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Fuente: La casa que me habita

 

 

YA NO TE ENCUENTRO

                            

La voz y el eco azul de tus labios

me están amordazando las sienes.

Y el pulso vertical de la sangre

busca un espejo en el mar

y sólo encuentra

un silencio quedo,

una lágrima rota,

una profunda melancolía

en esta mi ventana

repleta de soles, hojas y arenas.

Tu voz

vuelve como un vaivén de olas

y mis ojos buscan desesperadamente

otros ojos,

otra luz más antigua,

tus sonrisas.

Y mis manos ansian otras manos

que recorran mi carne

plena de ausencias,

cansada de mirar

por esta ventana sin fondo

de mi cuerpo.

Ya no encuentro la claridad

de tu voz, como un hilo infinito,

enredándose en el alma,

tu risa franca y jovial.

Ya no encuentro

tu cálido perfume

impregnando cada rincón,

cada hendidura

de esta casa en la que habito a ratos

en compañía de esta

mi antigua soledad,

vieja ramera,

amante de juventud y adolescencias.


Ahora, aquí, sentado

en mi estoica silla de madera,

trato de retener

la última sonrisa,

tu último beso

desprendiéndose lentamente

de mis labios.

Tu adiós

formando con las manos

caracolas en el viento.

 

 

 

 

 

 

 

 

 
NAZARIO DE LEÓN ROBAYNA

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