HISTORIA  / Aproximación Hª Haría

 

René Verneau  (2)

 

(...) 

El artículo 26, dice literalmente:" Asimismo se prohíbe, bajo la multa indicada en el artículo anterior, depositar basuras y estiércoles en los caminos, o junto a las habitaciones, cuyos depósitos deberán construirse a una distancia conveniente y donde no puedan perjudicar a la salud".

 

Con referencia a los animales muertos, el artículo 24 establece:

 

"No se arrojarán animales muertos dentro de la población, bajo la multa de cinco pesetas en cada vez que se cometa este abuso tan contrario a la salud pública.

 

Los referidos animales deberán conducirse a un punto que diste cuando menos un kilómetro de la última casa del pueblo, donde deberán ser convenientemente enterrados, incurriendo igualmente en la multa que queda señalada el que infringiese esta segunda parte de la presente disposición".

 

En relación a los cerdos sueltos, el artículo 12 establecía:" Se prohíbe tener sueltos los cerdos por las calles, incurriendo en una multa de dos pesetas por primera vez el que quebrante esta prohibición, y en cinco si reincidiese en la falta".

 

Retornamos a la llegada de R.Verneau al pueblo de Haría, con una carta de recomendación para el Alcalde, al que visita, pero no encuentra en su casa, situada en la plaza del pueblo. Describe cómo iba escoltado por una nube de chiquillos harapientos que nunca habían visto a un extranjero en su pueblo. Se dirige posteriormente a ver al cura, al que se refiere y ensalza en estos términos:

 

"El cura de Haría era un hombre excelente y quiso que me quedara en su casa, pero no podía aceptar sin haber visto al alcalde, al que me había dirigido en principio, aunque ya tenía asegurado un alojamiento. Tuve que tomar un vaso de cerveza para poder salir de esta casa, pues el cura había cerrado la puerta, diciendo que nadie salía de su casa sin haber tomado algo. En estas islas se encuentran algunos curas hospitalarios como el de Haría, pero lo que nos se encuentra frecuentemente es la inteligencia, la instrucción y la reserva de éste".

 

Se refiere al alcalde como hospitalario, igual que su vecino el cura, y dice: "Cuando volví a su casa ya había hecho preparar mi habitación. En estas condiciones no podía aceptar la propuesta del cura. Para no dejar descontentos ni a uno ni a otro, acordamos que durante mi estancia en estos lugares, y cada vez que me mera posible, almorzaría en una casa y cenaría en la otra.

 

En su narración cuenta cómo llegó a Haría un sábado y pensó descansar de su viaje, pero no contó con las parrandas. El sonido de una guitarra le despertó. Se trataba de una serenata a las hijas del alcalde, que contaba con dos. Lo que en un principio sintió agradable no le dejó pegar un ojo en toda la noche, y, como dice, pasó una hora, después dos, tres y finalmente amaneció y el individuo seguía tocando. Intentó ahuyentarlo abriendo la ventana, pero estaba inmovilizada.

 

No cuenta su recorrido por los alrededores del pueblo pero si hace mención al Malpaís de la Corona, diciendo que todo el Norte forma una inmensa capa de lava en la que crecen millares de euforbias y algunas plantas flacas que se disputan nubes de conejos. En medio de esta lava se encuentra la famosa Cueva de los Verdes, que mide varios kilómetros de longitud y en la que se penetra por una depresión que forma una especie de inmenso pozo.

 

R. Verneau, que permanece varios días en Haría, llega por Malpaso y se marcha por el Este, por los llanos de Mala, a los que parece referirse cuando dice" Volví a Arrecife bordeando, a un acierta distancia, la costa oriental de la isla. Esta región es aún más desolada que la parte occidental.

 

Se compone de llanos inmensos, áridos, rocosos, entrecortados por barrancos pequeños y conos volcánicos. Algunas euforbias y aulagas (Sonchus spinosus) forman casi toda la vegetación del Nordeste. Estas dos plantas se utilizan como combustible y la última solo para calentar los hornos de cal.


 

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