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Fuente: Diario de Las Palmas

Septiembre de 1962

Haría, este bonito pueblo del interior, ha vivido un momento de indescriptible emoción y gratitud hacia el Reverendo don Juan Arocha Ayala que por espacio de más de veinticinco años ha regido con el mejor espíritu cristiano los destinos de aquella Parroquia.

El Reverendo don Juan Arocha Ayala ha sido designado para desempeñar el cargo de Capellán, del Cementerio Católico de Las Palmas. Y aquí un acto de despedida que se convierte en cariñoso homenaje,  Haría en pleno, vecinos de pueblo adyacentes, una ingente muchedumbre se congrega para  testimoniar pleitesía al apreciadísimo sacerdote qué tanto bueno hizo en nombre de Cristo y de la Iglesia.

En la presidencia del acto se hablaban junto al Párroco homenajeado las primeras autoridades, representaciones de organizaciones religiosas y un nutrido grupo de amigos de Arrecife que se desplazaron exprofeso para sumarse al homenaje.

El escenario aparecía artísticamente adornado, instalado al efecto en la plaza del pueblo. Hay un desfile interminable de personas de todas las edades y de todas las clases sociales qué quieren expresar al querido sacerdote afecto y sincero agradecimiento.

Seguidamente, la rondalla local llena el ambiente de isas y folías. Estupenda las diversas intervenciones de Antonio Valenciano. Muy bien José Antonio Távora con su recital de poesías. No callamos tampoco a la señorita Carmen Valenciano y el niño Manuel Torres, repetidas veces aplaudidos. Finalmente citamos la magistral disertación del joven abogado y distinguido orador don Rafael Stinga,  que resaltó en palabras pletóricas de elocuencia, la alta misión que cumplen los ministros de la Iglesia. El premio de tan bella misión también puede gozarse en la Tierra. Aquí en este acto-homenaje, tenemos un ejemplo. Es todo el pueblo de Haría y tantos pueblos más que hacen premio a la virtud, al sacerdocio al buen misionero de Cristo.

Por último hizo, uso de la palabra el Reverendo don Juan Arocha Áyala, agradeciendo las muestras de afecto de sus feligreses, prometiendo no olvidarlos y tener a todos presentes en sus oraciones.

Fue como digo, un acto emotivo y  edificante que ha sido para este pueblo de Haría como preciosa bendición de agradables promesas

 

 

 

 

 

 

 

 

 
 

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