PUEBLOS:   Mala > Nazario > Poesías-2

 

 

Fuente: La casa que me habita

 

 

Mi voz

                            

 

Entré en la casa

como un viento torrencial,

como la lluvia fina de invierno,

y la encontré sentada

en el lado frío de la sangre,

mirando el profundo vacío de mi presencia,

preguntando por la indiscreción

de mis ojos, por la irreverencia

de mis pasos oblicuos sobre su garganta.

 

Entré en la casa

y la vi asustada de sombras y presagios,

taciturna de besos oscuros,

afligida de angostas travesías

por barbechos turbios de trigos.

Retraté el aire de su cuerpo

y el perfume violeta de sus manos

se detuvo, un momento, en el vacío

y escapó, altivo, de las mías.

Entré en la casa

como un sátiro loco de estrellas,

como un vulgar ladrón de hogueras

y la hallé nublada de fuegos y soles,

laxas la manos,

amarga de lágrimas pretéritas,

distanciando osadías de cupidos absurdos,

ahuyentando con espliegos, laureles y mirtos

a presencia esquiva de mi cuerpo.

Entré en la casa

sonámbulo de recuerdos,

velado el iris de los ojos

y le regalé, furtiva, mi voz.

Y allá quedó, tal vez,

como un cuchillo de agua

tendido boca arriba.

Muerta.

 

 

 

 

 

 

 

 
NAZARIO DE LEÓN ROBAYNA

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