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FUENTE: La cultura del agua en Lanzarote

A principios de 1958 un grupo de agricultores se reunió para tratar de crear una cooperativa agrícola cuyo fin principal sería construir una presa. Se proponía que tuviera capacidad de 500.000 pipas y consideraron ubicarla en el barranco del Estanque. Su cuenca abarca 300 fanegas y la longitud estaría entre 5 y 6 kilómetros.

Casi diez años más tarde, el 20 de junio de 1967, el presidente del Cabildo dirigió un escrito al Servicio Hidrológico de Las Palmas solicitando un estudio para ubicar una presa en el valle del Palomo, en la parte alta del barranco del Estanque, en el lugar del charco de El Verol. Desde ese momento la Subdirección General de Obras Hidráulicas, el Servicio Geográfico de Obras Públicas y el propio Servicio Hidrológico iniciaron el proceso que culminó en junio de 1970, cuando se redactó el proyecto que fue dirigido por el ingeniero del Servicio Hidrológico de Las Palmas, Saturnino Alonso Vega.

El proyecto concluyó que el valle del Palomo ofrecía condiciones topográficas excelentes, siendo uno de los valles más pluviosos de la isla. El fin principal era ofrecer una alternativa ante una avería en la desalinizadora (en esos momentos sólo abastecía a Arrecife, y la única opción, por entonces, eran los barcos cisterna). El suministro en Arrecife por habitante y día no llegaba a cinco litros, la del resto de la isla era menor a las necesidades mínimas. Su función sería ofrecer una reserva para el abastecimiento y también para el riego. La reserva alcanzaría para un mínimo de 10 días, tiempo suficiente para que se realizara el abastecimiento con los barcos cisterna. Estimaban que era necesario contar con 14.000 m3, que era lo que se precisaba para ofrecer 20 litros por habitante y día, dado que la población de Lanzarote ascendía a 70.000 habitantes —incluyendo a la población de hecho y de derecho—. El nivel del embalse es de 165 metros, lo que da una altura de agua de 30 metros y una capacidad real de 186.000 m3.

El problema aumentaba ante el constante crecimiento del turismo, además traía consigo el incremento del sector de la construcción, otro gran consumidor de agua. Como el propio proyecto recoge, [...I el turismo necesita más agua por habitante y día muy superiores a las que sería suficiente para la población rural isleña. El proyecto inicial fue reformado"' por Benito Oliden Malumbres, ingeniero de C.C.P y además director de las obras. Del Servicio Hidráulico se contó con el ingeniero jefe Augusto Menvielle y el geólogo José Antonio Núñez.

Ante las expectativas de éxito, en 1972 se consideró la viabilidad de construir otra presa en el barranco de Tenegüime248. En enero de 1975 el Cabildo aprobó la inclusión en el Plan de Infraestructuras Hidráulicas un proyecto para construir una presa con capacidad de 1.100.000 m3 en Tenegüíme.

En 1976 el Servicio Hidrológico no había acabado aún la presa de Mala. Faltaba el aliviadero, el sistema de drenaje en la obra interna y el esqueleto interior. El presupuesto inicial fue de 26 millones de pesetas, luego ascendió a 30 y finalmente alcanzó casi los 50. En 1976 se proveyó un aumento de 10 millones más. A final de año se comenzó a impermeabilizar. Faltaba además conectar la presa con el depósito de Maneje en Arrecife.

En 1979 ya estaba dispuesta para contener las aguas y precisamente dicho año se inició con lluvias. La prensa ofrece cierta confusión. El 23 de enero se publicó que estaban llenas 3/4 partes, el día 25 se dice que sólo contenía el 20% de agua de su capacidad total. Se trataba con extrañeza la poca agua recogida y las copiosas lluvias que cayeron. En 1980 un grupo de vecinos de Mala insistieron en recuperar la idea originaria de los agricultores de la zona y aprovecharla para la comunidad de regantes. La prensa asume la idea como polémica pues se consideraba que debía invertirse para uso insular.

La presa de Mala consiste en una mole de hormigón visto que une los lados del barranco. Fue un esperanzador proyecto que no logró cumplir ninguna expectativa, puesto que nunca se culminó la obra de tal manera que fuera eficaz. Esta inversión pública posiblemente sea la obra más ruinosa de las infraestructuras del agua. Su ejecución fue inapropiada y el agua que recoge se filtra y se precipita barranco abajo como siempre lo había hecho. El agua se detiene en un estanque —Charco de La Laja— en el fondo del barranco donde, hasta hace unos años, se aprovechaba el agua para regadíos utilizando camiones cuba.

Por debajo de la presa y por encima del estanque se conserva un naciente de escaso caudal. La tradición oral sostiene que es una obra ancestral que se remonta a la etapa de los Majos.