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También se nombra en las entrevistas a Don Javier Reyes (donde está la Caja de Ahorros actual), quien tenía la representación de Phillips y de algunos libros. Trabajó en el Ayuntamiento y fue concejal.

En cuanto a la carnicería, uno de los primeros carniceros fue Manolo Pérez. Posteriormente estuvo la carnicería de Marcial Fernández.

En las molinas de fuego, destacan que en la de Don Emilio, la tienda y la molina están separadas.

De Don Gabino Hernández comentan que era un sastre venido de Buenos Aires, Argentina, que daba corriente eléctrica a parte del pueblo. Cuando el consumo —de una bombilla por casa— se incrementó, se percató de que la gente del pueblo comenzaba a colocar más bombillas por casa pagando sólo por una, por lo que al final tuvo que poner un limitador de corriente.

D. Juan Pablo De León compró la molina de Don Fernando, quien era propietario de la molina, que perdió por su afición a la bebida y a la mala vida. Terminó trabajando para Don Juan Pablo en la molina de la Calle de La Hoya.

En tiendas de tela comentan que Don Zenón Casanova (el cojo) tenía otra tienda además de la mencionada en la Calle Cilla, frente al Ayuntamiento, que llevaba su sobrina.

Teníamos interés en conocer si, por lo escaso en esta tierra, el agua se llegó a comercializar en época de sequía, dado que son numerosos los pozos de agua potable en el pueblo. La respuesta fue que no, excepto en el caso en que iban a Punta Mujeres, donde compraban agua al señor de las salinas, al precio de dos perras.

El servicio de farmacia del pueblo de Haría fue cambiando con el tiempo; cuando no existía establecimiento alguno, en un primer momento, la adquisición de los productos farmacéuticos se conseguía mediante el Sr. Nicolás, de Máguez, que era el chófer de la guagua, quien traía los encargos de los vecinos del pueblo en sus continuos desplazamientos a Arrecife, gratuitamente. Años después se montó en la casa de Don Segundo Barreto —-junto al Ayuntamiento— la primera farmacia, regida por su nuera, que era farmacéutica. El padre del entrevistado y él hicieron los muebles de ese negocio, que más tarde se convirtió en una perfumería. Posteriormente Tenorio (el farmacéutico de Arrecife) montó una sucursal de su farmacia en Haría, en la Calle León y Castillo, conocida como la botica.

La tienda de Don Antonio hacía también las funciones de una entidad bancaria, comentan que, "para no hacer los ingresos en un banco de Arrecife y tener que hacer ese traslado".