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PRESENTACIÓN

 

La isla yace, aquí, tendida

sobre un eril de espumas y peces

y el hombre, a veces, se lanza furioso sobre ella y le maltrata los rincones más profundos de su soledad. Pero el hombre, a veces, alarga la mano, la pluma, el pincel y reconstruye la voz agrietada, la luz perdida, el fuego negro de sus muros, el circule inacabado de sus socos.

El hombre, a veces, es un artista que pinta, que re-hace trozos de isla en lienzos trágicos de vida, en muertes internas de volcanes carcomidos de nubes pasajeras, de cenizas desdibujadas a la sombra de una higuera inexistente.

A veces el pintor es un hombre que, como una lanza de fuego, atraviesa U isla de norte a norte buscando la perfección de la luz y el color.

A veces el pintor se llama FRAN SOCAS y lanza sobre los lienzos, aún inmaculados, su naturaleza y su mirada; mejor: convierte el paisaje inerte de la isla en existencia.

La piedra, el muro, el soco se transforma, gracias a la atenta y astuta mirada de FRAN, en biografía, en existencia, pues su territorio gráfico corre paralelo al de sus ojos, a su propia visión de la realidad que, mediante una complicada manipulación del arte, la convierte en río. En río sonoro de colores, de sombras, de pinceladas ciertas. Investigador atento, encuentra en la naturaleza tangible y referencial la otra existencia de las cosas.

Hay, por ello, en su pintura una exacta combinación de formas y colores -de la forma y del color-, lo que convierte su obra en labor de quietud afable y serena. Nada es estridente, nada nos desborda aunque todo sea, al fin, movimiento y transformación constante. Detrás de cada muro, dentro de cada cráter el viento rompe los márgenes del cuadro. El viento aquí es gris, cobrizo, dorado de orchilla. El viento, en sus cuadros, mantiene un interminable coito lujurioso con la arena rojiza o negra del volcán, formando así, en las sinuosas paredes de piedra, un rededor de microcosmos violentamente afables, violentamente serenos.

Pero, ya dije, nada -ni la furia del viento-rompe el equilibrio de su naturaleza porque ésta se encuentra más allá de la naturaleza visible, exacta y finita. La suya es otra, una naturaleza que transciende el lienzo. Es una mirada voraz puesta al revés: desde la vida hacia la vida.

 

 Nazario de León Robayna

 

 

 

 

 

 
NAZARIO DE LEÓN ROBAYNA

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