el deporte vernáculo.
Todo esto lo encuentro correcto. Pero parece que la formación educativa importa bien poco, porque él no se merece, se merece que el centro educativo de mayor rango tenga ya en su fachada: "Instituto Reverendo Enrique Dorta Alfonso".
En sus mejores tiempos este pueblo llegó a tener entre quinientos y seiscientos habitantes.
Luego la gente fue marchando a Arrecife en busca de mejor vida, pues en Arrecife funcionaban las fábricas de conservas de pescado que daban trabajo a hombres y mujeres.
Lo interesante del pueblo fue que en su mayoría siguieron conservando sus casas y ha vuelto a resurgir, ya sea con los jubilados o con gente joven que prefieren vivir aquí, donde se respira más paz y tranquilidad.
De tal manera que este Teleclub es de los de mayor movimiento del municipio.
He de recalcar que hay que agradecer a estos jóvenes y otros no tan jóvenes que año tras año se esfuerzan y esmeran para que las fiestas cada año salgan mejoradas.
Esto no sucedería si no fuera por el sacrificio, esfuerzo y tesón de este grupo de personas.
Sin más con mi humilde pregón doy por iniciadas las fiestas de San Francisco Javier de mi pueblo, nuestro pueblo, correspondientes al año 2010.
D. Manuel Jesús Betancor Montero. Pregonero de las Fiestas San Francisco Javier de Yé-2010.