Educación / Secundaria
Las Palmas de G.C. a 14 de octubre de
2017
Armando Bailón Casanova
COMPLEMENTANDO EL CINCUENTENARIO
Lamentando el no poder estar en el acto de celebración del 50 años de la educación de las enseñanzas medias en Haría, celebrado en los Jameos del Agua, y siguiendo de cerca toda la información que se ha ido publicando sobre las historia y los protagonistas de la institución educativa, me embarga de emoción, todos los recuerdos, vivencias, anécdotas y me empuja a expresar mi tierno agradecimiento a aquellas personas que pusieron los cimientos en nuestra formación académica y que nos lanzaron a otros horizontes fuera del municipio y de la isla.
Cuando terminadas las convocatorias de junio y septiembre del curso 1966-67 y habiendo aprobado 1º de Bachillerato Elemental, y no teniendo resuelto como continuar los estudios, porque hasta ahora todo lo habíamos hecho en la escuela pública de Haría, donde el extraordinario y generoso maestro D. Juan Valenciano Curbelo, había depositado su empeño y entusiasmo en que de aquella generación de niños y niñas, una vez cumplidos los 10 años, -unos cuatro-, nos presentáramos al examen de INGRESO de Bachillerato Elemental, comprometiéndose además, a prepararnos, de forma gratuita y generosa , a 1º de Bachillerato, para presentarnos en convocatoria Libre, en el Instituto de Arrecife, como así ocurrió
Pues en septiembre de 1967, se nos ofrece la gran opción de inscribirnos en el Colegio Libre Adoptado de Haría, que comenzaría su andadura a principios de octubre, bajo la dirección del profesor D. Luis Hernández Crespo, quien impartirá el Área de Letras (Geografía, Historia y Lengua y Literatura) junto con el otro licenciado, que aportaba el Ministerio de Educación y Ciencia, D. Luis Vallejo, que impartía el Área de Ciencias (Matemáticas, Física y Química y
Ciencias Naturales ) y con otros profesores, que aportaba el ayuntamiento de Haría: D. Domingo Pérez Núñez ( Educación Fisica e Historia), D. Enrique Dorta Alfonso y D. Eusebio Delgado García ( Religión ),Dña Serena Fernández Concepción ( Dibujo), Dña Isabel López Curbelo ( Francés ), Dña María del Carmen Torres Pérez, D. Juan Betancor Barreto, Dña Manuela Armas Castro y D. Pedro Perdomo Reyes. También hay que resaltar a D. Antonio Molino Delgado (el médico) que fue el que asumió el Área de Ciencias a partir del segundo año,de andadura del centro, junto con Dña. María Luisa Perdomo Sosa,que asumía el Área de Letras.
Apoyándome en mi débil memoria, 50 años después, recuerdo que en 1º habría unos 34 alumnos, en 2º unos 19, en 3º unos 7-9 y en 4º unos 12, y en total podríamos ser entre 70-80 alumnos. La orla que aparece en el vídeo, con 12 alumnos es posible que sean los de 4º en el primer año de vida del Colegio.
El primer espacio que nos acogió, como sede de la institución educativa, fue toda la casa parroquial incluyendo el salón. Entrando a la izquierda estaba la dirección, luego una pequeña habitación que se usó entre otras cosas como museo, luego los aseos y bajando tres escalones el salón, que me resultaba enorme y que se llenaba con más de 30 alumnos de 1º.En la segunda planta estaban las tres habitaciones que las ocupábamos los alumnos, de 4º, luego 3º y nosotros los de 2º al fondo. Tuvimos el privilegio, no usual en aquella época, de convivir en la misma aula, los chicos y las chicas, aunque en la media hora del recreo estamos en espacios separados, en la plaza del pueblo.
Fue una actuación muy generosa por parte de D. Enrique Dorta Alfonso, el que ofreciera la casa parroquial, para este noble fin, mientras él y el sacerdote D. Eusebio Delgado García, vivían en su casa matriz, el primer año. Luego llegó el sacerdote coadjutor, D, José Lavandera López y D. Enrique le ofrece su casa matriz para vivir, cediendo la casa parroquial por segundo año. Al tercer año, nos trasladamos a la casa de la calle Santiago Noda, hoy Dña Encarnación Rodríguez Lasso.
Ya se ha exaltado merecidamente las figuras de los diversos directores y profesorado, destacando en especial la figura de la que fuera directora, Dña. María Luisa Perdomo Sosa, desde el segundo curso de la Institución, por su larga trayectoria y por la impronta que marcó en la senda seguida por el centro.
Quisiera hacer hincapié en la figura del primer Director, D. Luis Hernández Crespo, que no resultó un profesor más, sino un gran profesional, muy formado y sensible en todo el campo de las humanidades. Él fomentaba en nosotros, la sensibilidad por la naturaleza, el disfrute de los espacios naturales, por la vegetación y por los parajes volcánicos. Recuerdo que nos decía que las palmeras, muy presentes, en el paraje de Haría, eran un elemento que provocaba la atracción de las lluvias. Algunas tardes, al margen del horario escolar, nos llevó de excursión didáctica, andando, por el valle de Haría, por las zonas volcánica del Malpaís de la Corona, la zona de Cueva de Los Verde y la costa de Punta Mujeres y Arrieta. En esto fue innovador, no era habitual sacar al alumnado fuera del aula. También era muy sensible, con la Etnología y Paleoantropología, con los fósiles, las pequeñas rocas y conchas marinas, encontradas en la zona volcánica, que él denominaba, “comilonas de los primitivos pobladores”. De esa manera nos transmitía una sensibilidad y admiración por esos elementos, que después de ofrecernos una explicación de cada uno de ellos, nos invitaba a que los recogiéramos y los trajéramos para ir colocándolos en una pequeña habitación en el Colegio, que le llamábamos “el museo”. Recuerdo también que D. Luis nos corregía, de buenos modos, algunas expresiones lingüísticas que usábamos incorrectamente en nuestro lenguaje cotidiano, por ejemplo: “anoche me acosté luego” y él nos decía será “anoche me acosté temprano”.
Teniendo en cuenta que, entre otras cosas .he dedicado muchos años a la enseñanza, y me he encontrado en el camino a muchísimos compañeros profesores; un día hablando con Dña. Carmen Calvento, una compañera de Geografía e Historia, con la que coincidía muchos ratos en la sala del profesorado, le comenté: Yo tuve un estupendo profesor en Haría, que se llamaba D. Luis Hernández Crespo y nunca más he sabido de él. Ella se queda inmóvil, me mira con los ojos llorosos y me da un abrazo, diciéndome “Él era mi marido”. Ya hacía unos años que había fallecido. Con ella, que es un encanto de persona, he mantenido una relación muy cálida y cordial, durante los 10 cursos que fuimos compañeros e incluso después de su jubilación, hace unos 14 años.
Más adelante, en los dos últimos cursos de mi carrera profesional, me encuentro en otro centro con una profesora de Educación Plástica, Visual y Audiovisual, que se llama María del Carmen Hernández Calvento, que nació en Arrecife, en el año que su padre, D. Luis Hernández Crespo era profesor en Haría. Con ella he mantenido una relación muy cercana y cálida, compartiendo salidas didácticas en Las Palmas de Gran Canaria, con nuestro alumnado común.
D. Luis, después de dejar Haría, se trasladó con su familia a Las Palmas de Gran Canaria, donde continuó ejerciendo la docencia, falleciendo hace unos 32 años.
Creo que todas las personas mencionadas son merecedoras de su justo reconocimiento y en especial D. Luis Hernández Crespo y sus familiares, que posiblemente no les hayan llegado los ecos de la celebración de este cincuentenario.