Fuente: Guía de senderos de Lanzarote
Gobierno de Canarias
ORIGEN E HISTORIA
La cumbre de Famara es una plataforma ondulada, sin discontinuidades notables, que contrasta con el paisaje abarrancado que se extiende hacia la costa este y con el acantilado que la limita por el Oeste. Estas características y el acceso relativamente fácil a través de los interfluvios hacen de la cumbre un área de tránsito obligada entre las vegas de Teguise y Haría. El camino formó parte de la red principal de comunicación de la Isla hasta la aparición de las modernas carreteras. Cumplía la función de unir Haría con la capital de la Isla, Teguise, y con el resto de Lanzarote. Cumplía además un importante papel como ruta de peregrinación de los vecinos del norte a la Ermita de la Virgen de Las Nieves.
Su primitivo trazado por el Valle ha sido cortado y en parte ocupado por la carretera Teguise-Haría por lo que ha sido preciso buscar un itinerario alternativo; éste discurre por caminos secundarios en la red de comunicaciones señalada, pero de elevadísimo interés paisajístico y natural. Por ello, el camino está constituido por dos tramos claramente diferenciados en cuanto a características y funcionalidad. El primero, entre Haría y El Bosquecillo, tenía como única finalidad proporcionar acceso a las fincas del Valle de Malpaso y de la cumbre de Famara; es una estrecha vereda que sigue el cauce del barranco hasta su cabecera, donde se encuentra el área recreativa. Desde El Bosquecillo hasta la ermita se retorna el camino tradicional, una pista agrícola de gran belleza paisajística.
La aparición de la Virgen de Las Nieves, la ermita
el destino del camino es un
punto clave en la devoción
mariana de los conejeros, de
gran valor cultural e histórico
por las importantes tradiciones
en que arraiga la creencia.
El manuscrito de Diego Henriquez, de 1714, nos cuenta cómo poco después de la conquista de la Isla, finalizada en 1427, se apareció a un pastorcito en las cumbres del norte la Virgen de Las Nieves:
« […] mandándole dixesse a los Párrocos y Mayores del pueblo era voluntad suya se le fabricase casa en aquella colina.»
El pueblo de Teguise construyó una ermita en el lugar señalado por el pastor. Pero con el paso de los años la devoción fue perdiendo vigor, por lo que la ermita quedó seriamente afectada, debido al poco cuidado prestado a la edificación:
«Con el curso del tiempo, lo corto de aquella isla y tenue de sus caudales, […] caduco se fue resfriando aquel primer fervor [...] con que llegó este sacro templo a estar, sino del todo arruinado, por lo menos muy deteriorado y falto de reparos.»
El mismo autor nos cuenta cómo Luis Alonso, vecino de Los Valles de Teguise, presta declaración el 19 de febrero de 1676 ante el beneficiado de Teguise y vicario de Lanzarote, licenciado Antonio Correa de Vasconselos, sobre las voces que ha oído en el pago de Famara y que presume ser sobrenaturales. El relato que había hecho a otros vecinos de las voces había levantado curiosidad e inquietud en la Isla, por lo que se le llamó a prestar declaración sobre lo acontecido.
Declara que el año que entró la última plaga de langosta, pasando de camino al Valle de Haría, le había sorprendido la noche por lo que quedó a dormir junto a la ermita de Las Nieves y:
«[...] a la madrugada haviendose levantado de dormir y estando sentado esperando a que aclarase el día para hacer su camino oyó que clara y distintamente; dixo estas palabras "AGUA NO LES PODRA FALTAR MAS NO LA HAN DE GOCAR, PUES NO SE QUIEREN ENMENDAR."»
El citado vecino declara que en otra ocasión, haciendo noche en la Vega de los Valles de la que es guarda;
«[…] oyó una vos como clamorosa que decía estas palabras: "NO HAY ALGUN CRISTIANO QUE ALCE LA CASSA DE LA VIRGEN SANCTISSIMA DE LAS NIEVES?"»
Tras estos hechos el Beneficiado de la Isla tomó la resolución de reconstruir la ermita:
«Hasta que el devoto zelo y pia devoción de el licenciado Dn. Simón de Betancurt, Beneficiado de aquella Isla y Parroquia, consagró su fervoroso afecto al culto y decencia desta Santa Imagen y su Reformó sus paredes, fortificó su techo con nuevos materiales con tal firmeza puestos, que asegurasen prolongada duración; adornó el suelo de lozas de piedra pulidamente labradas; hizo dorar y esmaltar curiosamente el nicho; perficionó el sacro y divino culto con cáliz de planta, piedra de ara, Missal nuevo y decente ornamento; y aseando las Sanctas imágenes restauró el culto y decencia quasi del todo perdidas.»