Senderos

 

Fuente: Guía de senderos de Lanzarote

Gobierno de Canarias

 

 

    ENTORNO NATURAL
 

El itinerario discurre por una zona de gran interés natural, cultural y paisajístico: las vegas de Haría y de Máguez y, más concretamente, por La Atalaya, un enclave donde puede observarse la imbricación entre los productos de tres series volcánicas diferentes. La Serie I da forma al relieve subyacente y aflora como un lomo muy erosionado que separa las vegas, la Serie II produjo una profunda remodelación del paisaje con la erupción de un volcán en el extremo este de dicho lomo que modificó el relieve erosivo preexistente y taponó los barrancos, permitiendo la acumulación de sedimentos y la formación de la vega de Haría. La erupción de los volcanes de la Se­rie IV, pertenecientes al complejo La Cerca-Los Helechos, tapizó con productos piroclásticos la vega de Máguez y buena parte de la de Haría. Estas sucesivas remodela­ciones y la imbricación de diversos materiales y formas de modelado erosivas con otras constructivas dota de gran interés a la interpretación geomorfológica del paisaje.

El otro gran conformador del paisaje es la intervención humana que ha transformado por comple­to su componente biótica. En efecto, la vegetación está constituida por matorrales de sustitución que colonizan los campos de cultivo abandonados, entre las especies más características destacan: el cabezote, el verode, el tojio, las magarzas y las aulagas, mezcladas con especies foráneas invasoras como las tuneras y las piteras, numerosas gramíneas, vides e higueras semiabandonadas y los vestigios de un magnífico palmeral que actualmente cubre en parte el fondo de los valles, manifestándose como el único resto de la vegetación natural que debió cubrir la zona.

En las áreas orientadas al Norte, rocosas y de mayor pendiente, la vegetación se enriquece con especies más exigentes como Andrya­la glandulosa, el bientequiero y el bejeque. En las áreas donde los piroclastos son más profundos dominan las vinagreras, mientras que en los pequeños llanos de la cumbre dominan aulagas y gramíneas. En definitiva, es la estructura agrícola tradicional con sus campos de cultivo enarenados, muros y estructura parcelaria y de accesos la que domina el territo rio y conforma un paisaje de extraordinaria calidad ambiental.

La fauna no presenta elementos destacables dada la transformación a que ha sido sometido el ecosistema.

Descripción y explicación de las vistas desde la montaña

Una vez en la cumbre alomada de La Atalaya podemos empezar a disfrutar de una vista excepcioal sobre un paisaje de una extaordinaria complejidad geomorfológica, donde conviven las formas erosivas con las morfologías eruptivas frescas, apenas retocadas por los agentes de modelado. Así, el paisaje del dorso de Famara se define, en líneas generales, por la presencia de barrancos de fondo plano e interfluvios alomados, sobre los que se han superpuesto edificios volcánicos que introducen discontinuidades en sus rasgos físicos y en su dinámica natural.

La incorporación de nuevos materiales volcánicos ocasiona un suavizamiento de la topografía y un aumento de la superficie insular. El gran volumen de productos emitidos colmató y cubrió antiguos barrancos dando lugar a una topografía más suave que, en la actualidad, corresponde a la zona que ha experimentado un mayor aprovechamiento agrícola y asiento poblacional. Esto se puede comprobar en las vegas de Máguez, Haría, el Valle de Guina­te y, en suma, en aquellos sectores superiores que conforman la «meseta» de Guatifay.

En muchos casos, los derrames lávicos recorrieron Famara y alcan­zaron el litoral, configurando una amplia plataforma que modificó el trazado de la Isla y fosilizó los acantilados costeros dejándolos inactivos. Una de las consecuencias inmediatas de esta remodelación es que los antiguos barrancos quedaron desconectados del mar y comenzaron a abandonar los materiales aluviales sobre las superficies lávicas que cegaban su desembocadura, constituyendo amplios abanicos de deyección. Este fenómeno se aprecia con claridad en la franja cultivada próxima al caserío de Órzola, colmatada de sedimentos por los barrancos del extremo noroccidental del macizo.

Estos sectores han podido experi­mentar una mayor explotación agrícola que el resto de la exten­sa superficie lávica cuaternaria, gracias a las importantes acumulaciones de materiales arrastrados por los barrancos, que han sepultado los malpaíses.

El conjunto volcánico La Cerca-Los Helechos

Al noroeste de La Atalaya un conjunto de volcanes de diverso tamaño y morfología, alineados en dirección noreste-suroeste, forma el telón de fondo del paisaje. Se trata de la alineación La Cerca-Los Helechos-La Corona-La Quemada de Órzola, origen del Malpaís de La Corona.

Dichos conos constituyen un sistema eruptivo construido, al menos, en dos etapas. La primera, que daría lugar a la mayor parte de la alineación, edificaría el conjunto de La Cerca-Los Helechos y el pequeño cono que se sitúa en el extremo nororiental de dicha alineación, La Quemada de Orzola. Durante la segunda fase constructiva, con una edad estimada entre los tres mil y cinco mil años, se creó el edificio de mayor envergadura de este grupo de aparatos volcánicos que es el de La Corona.

El conjunto La Cerca-Los Helechos se sitúa en el extremo más suroccidental del sistema eruptivo. Se trata de una erupción fisura compuesta por siete bocas alineadas siguiendo la dirección noreste-suroeste en la que se pueden identificar varios centros de emisión adosados unos a otros, aunque en algunos casos logran individualizarse dentro del grupo. Las dimensiones que presentan los conos varían notablemente entre ellos, pues se distinguen con bastante claridad dos conos principales, asociados a otras bocas de menores proporciones que complican la morfología. Se trata de aparatos construidos por la acumulación de escorias soldadas, bombas y piroclastos, aunque estos últimos son los que predominan. Otro de los aspectos que se puede destacar de este conjunto eruptivo es que las bocas debieron funcionar de forma simultánea, pues los aparatos aparecen imbricados y superpuestos, tan sólo algunos pequeños cráteres interiores demuestran con claridad su génesis posterior.

Las coladas

Todo este conjunto eruptivo emitió coladas de lava que, derramándose por el antiguo macizo, alcanzaron el mar y ampliaron la superficie insular, principalmente hacia el Este, configurando un ex­tenso malpaís de unos 18 kilómetros cuadrados. También circularon corrientes de lava desde los centros de emisión hacia el Oeste, y se precipitaron por el acantilado de Famara hasta llegar al mar, aunque en este sector el volumen lávico fue mucho menor. En líneas generales, son coladas de morfología aa; el rasgo esencial de estas coladas es la existencia de una cobertera fragmentada, áspera y caótica, constituida por fragmentos irregulares móviles de textura rugosa y escoriácea. También podemos encontrar puntualmente coladas de tipo pahoehoe, que configuran los llamados lajiares, de superficie continua y regular, con curiosas formas.

La Vega de Haría

Otro fue el proceso de creación de la Vega de Haría. Cegados los cauces de los antiguos barrancos por las coladas que surgieron del Volcán de La Atalaya, los materiales limoarcillosos transportados por los barrancos fueron acumulándose a partir del represamiento, ésto da origen a un potente depósito de suelos que retiene el agua de lluvia por absorción. Los depósitos han colmado completamente el Valle del Rincón y se funden con los piedemontes que tapizan las laderas de Montaña Aganada.

No obstante, la escorrentía ha logrado abrir un nuevo cauce, esculpiendo las coladas del volcán de La Atalaya y dejando al descubierto, en un corte vertical, su morfología interna.

El relieve subyacente

Al sur y al oeste de La Atalaya el paisaje está dominado por las formas erosionadas del Macizo Antiguo, puede observarse el perfil alomado de los interfluvios de los grandes barrancos situados al sur y las escarpadas laderas de las cabeceras de los barrancos, destacando especialmente las de los barrancos de Elvira Sánchez y del Cuchillo y los escarpes de Montaña Aganada.

 

 

 

 
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