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Candelaria Stinga Páiz, nació en Haría hace 77 años (11-01-1922), hija de Vicente y de Luisa es la menor de una familia de siete hermanos.
Conocida, cariñosamente por todos, como el nombre de Lala Stinga, “la del teléfono”, ha sido todo un ejemplo de solidaridad y de humanidad. Virtudes éstas que hoy el pueblo de Haría quiere reconocer y premiar como muestra de gratitud.
A la temprana edad de los 14 años, allá por el año de 1936. llevaba sola el teléfono público, único existente en el Municipio. Conocía a la perfección su funcionamiento, un aprendizaje que le fue enseñado por su familia y especialmente por su madre, que con anterioridad se ocupó del mismo.
Era una sencilla cabina, llena de clavijas por doquier, que estaba instalada en una pequeña habitación de su casa. Allí entre un abanico de sillas se congregaba la gente que esperaba para llamar o para recibir llamadas.
Siempre al pié del cañón, esta infatigable mujer, presta en hacer favores, carente de horario, nunca tuvo inconvenientes a la hora de levantarse, cuando alguien tocaba a la puerta en horas de la madrugada. Sabía perfectamente que había una llamada que hacer y con la sonrisa de siempre, y con el mismo semblante, que con el que se había acostado aquella noche, estaba dispuesta a ayudar y a dar su apoyo en unos momentos en los que se necesitaba consolación.
Venían de todas partes, durante el día no había horario, la puerta estaba siempre abierta, las mujeres se acercaban a llamar a sus maridos que se encontraban en alta mar, a los emigrantes que se encontraban en América, a los que se encontraban cumpliendo el servicio militar, y como no, también llegaban los enamorados.
Allí estaba ella al frente, si no podían en ese momento localizar la llamada, ella se hacía cargo de volver a llamar o recoger los mensajes y hacerlos llegar a la persona interesada.
Con frecuencia se acercaba hasta la guagua, que por allí pasaba, para encargarle al siempre recordado y apreciado Nicolás, que le trajese unos medicamentos de Arrecife, que se los habían pedido los vecinos, pues no podían esperar, dado que tenían que ir al campo, a trabajar para mantener a sus hijos, o bien tenían que prepararlos para que fuesen al colegio, etc. etc.
Allá por el año 1979, todo desapareció, con la llegada de las nuevas tecnologías, y la aparición de las cabinas telefónicas por los distintos pueblos del municipio.
Años después, esta buena mujer, influenciada por su familia, optó por marchar hasta Arrecife, donde convive con una de sus hermanas, motivo este que le obliga a tener presente en todo momento las imágenes y los recuerdos de su pueblo, al que siempre lleva en su corazón, y al que visita con mucha frecuencia.
Candelaria Stinga es digna y merecedora del galardón “HARÍA 99”, como homenaje que se le tributa en vida a una persona que dio mucho por Haría y por sus gentes, y porque su trabajo humanitario y servicial aún permanece en la mente de muchos.
Sirva este reconocimiento como agradecimiento a su labor y su dedicación.
Enhorabuena “Lala”