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Pregonar es anunciar, la celebración de un acto o acontecimiento.
Hoy al pregonar las fiestas de nuestra señora de Las Mercedes siento la mayor alegría de mi vida.
Alegría que quiero compartir con todos ustedes, porque ha sido en este pueblo donde he vivido los mejores años de mi vida, todos hemos aportado nuestro granito de arena para que Mala ocupe hoy el lugar que le corresponde en el municipio de Haría.
La fe y esperanza con que los habitantes de este pueblo, celebramos las fiestas en honor de nuestra señora de Las Mercedes, no tiene su origen en el año 1800, fecha en que se recuerda las primeras celebraciones, sino que la devoción de los lanzaroteños a nuestra señora, se remonta a más de quinientos años, fue la primera manifestación de fe de los conquistadores al levantar una ermita dedicada a nuestra señora de Las Mercedes en la huerta de Famara.
Esta devoción se trasladaría años después a la iglesia parroquial de Teguise, concretamente a la capilla que desde el año 1582 estaba dedicada a nuestra señora del Rosario. Fue en esta misma capilla donde estuvo depositada la virgen de Santa Catalina, salvada de los volcanes de 1730 antes de que fuera llevada al pueblo de Los Valles. La fe de los lanzaroteños hacia esta imagen, hizo que el Obispo Valentín Morán regalara una imagen de nuestra señora de La Merced, que había sido comprada en Sevilla.
En un principio, aparece Mala integrada en la zona de los pagos de Teguise, pues al crearse la ayuda de parroquia de Haría no se especificaba muy bien los limites de la misma. Es más, en las sinodales de 1735 de don Pedro Manuel Dávila, aparecían únicamente los pueblos de Máguez, Tabayesco y La Montaña. Tendría que llegar el plan parroquial beneficial de Lanzarote del Obispo Tavira para que aparecieran con todo detalle los límites de Haría.
Las fiestas de Las Mercedes, significan para Mala, un motivo de reencuentro, donde los jóvenes estudiantes y trabajadores que durante el año han estado fuera de la isla, vuelven para encontrarse con sus familiares, donde los hijos de este pueblo, repartidos por la geografía insular, visitan a sus familiares para compartir la alegría, donde los ancianos del lugar reviven con alegría sus recuerdos de costumbres y tradiciones y entregan con orgullo a nuestra juventud porque saben que hoy como ayer, los jóvenes de Mala son trabajadores, que miran el pasado con orgullo y el futuro con optimismo.
Mala integrada en la agricultura lanzaroteña de una forma tan tradicional como histórica, no vive ajena a la actual situación por la que atraviesa la isla, pero la confianza que hemos demostrado en situaciones parecida, es la mejor garantía de que entre todos podemos salir adelante.
Se va la pregonera pero la fiesta empieza, vivan las fiestas.