PREGONES > Pregones de Yé

 

 

Buenas noches: Vecinos y vecinas de Yé.

 

 En primer lugar quiero dar las gracias al Señor Alcalde por haberme propuesto PREGONERA y por su presencia y presentación en este acto, también doy las gracias a la Comisión de Fiestas.

En segundo lugar, para mi es una gran alegría y satisfacción, estar esta noche, en este pueblo donde he vivido, parte de mi vida, y que siempre lo llevo en mi corazón.

Quiero empezar hablando de cómo fue mi infancia y parte de mi juventud en este pueblo.

Era un pueblo que carecía de lo más elemental: agua corriente y luz eléctrica; por ello había que lavar a mano en una pila y cargar el agua en cubos desde un aljibe que en algunos casos estaba bastante distante de las respectivas casas. Recuerdo con mucho cariño a la señora Sixta, que aparte de hacer estas labores domésticas, hacía las veces: de practicante y comadrona. Al no haber corriente eléctrica, la conservación de la carne se hacía introduciéndola en una especie de tinaja con manteca de cerdo y el  resto de los alimentos no se estropeaban debido a la climatología fría que predominaba en el pueblo.

Me llamaba la atención que era el único pueblo de la isla que no tenía una fiesta, pensaba: ¿Qué raro? HARÍA, con sus fiestas de Santa Rosa, San Juan y las Nieves.

MÁGUEZ, con sus fiestas de: Santa Bárbara y San Pedro y hoy me alegro de que YÉ tenga su propia fiesta: SAN FRANCISCO JAVIER.

Era una vida sana y tranquila. Por las tardes jugaba con las niñas del pueblo, las recuerdo perfectamente. Eran: amables, buenas y cariñosas.

Algunas tardes iba con mi hermana Carmita a las Rositas a casa de Juanita Navarro a comer moras, para mí era como una fiesta. Otras tardes acompañaba a mi madre a casa de algunas señoras del pueblo y allí pasábamos la tarde.

La casa de Doña Filomena era como mi propia casa, al estar tan cerca de la casa-escuela, le decía a mi madre: "voy para allá", y sin más explicaciones sabía a donde iba. Recuerdo que me sentaba a su lado en un banquito mientras Doña Filomena hacía el queso y me daba cuajada y sueros que tanto me gustaban y me siguen gustando.

Teníamos casa primero en Máguez y luego en Haría y los fines de semana y algunas tardes nos trasladábamos a estos pueblos porque había más distracciones.

No quiero terminar de describir mis vivencias en YÉ, sin mencionar a mis hermanos Carmita y Paco. Vivieron en el pueblo y después se trasladaron a estudiar a Las Palmas. Mi hermana hizo la carrera de practicante lo que hoy es enfermería; mi hermano hizo bachiller y al no querer continuar sus estudios, mis padres tomaron la iniciativa de emprender el negocio del cine, con el fin de que mi hermano tuviera una actividad, además de contribuir a extender la cultura del cine por los pueblos del Municipio y con posterioridad establecer el cine con carácter permanente en Arrecife, con el nombre de "Cine Toledo".

En cuanto a otras distracciones, recuerdo que en la parte alta del pueblo EL TEFIO, se encontraba la cantina de Don Domingo Perdomo, y al lado había una especie de casino donde celebraban baile los sábados y domingos por las noches, tocaban el timple y la guitarra. Algunas mujeres cantaban y si estaban enfadadas con sus parejas les lanzaban indirectas, lo cual era motivo de divertimento entre los vecinos.

 

En cuanto a lo religioso:

 

YÉ es un pueblo que se ha caracterizado por su devoción, oían misa todos los domingos impartida por Don Enrique Dorta, párroco de Haría durante tantos años. Siempre recuerdo que Don Enrique desayunaba en nuestra casa una vez finalizada la misa.

Algunos años en Semana Santa venían unos Padres Capuchinos que daban conferencias y algunas noches los vecinos se levantaban de sus camas para ir al Rosario de la Aurora, que consistía en ir cantando por las calles del pueblo de madrugada.

Y en este aspecto religioso no puedo dejar de hacer mención a un vecino ilustre de este pueblo que llegó a ocupar un puesto importante en la jerarquía eclesiástica Don Policarpo. Se nos fue pronto, pero siempre le recordaremos con cariño.


 

En cuanto a la economía:

 

 La base era la agricultura y ganadería:

 

La agricultura estaba constituida por los cultivos de: papas, cebollas, legumbres y viñedos. YÉ era el pueblo del Municipio de Haría con más viñedos y bodegas. La mayoría de los agricultores trabajaban en las fincas de Doña Margarita Barreto. El mayor problema que existía para la agricultura era la escasez de lluvias, ya que algunas veces transcurrían hasta dos años sin llover, siempre mirando al cielo para ver si aparecía alguna nube que trajera la tan deseada lluvia, pero esta tierra es tan milagrosa que si llueve "un poco" durante el año es más que suficiente para obtener una buena cosecha.

Lo más temido por los agricultores era cuando algunos años en el mes de Agosto venían dos o tres días con temperatura superior a 40 grados y se echaba a perder toda la cosecha de uva, después de haberse pasado todo el año trabajando en ese cultivo para obtener una buena producción.

En mi mente persiste la imagen de ver, desde muy temprano, a los hombres con "su cestito" donde llevaban su comida al lugar de trabajo. Lo hacían de sol a sol; salían muy temprano y regresaban al atardecer. Era una época muy dura; los alimentos que llevaban: gofio, jareas, pescado frito, frutos secos, etc. Al regresar a sus casas sus familias les tenían preparado comida caliente: potajes con carne, carne en adobo, etc. Todo esto lo obtenían de la matanza de cerdos que criaban en sus casas; además de gallinas y cabras lo que contribuía a mejorar su economía.

Cuando había excedente de producción, se exportaba a Las Palmas de Gran Canaria.

Los vecinos eran solidarios, se prestaban los animales y la Era, que se necesitaban para trillar la cosecha: trigo, cebada, legumbres, etc. El trillo era arrastrado por burros o camellos, cuando era por camellos nos dejaban subir a los niños y dábamos unas vueltas, lo que nos resultaba muy divertido.

Siguiendo con mis recuerdos, todavía me parece escuchar el canto del gallo "al amanecer", era como un despertador.

Los vecinos del pueblo solían tener cabras, y de la leche obtenida hacían queso o simplemente vendían la leche de forma directa.

Para obtener alimentos había en el pueblo dos tiendas: la de Doña Nieves (frente al colegio) y la de Doña Guadalupe (en el Tefío), tenían lo imprescindible, hasta incluso algún medicamento para calmar algún dolor momentáneo como por ejemplo "Okal". Sin embargo de vez en cuando era necesario trasladarse a Arrecife para obtener productos que no se encontraban en el pueblo.

El único teléfono público que había en YÉ se encontraba localizado en la casa escuela, más tarde lo trasladaron a la tienda de Doña Nieves, debido a que mi madre se solía ausentar de la casa por sus obligaciones docentes.

 

Hoy para mí es un día muy especial y emocionante, es la casa donde he vivido durante tantos años y me viene un cúmulo se sentimientos y recuerdos. Me he quedado con muy poca familia; mis hermanos se fueron jóvenes y mis padres fallecieron en un intervalo de diez días, pero Dios me ha ayudado a superar y seguir adelante.

A pesar de que en el pueblo, como he dicho "apenas había lugares de distracción", cuando me fui a estudiar fuera de la Isla, primero al colegio de las Madres Dominicas en Las Palmas de Gran Canaria y más tarde a la Universidad de la Laguna en Tenerife, siempre desde la distancia echaba en falta todas esas cosas que ya he expuesto. He sido profesora de geografía e historia en institutos de La Palma, Las Palmas de G.C. y durante muchos años en el Instituto Zonzamas de Arrecife, hasta que solicité la excedencia y me fui a vivir a Madrid, debido a que mi marido "Juan" tenía allí su trabajo.

 

Y me toca ahora hacer mención a la figura de mi madre (Carmen Toledo Ortiz).

Fue maestra por vocación, amaba su profesión, era una época en la que estudiaba muy gente porque tenían que realizar los estudios en Gran Canaria.

Estuvo dando clases en este pueblo durante 40 años, tenía el orgullo de decir que dio clase a tres generaciones: madres, hijos, nietos; y que en el pueblo no habían analfabetos, según me contaba los primeros años en YÉ impartió las clases en unas condiciones infrahumanas, en un salón que solo tenía capacidad para treinta niños y llegó a tener hasta cincuenta.

Se turnaban los pupitres y los que quedaban fuera se sentaban en bancos que llevaban de sus propias casas y otros se sentaban sobre piedras. Era un colegio mixto.

Con su constancia logró que se construyese un nuevo centro escolar, hablaba con inspectores y con todas aquellas personas que de alguna u otra forma estuviesen relacionadas con el tema.

Al construirse el nuevo colegio dejo de ser mixto, recuerdo algunos maestros como Don Arca dio, Don Rafael, Don Juan, etc.

Su ilusión era que estudiasen y que a través de la academia de Haría, fundada por Don Enrique Dorta pudiesen hacer bachiller. Muchos se hicieron maestros, porque desde Gran Canaria se desplazaba un tribunal para examinar de magisterio. Algunas personas de este pueblo que tienen carrera se lo deben a mi madre que les ayudaba con clases particulares de forma totalmente altruista.

En época de la recolección de papas muchos de los niños no acudían a clase porque sus padres se los llevaban al campo, las madres procuraban no encontrarse con mi madre, pero ella siempre entendió que si hacían esto era porque realmente lo necesitaban.

Con su método de enseñanza, los niños aprendían a leer y escribir muy rápido por lo que obtuvo, en varias ocasiones, el máximo reconocimiento de los inspectores de enseñanza por su labor docente.

Al disminuir el trabajo en YÉ, parte de los habitantes se trasladaron a vivir a Arrecife para trabajar en las diversas factorías que en aquella época se habían abierto por allí. Entonces la escuela se quedó con pocos alumnos y los inspectores querían cerrarla pero, mi madre luchó con el fin de que se mantuviese algunos años más y que los niños pequeños no tuviesen que trasladarse, en una guagua, al colegio de Haría; pero llegó un momento que sólo quedaron cuatro niños y los superiores decidieron clausurarla, ya que con ese número de alumnos no se podía tener un colegio con actividad.

Entonces tuvo que trasladarse con gran pena y llorando a un colegio de Arrecife.

Habituada a los niños de YÉ: buenos, estudiosos, disciplinados, incapaces de dar una mala contestación a su maestra; se encontró con todo lo contrario, niños que se negaban a hacer los deberes, etc. A consecuencia de todo ello su estado de salud se fue deteriorando y no le quedó más remedio que jubilarse.

Y ya estando viviendo en Arrecife, muchos ex alumnos de YÉ acudían a casa para que les extendiese un certificado que acreditase que tenían los estudios primarios, ya que sin él no podían trabajar en las diversas factorías. Prestaba su ayuda a todos los del pueblo que la necesitaba.

Amaba al pueblo de YÉ, siempre lo llevó en su corazón y no soportó dejar la escuela donde había estado gran parte de su vida.

Se habrán dado cuenta que en el pueblo hay varias personas cuyo nombre es "Carmen"; sus madres les ponían ese nombre en honor a su maestra, sé que algunas son ahijadas pero no recuerdo quienes son.

Agradezco al Sr. Alcalde que por fin mi madre sea homenajeada y que quede reflejada la gran labor y la importancia que tuvo en este pueblo, en aquella época. También me gustaría hacer mención y expresar mi agradecimiento a Don Julián Delgado por su interés en que este homenaje se haya llevado a buen término, a pesar de que no fue su alumno.

También dar las gracias a todas las personas que han venido a este acto, y desearles unas muy felices fiestas de SAN FRANCISO JAVIER.

 

¡BUENAS NOCHES!