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D. Tomás Rodríguez Dorta nace el 10 de abril de 1951 en el pueblo de Máguez pero en 1953 se traslada con toda su familia a la isla de La Palma, donde son muy bien acogidos. Son años de inmensa felicidad.

Al ser el más pequeño de los hermanos y no estar escolarizado, acompaña a su madre una vez al año a Lanzarote donde permanecen varios meses. En ese tiempo su madre recoge la parte de la cosecha que le corresponde por tener tierras dadas de medias y ayuda al cuidado de sus padres.

Tomás ingresa en 1958 en el colegio de Los Llanos de Aridane y a los pocos años se traslada al colegio de Argüal. Pero al tiempo decide dejar los estudios y buscar trabajo.

Se inicia en el mundo laboral en el ámbito de la construcción que era lo que más le gustaba. Ejerce durante tres años como ayudante de albañilería para luego, con 16 años, y una vez aprendido el oficio, trabajar como albañil por cuenta propia.

Su juventud también estuvo marcada por la práctica del deporte, sobre todo por el fútbol, jugando en el Club de Fútbol de Argüal y en el Acero Club de Fútbol de Los Llanos de Aridane y por la práctica de la colombofilia, donde se inicia con 11 años.

El 16 de mayo de 1975, tras finalizar el servicio militar, se casa con Asunción Niz Curbelo en la recién inaugurada iglesia de Máguez. Siendo el primer matrimonio que se celebra en el nuevo espacio religioso de la localidad. Fruto de su matrimonio nacerán sus hijos, Norberto y Lourdes Rodríguez Niz.

En 1980 el alcalde de Haría, Juan Santana, le ofrece trabajar como oficial de primera en el ayuntamiento, y el 17 de mayo de 1980 entra a formar parte del personal laboral de este ayuntamiento. Durante 36 años permanece al servicio, no sólo, de la institución local, sino también de todos y cada uno de los vecinos del municipio. En esos años trabaja para cinco alcaldes: Juan Santana, Juan Ramírez, Juan Acuña, José Torres y Marciano Acuña y sus respectivas corporaciones.

Durante sus años de servicio Tomás ha sido un ejemplo a seguir para todos los trabajadores municipales. Su bondad y generosidad para con los vecinos del municipio no tiene parangón.

El respeto y su vocación de servicio público han sido siempre su máxima. Su manera de ser y de entender lo público hace de él un referente de humanidad y generosidad tanto dentro como fuera del Ayuntamiento.

Tomás, en muchas ocasiones, dedicó a su trabajo más tiempo que el que le dedicaba a su familia pero la satisfacción de haber contribuido al bienestar de los vecinos era suficiente para compensar tantas horas de dedicación.

Su convicción de que el trabajador público debe estar al servicio de los vecinos y de que su función es la de ayudarles y tratarles con el máximo respeto es la enseñanza que siempre ha transmitido a sus trabajadores.

Hay que destacar que Tomás ha ayudado, de forma silenciosa y altruista, a muchos vecinos del municipio con escasos recursos.

Otra faceta pública que hay que destacar de él es su labor como catequista durante varios años, su colaboración en la Comisión de Patrimonio Histórico Municipal y su participación activa en la fundación del primer club colombófilo del municipio en 1994, denominado Club Colombófilo "El Norte".

 

 

 

 


 

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