TRADICIONES  / Tradiciones

 

 

Fuente: www.gregoriobarreto.es

 

 

(...) Antes moría la gente y era enterrada sin saberse de qué enfermedad falleció, ya que, como no había médico, se ponía como causa de fallecimiento la que manifestaran dos testigos, que a su modo valoraban el hecho de la muerte,  y se ven casos en los Registros Civiles de hechos de fallecimiento como de que “murió de un dolor debajo del arca” y tantas cosas por el estilo.

Como resulta que antes no habían médicos  en los pueblos, se ideaba la introducción o habilitación  del curanderismo, como medio de  escapatoria propia, la de su familia y vecinos, y eso, a su modo de ver y entender, aunque  se llegaba a coger mucha experiencia por estas gentes que se atrevían a hacer de curanderos, pero que, naturalmente sus conocimientos y experiencias estaban muy limitadas, pero no había otra cosa mejor.

El hecho del curanderismo tiene muy distintas facetas y así había personas experimentadas en las curas de desconches, desmanches o esguinces y también se decía  “tiene una cuerdita”, cuando notaban un nudo anormal palpando la piel del paciente, y  tantas otras apreciaciones como roturas de huesos, lasqueados, articulaciones fuera de su sitio y otras, y era mucha la gente que acudía a estos curanderos que se denominaban   “estregadores”.  Se da la circunstancia de que en Haría aún existe una persona que atiende  casos de desconches a deportistas especialmente, cuando sufren  algún tipo de  esguince  u otro deterioro de este tipo.

Pero había otras vertientes del curanderismo como eran las del mal de ojo,  que era un mal que recaía mas bien en niños pequeños y la verdad es que  se notaban niños que no podían mantenerse de pie, “desmadejados”, muy decaídos, y que  se iban a estas curanderas que solían ser mujeres, por cierto, aunque también hombres, y que si el mal no era efectivamente muy fuerte podía ser que se  curara con la intervención de una sola curandera, pero a veces hacían falta dos y si el mal era muy fuerte hacía falta que intervinieran tres curanderas, y así se lograba sacar a la criatura adelante mediante rezados y mas rezados y cruces y mas cruces,  otras formas que eran distintas para cada curandera, pero que al fin podía resultar que estas mujeres se enfermaran ellas mismas en el ejercicio de la curación pasajeramente, si el mal de la criatura era muy importante.

Pero además de los niños, también este mal recaía en personas mayores y también en animales, como cochinos y  vacas, pero también cabras, ovejas y otros, y lo grande es que esto se producía o provocaba por motivo de una  mala mirada o mirada que a veces era intencionada para hacer mal, y había personas que sabían que hacían mal con su vista y lo hacían intencionadamente, pero había otros casos de personas que hacían mal  incluso a sus hijos sin saber nada, o sea, sin saber que ellos tenían una vista mala, traicionera o muy fuerte, como para hacer el  mal.

En todos los pueblos había personas  que  atendían estos menesteres y eso hasta los años de 1.980,  y ya luego la Medicina tradicional se fue haciendo cargo de todo, aunque algunos médicos profesionales recomendaban que fuera a una curandera en algunos casos.

También existía un curanderismo que consistía en curar de lamparón , que se hacía a base de  unos preparados de una hierba que tiene unos tomatitos y que se llama “moralillo”,  y eso se presentaba en forma de ungüento sobre alguna herida o malformación de la piel, con escrófulas o erupciones extrañas diversas, a veces parecidas a la lepra. En Máguez hubo un señor especialista y muy apreciado en estas curas a nivel de Lanzarote.

Y también existió otra forma de curanderismo y que se denominaba la cura del pomo, y es que esta enfermedad del pomo venía originada, en el fondo, por un estado de nerviosismo incontrolado, que provocaba en la persona que lo sufría un miedo enorme y una impotencia ante todo, naturalmente que los signos básicos de una depresión,  pero al no haber médicos especialistas, se trataban a nivel de curanderos y éstos curaban estos males de muy distintas maneras: unos  asustaban al paciente a ver si reaccionaba, por ejemplo echándole un buche de agua de forma inesperada, y tantos otros modos, pero los curanderos decían que  el paciente tiene la máquina  fuera de su sitio, o sea que los latidos estaban descontrolados y no centrados a nivel del ombligo, en que se basaban en estas curas, o tiene la madre descompuesta, y algunos otros términos para definir este mal , pero que  al fin salían adelante la mayor parte de  ellos, con un parche “Sor Virginia” pegado para que se fuera recogiendo en él el mal. Este tipo de curanderismo ha tomado mucha fama en el pueblo de Guatiza donde hubo una gran curandera y quedando ahora una sucesora, que es su nuera, que aún sigue el trabajo de su suegra con buena aceptación.

También se llegaron a tratar a nivel de curanderos males que requerían urgencia y que, si no, la cosa era de vida o muerte; y así hasta hubo en Máguez un caso de un padre que al no saber lo que hacer  al no encontrar médico a mano, cogió a su hija y le hizo unas clavadas por la espalda, desangrándola ligeramente y ese el tratamiento casero a que se acudía en casos de  pulmonía o  hasta de pulmonía doble, que vienen a ser las neumonías actuales.

En casos de frío  en los niños, e incluso personas mayores, durante el invierno y por afección catarral solían ponerse en la espalda unas ventosas, mediante un vaso con un algodón dentro mojado en alcohol y ardiendo, y así quitaba el frío que tenía la persona  debajo de la piel o en su interior.

 

 

 

 

 

 

 
 

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