PUEBLOS: Charco del Palo
Fuente: La Provincia 30 de agosto 2015
Por Concha García de Ganzo.
En la zona norte de Lanzarote, entre Mala y Guatiza, aparece un curioso paraje, El Charco del Palo. Esta población, poco conocida incluso por muchos lanzaroteños, es en realidad un pequeño oasis para los amantes del naturismo. Este enclave, formado por complejos de apartamentos, que dan al mar, ha sido históricamente un lugar destinado a acoger a alemanes, ingleses y holandeses que tenían la costumbre de vivir, pasear y bañarse desnudos.
Uno de los grandes atractivos de El Charco del Palo es su tranquilidad, y la existencia de unas pequeñas lagunas o charcos naturales que con las crecidas de las mareas se llenan de agua limpia y son un lugar ideal para bañarse, por muy crispado que ese día este el mar del norte.
A comienzos de los años ochenta pasear por esta zona, salvo para los residentes, suponía toparse con las caras largas de los inquilinos.
Los extranjeros, la mayoría jubilados del norte de Europa, veían como una grave intromisión que cualquier persona con ropa pasara por allí. Es verdad que muchos temían que sólo se tratara de unos mirones que llegaban con el ánimo de ver cómo estos señores se paseaban desnudos por toda la urbanización.
Los residentes en el Charco del Palo pueden entrar en los restaurantes del pueblo tal y como salen de su casa, sólo con las cholas puestas. También lo hacían en el supermercado, aunque tal y como aclara, Raico Cáceres, empleado del único establecimiento de comestibles de esta zona, "hace tiempo que ya no los dejamos, porque no se veía bien, pero antes, ellos sin problema venían a comprar totalmente desnudos"
Para entender lo que sucede en El Charco del Palo hay que remontarse a comienzos de los setenta. Entonces, una promotora alemana, Papagayo S.L., propiedad de un empresario alemán, Gregor Kaiser compró todo el terreno, que dividió en parcelas, que fueron adquiridas por unas 200 personas. Por tanto, la urbanización tiene carácter privado, pero eso no exime a los vecinos de tener que pagar los impuestos a los ayuntamientos de Haría y Teguise, propietarios de parte del suelo.
La idea de este alemán fue la de convertir este enclave en un pueblo totalmente naturista, sus vecinos podrían disfrutar del sol de la isla, y de su magnífica costa sin ningún tipo de impedimentos y en total libertad.
Un lugar alejado
Se da la circunstancia que este lugar se encuentra alejado, medio escondido. En la actualidad, un pequeño cartel informa de la existencia del Charco del Palo, pero en ocasiones la mayor parte de la gente puede pasar de largo y perderse esta joyita.
Las crónicas de aquellos años recogen la oposición frontal de algunos políticos y vecinos de Guatiza como Chana Perera, que se oponían a que Lanzarote contara con un pueblo naturista.
Con el paso del tiempo, cada vez son más los lanzaroteños que se han decidido a comprar o alquilar uno de los magníficos búngalos que hay en esta zona y han optado por residir en este pueblo. Y de pronto han podido comprobar que el 'paraíso tiene sus grietas.
Los vecinos se quejan del "abandono" que sufre el Charco del Palo, una vez que la promotora dejó de reparar las zonas comunes, hace tiempo que nadie se hace cargo de las aceras, ni del muro de las charcas. También denuncian la falta de farolas, de la oscuridad que reina por la noche y de la "inexistencia de barrenderos”.
Antonio Guadalupe lleva unos años viviendo en este lugar. Reconoce que es una maravilla, "esto es genial, es tan tranquilo, que de noche no se oye ni a los perros, pero la verdad es que hemos estado totalmente olvidados. Todo el tiempo que llevo aquí no he visto un barrendero, por decirte algo'! Ahora espera darle un voto de confianza a la nueva Corporación y que cumpla lo prometido, "dicen que iban a mandar gente para que limpien todo esto y que arreglen las farolas, por lo menos"
Raico Cáceres también espera que cuelguen algún cartel "en el que ponga que esto es una zona naturista, que muchos vienen algo despistados y tropiezan de frente con unos señores caminando por ahí desnudos" Y, claro, menuda sorpresa.