PUEBLOS: Mala
Fuente: Lanzarote
Noticias nº 106
Del 20 al 27 de Junio
2008
Texto: Alfonso Melero
El barranco del Palomo (Haría)
alberga una de las mayores
pifias hidráulicas de Canarias:
la presa de Mala. En más de 30
años de historia nunca ha
cumplido su cometido. Sus muros
filtran un litro de agua cada
minuto sin que ningún organismo
se haya dignado a poner una
solución. La basura y el
abandono reinan en este entorno
descuidado por las autoridades y
que atesora además importantes
vestigios del patrimonio de
Lanzarote como La Casita de los
Majos, una fuente artificial que
podría corresponder a la cultura
aborigen
El
barranco del Palomo ha sido
desde tiempos ancestrales fuente
de vida para los habitantes de
Lanzarote por el agua que brota
desde la montaña hasta la Vega
de Mala (Haría). Los aborígenes
de la Isla, los majos, ya
recogían en este lugar el escaso
bien, indispensable para la
subsistencia, especialmente si
se trata, como es el caso, de un
territorio en el que reina la
sequía. No hay que irse tan
lejos en el tiempo para recordar
que los habitantes de Mala y los
alrededores se abastecían con el
agua de esta mente natural.
Antes de que la potabilizadora
fuese una realidad, el barranco
del Palomo era algo así como un
oasis en el desierto.
De ahí que el Gobierno español,
en los últimos coletazos del
régimen franquista, pusiera en
marcha un proyecto para
construir una presa ubicada en
mitad del barranco. La Dirección
General de Aguas del Gobierno de
Canarias no recibió la entrega
de la obra hasta marzo del año
1978. Sin embargo, la presa de
Mala nació defectuosa. El muro,
compuesto por tres galerías
longitudinales que penetran en
la montaña, filtraba agua a
través de unas fisuras.
Paralelamente, la potabilizadora
de Inalsa veía la luz, poniendo
fin al principal problema de
Lanzarote: el abastecimiento de
agua. De este modo, la presa,
que había supuesto un esfuerzo
económico y humano (los
agricultores de la Vega de Mala
se quedaron sin el agua que
utilizaban para regar sus
cultivos), quedó en el olvido.
En 1982, se realizaron algunas
mejoras para solventar las
deficiencias de la presa que
tampoco surtieron efecto.
Ninguna corporación municipal ni
insular ha vuelto desde entonces
a mover un dedo por arreglar la
situación de una costosa
infraestructura que se arruina (más
si cabe) con el paso de los años.
Tan sólo un grupo de ciudadanos
de Mala, entre ellos Ricardo
Castro, de 51 años, se preocupó
por el caso y construyeron con
sus propias manos un depósito a
los pies del barranco del
Palomo, conocido popularmente
como el Charco de La Laja, para
almacenar el agua que perdía -y
pierde- la presa. Ricardo tenía
entonces u
na
lavandería y recogía en el
Charco de La Laja cubas de agua
para utilizar posteriormente en
su lavandería, La Crisis. Otros
ciudadanos de Mala también le
daban uso a este agua filtrada
por la presa: regadío, ganadería...
Actualmente, tanto la obsoleta infraestructura hidráulica como el Charco de la Laja, así como el entorno del barranco del Palomo padecen los estragos del abandono. Las barandillas que hay sobre la presa están rotas y oxidadas; las tuberías que en principio se iban a usar para bombear agua hasta Los Jameos y Argana, completamente reventadas; algunos trozos del muro, recubiertos por una capa de verdina por la que circula el agua hasta el exterior; bolsas de basura, ruedas y chatarra desparramados por un entorno que debería ser considerado como un Bien de Interés Paisajístico y Cultural...