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Carta de despedida como alcalde de Haría
Al dejar este cargo que al poco más de un año se me impuso (recuerde el Sr. Delegado del Gobierno su contestación a mis palabras en enero del pasado año diciéndome que solo me trasmitía un nombramiento del Gobernador Civil) me veo obligado a dar las gracias. Gracias a los concejales que más que consejeros fueron autores de lo que en este año se ha hecho, de ellos siempre recibí el apoyo necesario. Gracias al secretario, entre las cosas buenas que he sacado de esta alcaldía ha sido su amistad, de él recibí siempre el concejo del hombre conocedor de la Administración Local y su asesoramiento más que útil me fue siempre necesario. Gracias a los pobres Javier y Gregorio con los que nunca hubo alcalde y subordinados sino afanados. Gracias a Sr. Ramón servicial siempre con la sonrisa en los labios. Gracias a todos, desde los barrios de la limpieza hasta el municipal. Gracias a pleno pulmón y perdón por qué sé que más de una vez os hice sufrir con mi carácter un poco violento. Demás está decir que deseo el nuevo alcalde todo género de parabién.
Quizá sea la sinceridad la virtud que más alegrías y más disgustos me ha traído mantener, y a fuerza de sendero he de ser claro, por ello he traído estas cuartillas, para que leyendo no me traicione mi palabra y quizá por ello, por sincero, no sirvo para la política y he dejado trozos de mi salud en el estrecho espacio de un año que he permanecido en esta alcaldía.
Por ello he de decir que si bien es verdad que no solicité esta alcaldía sino que se me impuso, tampoco es cierto que haya dimitido de ella como sin verdad dicen los periódicos……Me enfermé y al no poder por ello continuar de alcalde, me retiré hasta ponerme bueno, esto dije y no más al Sr. Delegado en conversaciones particulares en su despacho a fines de enero pasado, pero aprovechando esta enfermedad, por quien quiera que fuese se me desposeyó de esta alcaldía que hace poco más de un año se me impuso. Repasando mi actuación, es posible que fuese por alguna de estas causas: cometí el error de hablar claro y con la frente muy alta a personas habituadas a que los alcaldes no hablen o digan simplemente sí. Defendí o intenté defender con tesón intereses que son de mi pueblo y que otras personas u organismos disfrutan o quizá se ventilen próximamente intereses muy importantes para el municipio para lo cual conviene que yo esté lejos. Si por eso o por otras causas semejantes lo desconozco, me enorgullezco de marchar, y marcho con la sonrisa en los labios, con la frente muy alta y con el orgullo, santo orgullo del hijo de esta que en un año, de actuación como alcalde ha dejado jirones de su tiempo, parte de su dinero y trozos de su salud, llevándose a cambio solamente la satisfacción de haber servido en lo que pudo a un municipio que me quiso de alcalde y me sigue queriendo en su mayoría para este cargo del que hoy tan injustamente como se le nombró se le hecha.