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La Sociedad Renacimiento de Mala tiene tras de sí una larga e intensa vida. Su trayectoria va irremediablemente unida al propio devenir de un pueblo que, al igual que el resto de pagos del municipio, ha sufrido una imparable transformación y que a los ojos de los más jóvenes simplemente es inimaginable.
Han transcurrido ya 86 años desde que el 15 de marzo de 1924 un grupo de vecinos unieran sus esfuerzos para hacer realidad su deseo de crear "una sociedad para la diversión y el recreo", tal y como figura en el acta de la Junta Directiva de la época. Treinta y ocho fueron los fundadores de esta Sociedad que tuvo como primer presidente a Don Juan José Berriel Placeres. Completaba esa primera directiva el Vicepresidente: Don José María Perdomo Placeres; el Tesorero: Don Antonio Clavijo y Clavijo; el Vicetesorero: Don Martín Robayna Valdés; el Secretario: Don Wenceslao Clavijo y Clavijo; el Vicesecretario: Don Anastasio Betancor y Betancor; y los Vocales: Don Saturnino Clavijo y Clavijo, Don José Hernández Espino, Don José María Espino Fernández, Don Nemesio Berriel Clavijo, Don Eloy Clavijo Silva y Don José de León Delgado. Curiosamente, y a pesar del paso de los años, la estructura administrativa fijada entonces es de las pocas cosas que se ha mantenido inalterable pues ni siquiera el espacio físico donde se encuentra la actual sociedad es el mismo.
En ese mismo acto fundacional, se autorizaba al Presidente "para la firma de un contrato de arrendamiento de una casa para la sociedad con Don José Marcial Espino Ferrer, por la cantidad de 6 pesetas al mes. Arrancaba así la historia de una sociedad pionera en el municipio, que ha sido testigo de la crónica de nuestro país. Nacida en la resaca del golpe de estado de Miguel Primo de Rivera, la Sociedad Renacimiento de Mala vive su infancia al amparo de la Segunda República, su adolescencia en plena Guerra Civil española y su mayoría de edad bajo la dictadura franquista. Este punto de encuentro y de referencia para vecinos y foráneos se fue consolidando poco a poco bajo el paraguas de la Democracia.
Poco o nada
tiene que ver la
actividad actual del
Centro con la que se
desarrolló en sus
orígenes. Los apuntes en
los libros de actas y de
cuentas de la época
recrean el devenir de
unos vecinos que
encontraban su máxima
distracción en bailes y
conversaciones de
cantina, en piñatas y
funciones teatrales.
Además del alquiler del
viejo local, situado
frente a la actual
Sociedad, los gastos se
concentraban en la
compra de velas,
petróleo, barajas y
cuerdas de guitarra. Y
cuando no eran velas,
palmatorias y camisas
para las lámparas
Petroman, y cuando no
eran cuerdas, eran otra
vez barajas. De hecho,
la primera referencia a
la compra de refrescos
para los tocadores no
llega hasta el año 1929.
Curiosamente, un año
después era el segundo
gasto más importante
después del alquiler: 40
pesetas con 80 céntimos.
A estas compras se suman
también las
suscripciones a los
periódicos del momento
como Diario de las
Palmas, ABC, La
Provincia, el semanario
"Lanzarote", Nuevos
Tiempos, Luz, Hoy,
Madrid, Arriba, Falange...
etc. Para la gran
mayoría, que no podía
permitirse comprar un
periódico, era la única
forma de saber lo que
pasaba en el país. Para
la Sociedad, su
posterior venta era una
fuente de ingresos extra
junto con la subasta del
agua del aljibe o la
subasta de la Verbena,
"con organillos y
asientos" incluidos,
durante los meses de
septiembre y octubre.
El 27 de agosto de 1933, el entonces presidente, Don Guillermo Betancor Betancor firma el acuerdo de compra de una finca a Doña Ana Clavijo Clavijo, en un lugar conocido como La Mareteja. Dicha finca, denominada la Verbena, acoge las actuales instalaciones de la Sociedad Renacimiento de Mala.
El número de socios y la actividad de la sociedad se incrementan hasta que estalla la Guerra Civil. Según se constata en una nota al pié en el libro de cuentas, "los ingresos durante los años 37, 38 y 39, fueron muy reducidos, pues habiendo quedado interrumpido el funcionamiento de esta Sociedad debido al Glorioso Movimiento Salvador de España, los socios dejaron de abonar sus correspondientes cuotas".
A partir de los años cuarenta se incorporan nuevas actividades como los títeres y el cine, y se mantiene la figura del inspector de turno en los bailes con parranda que se celebraban hasta tres y cuatro veces al mes. Dicho inspector se encargaba de controlar los turnos de entrada de los caballeros al salón para bailar las tres piezas a las que tenían derecho en cada pase.
Aunque es durante este periodo cuando los socios comienzan a movilizarse para construir una sede propia, no es hasta el año 1951 cuando se paga el plano y el permiso para la obra que tiene en proyecto la sociedad. Se plantean cuotas especiales y también se recurre a prestamistas particulares. Más tarde llegaron los talleres del PPO y la colaboración del Cabildo y del Ayuntamiento. Después de muchas dificultades y de que los vecinos de Mala pusieran no sólo su dinero, sino también su propia mano de obra, la Sociedad Renacimiento de Mala, se inaugura, tal cual la conocemos, en el año 1965. Se modifican los Estatutos y se amplía el objeto de la misma haciendo especial énfasis en el fomento y la promoción de la cultura, el desarrollo de actividades deportivas y la formación social y laboral que ampara la Constitución".
En las sucesivas décadas, la suscripción a los diarios se amplía a una interesante biblioteca, las barajas y las bolas conviven con el billar y los futbolines, las parrandas dejan paso a los discos de vinilo, los bailes a los guateques, el proyector de cine a las películas del videoclub, y los Petroman a las luces de colores. Hoy hablamos de soci@s, de ordenadores, de CDs, de MP3, de TDT. Los tiempos han cambiado y la Sociedad también. Aún así hay algo que persiste: la ilusión de los vecinos de Mala por mantener vivo y hacer cada día más grande este espacio para el encuentro.
Por su labor Cultural, Social y muchas otras, el Pleno del Ayuntamiento de Haría designa a la Sociedad Renacimiento de Mala, Premio Haría 2010.