Fuente: Guía de senderos de Lanzarote
Gobierno de Canarias
ORIGEN E HISTORIA
«Sus habitantes, aunque robustos y laboriosos, se afanan inútilmente para proporcionarse un miserable sustento. La escasez de terreno y la falta de lluvias, experimentadas algunas veces 5 años seguidos hacen inútiles sus trabajos y se les ve perecer de hambre y sed»
Así describía en 1826 el problema de la escasez de agua en la Isla el Dr. Sebastián de Miaño en su Diccionario Geográfico Estadístico de España y Portugal.
En un entorno tan
árido como Lanzarote, el agua es
un recurso extremadamente escaso
y valioso para cuya obtención se
desarrollan peculiares
estrategias e infraestructuras
que requirieron de la aplicación
de grandes dosis de ingenio,
experiencia y conocimiento del
medio y de un esfuerzo
impresionante. La necesidad de
paliar la acuciante escasez en
tiempos de sequía trae consigo
la creación de caminos que
conducen ex profeso a las
fuentes que durante más tiempo
conservan su caudal; surgen así
los caminos que conducen a las
principales fuentes de El Risco,
especialmente a las de Gusa,
Zafantía y, sobre todo, a la
Poceta de Famara hasta la que se
desplazaba la gente de toda la
Isla en los tiempos de gran
escasez; destaca por su longitud
el Camino del Pozo, que une
Tinajo con la Poceta de Famara,
separados por 14 km.
El Camino de la Fuente tiene su origen, con gran probabilidad, en el acceso desde la población de Yé a la Fuente Salada y a la Fuente Dulce, situadas en los barrancos del mismo nombre, al norte del Volcán de La Quemada de Órzola.
El uso de estos caminos por los que había que recorrer hasta más de veinte kilómetros para recoger una escasa provisión de agua sólo era necesario cuando se agotaba el agua de las maretas y aljibes. Abreu Galindo (1592-1632) nos dice:
«La isla de
Lanzarote es falta de agua, que
no hay otra sino la que llueve,
la cual recogen en «maretas» o
charcas grandes, hechas a mano,
de piedra. También recogen en
pozos y la guardan para
sustentarse y a sus ganados.
También hay
algunas fuentes, pero de poca
agua...»
Castillo, otro autor un poco más reciente (1686), también nos comenta:
«... y en los campos ay algunas para los animales; faltando estas «maretas» es menester ir a buscarla a unos pozos, cuatro leguas de La Villa»
La culminación del desarrollo de la infraestructura de recogida de aguas es el aljibe, una construcción subterránea donde se acumula el agua de lluvia que se precipita sobre una superficie previamente preparada para este fin, la «alcogida».
En la década de los cincuenta se promueve la creación de una red de grandes aljibes públicos, que pretenden asegurar un cierto nivel de abastecimiento de agua y se encuentran aún en funcionamiento; surgen así los aljibes de La Corona, La Quemada, Órzola y Yé.
Junto al camino de La Fuente y un poco por encima de La Quemada de Órzola se halla el aljibe de La Quemada, una compleja construcción que almacena las aguas que discurren a lo largo de un amplio lomo; las escorrentías, canalizadas por una zanja de más de un kilómetro de longitud, pasan por un gran decantado: antes de acumularse en dos grandes depósitos adosados a la vertiente.
Además de estos grandes aljibes de propiedad pública, existe una ingente cantidad de pequeños aljibes de propiedad privada, cuyo valor patrimonial es muy importante. Destaca especialmente la concentración que se registra en el entorno del Camino Viejo de Órzola, que les sirve como tomadero.