ÍNDICE / Prólogo

 

PRÓLOGO

Cada libro es una nueva experiencia que se adquiere, que nos aporta una visión desde un prisma distinto al que conocemos y, cuando me propusieron la realización de un prólogo como el presente, me sentí halagado y comprometido a la vez, dada la importancia de la tarea que se depositaba en mis manos. La responsabilidad de preceder a tan excelsa obra, a la altura que se merece, fue todo un reto, pues el apasionante proyecto hoy terminado y sostenido en las manos, supone un inefable arrebol de la historia de Haría.

Es a través del uso de la palabra como toma el ser humano consciencia de aquello que le rodea y concibe su realidad. Por ello no me serviré del término libro, bien escogido para hacer referencia a un ejemplar común, no obstante incapaz de abarcar toda su esencia y, es al definirlo, con la majestuosidad merecida, como una Obra, cuando nuestras palabras reflejan la dimensión de la empresa acometida. De las 88 entidades municipales existentes en Canarias son muy pocas las que poseen la capacidad necesaria para darle forma a una edición que pone de manifiesto el empeño, el conocimiento y la paciencia requerida. Por todo ello, la posesión de una obra de esta trascendencia, supone un motivo de orgullo y satisfacción que honra a Haría y sus gentes.

En su génesis se ha requerido de una dosis de valor indeleble, para transitar un sendero ignoto, teniendo como objetivo perfilar y circunscribir de forma más certera los sinuosos contornos de la historia, dando a conocer una senda inexplorada que abre nuevas vías a una discusión seria y rigurosa. Como toda magna obra, su conclusión, fruto del esfuerzo y saber hacer de las personas que se han entregado en cuerpo y alma, no habría sido posible sin el apoyo constante y la confianza sin reservas, que nos permite hoy regocijarnos del logro conseguido. A través de su lectura, página a página, fui transportado a los parajes más bellos de la geografía municipal, de la mano de Alejandro González y Ramón Ojeda; fui testigo de la valentía de Rodrigo Peraza, digna de la mayor distinción, narrada por Antonio Berriel y Antonio Montelongo; redescubrí la belleza en los sutiles trazos de la arquitectura civil, de la pluma de Dolores María González; sondeé las inmarcesibles raíces sacras del municipio, en compañía de José Concepción; gracias a Alfredo Díaz fui consciente de la acertada elección vital de César Manrique, al escoger como residencia el bello municipio norteño, en el cual, el artista internacional dejó su marca de forma imperecedera; y me emocioné con las roqueñas costas sombrías que nos devuelve al presente Carlos Gaviño para homenajear a dos hijos ilustres de Haría.

Como lector habitual e isleño, hace unos meses me pidieron una recomendación literaria para conocer la isla de los volcanes. Debido a ello, reflexioné sobre el saber y cómo este se adquiere, pues los lanzaroteños tenemos conocimiento de infinidad de anécdotas que no están escritas en ningún lugar, debido a la tradición oral, a esos momentos que todos atesoramos en nuestra memoria, cuando nuestros padres o abuelos nos narraban historias ya pretéritas al pasear por el volcán o por el campo, al subir una montaña o al mariscar en la costa y cómo se podrían adquirir, esas maravillas que solo viven en nuestro imaginario colectivo, de no haber nacido en este paraíso. Si hoy me solicitasen una recomendación para empezar a conocer el pasado y el presente de Haría sabría la respuesta, pues esta obra se erige como la figura clave para comprender el desarrollo histórico del municipio.

Su admirable redacción supone un obsequio de envergadura para las generaciones venideras, con el deseo de que en su lectura adquieran una nueva experiencia, se enriquezcan y se comprometan con la defensa consciente de sus relevantes valores históricos, patrimoniales y culturales y, además, un reto para azuzar su curiosidad y avivar ese deseo innato de nuevos conocimientos que mora en el interior de todos nosotros, para que se continúe la senda aquí iniciada, que su publicación además de una fecha significativa sea también el inicio de un proceso y que Haría pueda vanagloriarse de la difusión de su meritorio pasado, en definitiva, de su legado.

Omar Jesús Lemes Méndez
Historiador

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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