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Nació en Haría de Lanzarote el día 26 de Marzo de 1933.
Estudios de Bachillerato en el Colegio de San Ignacio de Loyola (Jesuitas).
Estudios de Medicina y Especialidad:

  • Licenciatura en La Universidad de Valladolid, en 1958.
  • Especialización en Urología en La Escuela Profesional de Urología de La Universidad de Barcelona, en 1962.
  • Ex Director de La Escuela Universitaria de Enfermería De Las Palmas, desde el Curso 1978-79 al Curso 1988-89.
  • Jefe del Servicio de Urología del Hospital Universitario Insular de Gran Canaria, desde 1983.
  • Fundador y primer Presidente de La Sociedad Canaría de Urología.
  • Miembro de La Asociación Española de Urología.
  • Miembro de La Sociedad Internacional de Urología.
  • Director Médico del Hospital Universitario Insular de Gran Canaria, desde 1994.

Medicina y Vocación3
(Acto de nombramiento como académico de honor a título póstumo del Ilmo. Sr. D. José Molina Orosa)
Dr. Rafael Betancort de León

La Medicina ha sido a lo largo de todos estos años (1963-2003) algo re­levante en mi vida, realmente a ella le he entregado lo mejor de mi juventud y de mi madurez. Y hoy, ya jubilado, miro hacia atrás y lo hago con verdadera nostalgia de lo vivido y de la labor realizada, ya fuera en el campo de mi Es­pecialidad —la Urología—, de la docencia —Escuela Universitaria de Enfer­mería— o en cargos directivos —Complejo Hospitalario Materno-Insular—. Y siendo relevante para mí toda esta etapa, también lo fueron mis años en la Facultad de Medicina, así como los años vividos durante mi especialización uro­lógica en Barcelona y Londres. Pero aún siendo importante en mi vida todo lo relatado anteriormente, mis recuerdos me llevan a los años de mi infancia y adolescencia, ya que fue en esa época donde se inició lo que creo que fue el comienzo de mi vocación hacia la Medicina, ya que jamás quise ser o tener otra profesión que no fuera la de médico. Mi infancia la viví en la Isla de Lanzarote, en Haría, un pueblo del norte de dicha isla en el que nací. En Lanzarote, en aquella época sólo había dos ó tres médicos que trabajaban prácticamente las 24 horas del día peinando, con su desvelo, esfuerzo y trabajo, toda la Isla; no había hospitales, no había clínicas, no había médicos‑ especialistas, sólo existían estos médicos-generalistas. Y de ellos el que a mí más me impactó, por sus conocimientos, por su dedicación, por su esmerada educación fue el Dr. D. José Molina Orosa, un hombre dedicado por comple­to a sus enfermos y a la Medicina. El fue, con su ejemplo, con su constante entrega a la Medicina, quien me inoculó "el virus" de la vocación médica y desde entonces siempre quise ser médico y en eso me convertí. Todo esto lo traigo a colación tras leer en nuestra Revista "Orobal" alguna que otra "Carta al Director" que me han impactado para bien o para mal, pero que me han hecho pensar y rememorar mis propias vivencias. En el número 44 de nuestra revista la Dra. Dara Martínez Beltrán dice textualmente: «para mí lo más importante es (y espero que siga siéndolo) el paciente, aquel para el que estudiamos, trabaja­mos... y nos esforzamos día a día por mejorar, por saber, por descubrir, por tener ante todo una sonrisa...» no cabe la menor duda que esta joven médico, que está por iniciar el MIR, tiene vocación y que le ilusiona el ser médico y el luchar y trabajar por y para el enfermo. Dara, permíteme que te tutee y que te felicite, porque creo, por no decir que estoy seguro, que serás una gran profesio­nal y que triunfarás en la especialidad que elijas.

En el número 49 de dicho Revista y no precisamente en la misma línea de Dara, la Dra. Magdalena Romero Jiménez se dirige a la Dra. Beltrán y le dice: «Creo que nosotros, haciendo memoria, también nos reconocemos en tu esperan­za, en tus deseos de aprender, de hacer el bien y superarte; es más creo que si no fuese por estos sentimientos, ninguno habríamos comenzado esta carrera de obs­táculos». Asimismo escribe en otro párrafo: «te deseo de veras que comiences a practicar esta profesión en condiciones mucho mejores que las nuestras». Creo que está claro que el profesional precisa que se compense, al menos económica­mente, su trabajo, su esfuerzo y su dedicación, pero teniendo siempre presente que el profesional médico, si no lo es por vocación, difícilmente podrá superar los sacrificios que conlleva el ejercicio de la profesión, los desvelos constantes a que se verá sometido y lo poco que se sentirá recompensado, aunque los sueldos estén más en consonancia con los tiempos que vivimos.

Creo y sigo pensando que la profesión médica debe ser vocacional, ya que en caso contrario el profesional jamás estará a gusto ni con su trabajo, ni con su compensación económica, ni por supuesto consigo mismo.

3.-  Acertada y cariñosa carta personal, copiada de la Revista Oficial del Colegio de Médicos de Las Palmas Junio 2004, en la que su autor, el prestigioso Dr. en Urología Don Rafael Betan­cort de León, natural de Haría, confirma las integridades de la profesión médica y la vigencia del espíritu del Dr. Molina Orosa, con añoranza y existencia.

 

 

 

 

 

 

 


RAFAEL BETANCORT DE LEÓN