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Fuente: Programa fiestas San Juan 2003

 

                                               Me  he sentado en esta plaza

del bello pueblo de Haría
una plaza muy estrecha
y larga como una cinta.
Con encanto señorial    
de romance y poesía
de casonas con balcones
y cercas con buganvillas
cuyas flores temblorosas
suavemente se acarician.
Con anchos portones verdes
como de estampas antiguas,
de color fuerte y brillante
que a los ojos regocijan                   
y árboles donde rebullen
pajaril algarabía
con grato rumor de ramas
por el aire removidas
Hay un sosiego de encanto
En esta Plaza tranquila
Y caen pausadas las horas
Sobre las baldosas frías.
Recostado en la banqueta,
espero que pase en tiempo,
que llegue el coche de línea.
Más el tiempo en esta Plaza
parece que no camina.
Tras las ventanas y puertas
trancadas de muchos días
las horas duermen la siesta
sobre las losas tendidas.
O acaso como museos,
esas viejonas casitas,
guardan entre sus muros
el pasado de la villa.
Casas blancas, señoriales
con sus verdes celosías,
cual risueñas colegialas
que juegan del brazo unidas
oyendo cantar las horas
al paso lento del día,
Al borde de la plazuela.
cuadrada geometría,
curiosa, rectangular,
temerosos de la brisa
se alargan los arbolitos

 como soldados en fila

y a buscar soco en las casas
arropados se inclinan.
Y en lo alto, incansable el viento,
largo viento de la Isla
al fondo, surge la iglesia
con su campana y su esquila,
su torre rectangular
y tu fachada sencilla,
tan luciente de blancura
que huele a cal todavía.
Isla feliz, Lanzarote,
donde la blancura chilla
entre los negros volcanes
con fulgor de pedrería.
Picón engarzado en nieve,
blancor que en negro rebrilla.
Y se oyen lejos rumores
de jovenzuelos y risas
y un eco, como un romance
Cantando en la lejanía.
Un avión, rompe el dulzor
de la ciudad endormida,
perforando nubes pardas
En sueños que gravita
como el latre de los siglos
sobre la plaza de Haría.
Y asustadas las palomas,
dan grito locos arriba
y graciosas las palmeras
sus cabezotas agitan
Ruidoso ha llegado el coche.
Se ha detenido en la esquina.
Hay un confuso revuelo
de gente que corre aprisa.
Cual mariposas volaron
sueños e ilusiones íntimas
Unos vienen, otros van.
Y yo, yo también me iba.
Cruzando diez mil palmeras
veloz el auto corría.
Una paz llevo en el alma
en mi interior escondida
que me dio la larga espera
en la Plazoleta de Haría.

 

 

 

 

 

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