PUEBLOS:   Órzola

 

Apretando La Telera

Jesús Mª Perera Betancort

Fuente: Lancelot  Nº 907/ 08.12.2000

 

Amaneció bajo el risco. La mar estaba adormilada en la bonanza de los farallones. Unos echaron al marisqueo, otros a la pesca de caña, en el barquillo cuatro se fueron a "levar" unos tambores que se habían echado con la marca de la fuente de "gusa" y el faraión de fuera. Y así fueron cayendo morenas, lapas, burgaos, clacas, cangrejos y hasta cinco centollos y un "peje rey". Betancort con la taifa de Guiñate bajaba por el camino de Guatifay y la de Órzola entró bajo el risco por el camino viejo. Atrás venía Pedro el de Yé con un queso en la mochila y un palo-lata en la mano. En la pared norte de las salinas se fueron juntando todos. Haciendo un repaso albarán allí había de casi todo. Abro despensa: medio saco de papas, ajos, cebollas, pimienta, hierba huerto y cilantro. Un garrafón de "aguapata", dos sandías, tres melones, y un cereto de uvas de Lajares. Gofio sobado en zurrón y gofio amasado en batea. Uno de Máguez se marcó a timple y guitarra una coplilla   ligera:

Para  cantar  una  lapa
Para  bailar  un  burgao
Y  para  la  isa  canaria
Un  cangrejo  colorado.

 

No   era   un   almuerzo, era una comelona variada y al gusto porque Pacheco ya estaba con la baraja en la mano para echar una partida al envite y el que perdía tenía que pagar el cafelito en Órzola. Al frente, a mitad del río se avistaban los barquillos gracioseros. Unos regresaban a Caleta y otros con la carga del día iban para Órzola. La gente del norte con todo recogido ya iba risco arriba. Otros se retrasaron guardando en una choza, escarbada bajo tierra los utensilios y las cosas de prevenciones     preparadas para otra tarragiada de salsete, ya que pronto tendrían que volver para largar animales (camellos, cabras y algún que otro burro...) bajo el risco.

Una voz roncosa pegaba un grito desde lo alto: ¡Suban, suban por la “tegala" de “señó Sixto"!  Betancort le mandó dos silbidos y desde arriba se oyó un: "¡sí, coño, sí!" -la conversación entre padre e hijo no quería decir, sino que el camión ya estaba esperando para llevarlo a Órzola por la carretera vieja que va por Lajares frente a la Torrecilla-.

A la media hora ya estaba toda la camarilla sobre la carrocería con volquete del camión "Comer" de Juan Rosa Betancort, natural de Haría; y que se había ofrecido a hacer el transporte por un puño de lapas y una docena de cangrejos, el trato fue cumplido con creces: medio quintal entre lapas, burgaos, clacas, cangrejos y hasta dos o tres pulpos del marisqueo.

Tras bajar por un puño de curvas por la pendiente que nos conduce al llano de Órzola llegamos a media tarde al caserío. La mar, el mar estaba de reboso y una parrandita que nos esperaba nos espetó aquello de:

Y tú que eres buen pescador
Y  en pescar  te  apresuras
Dime cuántos viajes le echó
El  "pejeverde"  a  la  fula.

... Y furrunguiando el timple asomaron con Pancho Dorta a la cabeza fuimos al reboso de Ambrosio Ramírez. Tras el dar los presentes y echar el buchito de café se entró en echar una larga e interminable conversación, y que es, para mí, el fruto que da el frondoso árbol de la amistad. Pancho Dorta comenzó a destilar su veterano lenguaje con hechos acaecidos en/por la zona. Tras carraspear y echar la mascada   hilvanó:   rompiendo el verano nos fuimos a la Alegranza. Allí estuvimos pescando y pardeleando y al venir le "trajimos" un puño de "líos" y dos sacos de quesos al señor Eusebio Romero que ya los tenía apalabrados con gente del puerto. Ambrosio no desperdicia el tiempo y que si cuarterola para arriba y barrica para abajo iba desmenuzando su acotado pero rico lenguaje. Y así es como nos dijo que había estado en el "frente" y que en la guerra aparte de perder el tiempo perdió el dedo índice de la mano derecha. "Ja, ja, ja ... ja,  ja, ja". La carcajada fue tan grande que el lleno bar paró las mesas donde los hombres jugaban al "truco", zanga, envite y hasta una partidita de dominó se quedaron mirando a la cara y al sombrero de Ambrosio, quien volvió a la guerra y dijo:  estaba yo durmiendo cuando un zoquete peninsular me dio una parada y me ordenó que me levantara y me levanté, le pegué dos trompadas y lo dejé echa­ do. Ja, ja, ja ... ja, ja, ja". La cosa se calmó y fue entonces cuando Ambrosio me dijo: "Todo lo que he dicho es verdad". Por cierto, avíseme cuando se vaya a ir para que cargue con un paquetito que tengo ahí para su gente". Aproveché la ocasión para darle una navaja de "Cabo Blanco" y le pregunté: "Ramírez se nota que la cosa por aquí va más o menos bien, vienen muchos turistas?". La carcajada no se hizo esperar y Ambrosio comenzó a reír­ se reiteradamente mientras iba al urinario. Dentro del aseo comenzó a decir: extranjeros aquí, extranjeros aquí todos los días cristiano, todos los días; asómese, allí enfrente, al muelle, ¿los ve? "Sí". Ramírez "italianos, hombre, italianos", ja, ja, ja,". ¿Extranjeros en Órzola?, todos los días".