- Benito Dorta Caraballo -
PUEBLOS: Órzola
Fuente: Alternativa Democrática de Haría
Nº 8- Septiembre 2003
APUNTES PARA NUESTRA HISTORIA
D. Benito Dorta Caraballo, Maestro artesano, Órzola 1915
El tiempo parece haberse quedado
quieto, anclado en un pasado que
para unos se nos antoja reciente,
y para los más jóvenes,
desconocido. Entrar en el viejo
taller de Pancho Dorta es
remontarse a una época donde al
agobio no se conoce. Aquí sólo
habita el silencio, roto por el
rascar de un serrucho que abre,
sin prisas, un palo, a lo largo.
A Pancho, desde muy joven le
asiste la paciencia del artesano.
De la vida bucólica del pastor
al andar cansado pero
infatigable del camellero, del
ritmo penetrante de la hojalata
ya sea para hacer un cacharro
del gofio o un corcho de hurón,
al minucioso tallar de las
cachimbas en madera de moral.
Pancho, que es de la quinta del 36, pasa el tiempo entre recuerdos, recuerdos no siempre gratos, como la partida al frente de Guadalajara en aquel barco lleno de piojos que compartían Canarios y Moros; Hambre y frío, penurias y miseria que causan quienes se empeñan en solucionar su proyecto de vida con la muerte ajena. Y otros recuerdos más cotidianos, más gratos, como aquella cachimba preciosa que le hiciera a un militar, con la tapa de aluminio y por la que recibió gratitud y felicitaciones, o aquellos paseos matinales por la orilla del mar en busca de "hallos", casi siempre alguna madera que le sirviera para cabos de escardillas, para una puerta, para un garrote de pastor o....que se yo, para cualquier cosa.
Autodidacta, como muchos artesanos fueron descubriendo poco a poco las posibilidades de la madera y de la hojalata, y poco a poco fue descubriendo el oficio, fue aprendiendo a sacar, a descubrir en un pequeño trozo retorcido de moral, la figura única y propia de una cachimba.
Ochenta y ocho abriles van dejando mella en sus huesos; Su mirada clara, transparente, y sincera. Su expresión agridulce parece negarse a darle el testigo al tiempo. Pancho sigue incansable como si lo importante sea el ritmo del serrucho, como si lo importante sea el camino y no el destino final, el sigue con la mano cansada y los recuerdos, abriendo su palo... a lo largo.