Olivia M. Stone (1)
Según describe en su obra Tenerife y sus satélites, al recorrer Lanzarote y cuando va camino de Haría, un jueves 24 de enero de 1883, dice:
"Al pasar por las casas solitarias de Mala vemos un dromedario realizando la más extraña labor. Está arando. Dos piezas de madera cruzadas sobre su cuello forman un yugo y, enganchados en ellas, tiene el timón, por la izquierda, y la correa, por la derecha".
Contempla una estampa típica de la isla y muy frecuente y cotidiana en aquella época y hasta tiempos relativamente recientes.
Menciona los primeros arboles que ve, unas higueras, en medio de los barrancos de las montañas simadas al oeste de dicha aldea y bancales o terraplenes en su laderas.
Prosiguiendo la descripción de su recorrido escribe:
"Pasamos una curiosa montaña en forma de pan de azúcar, con la cima que parecía cortada, a cuya izquierda subimos por una torrentera, dirigiéndonos hacia dos molinos de viento que había sobre una montaña, detrás de la cual se encuentra Haría. Nuestro sendero subía ahora por lo que para un caballo sería una pendiente suave pero que, para un camello es empinada, Estaban cargando un dromedario a mitad de la subida, así que tuvimos que esperar hasta que el hombre terminase antes de poder pasar nosotros".
De la descripción de este párrafo se desprende que la montaña en forma de pan de azúcar y recortada en su cima se corresponde con la Montaña de las Piletas, que asciende por la vereda de Arrieta-Trujillo, a través de una barranquera hacia el camino de la Cuesta del pozo, junto a los molinos que allí existieron hasta finales de los años cuarenta del siglo pasado (molino y molina), del primero de los cuales permanece la huella circular de su construcción, a la derecha de lo que fue Casa Cuartel de la Guardia Civil, hoy sede de la Policía Local. La otra ocupaba el lado centro-izquierdo de dicha edificación, en terrenos antaño de Don Antonio Perdomo Rosa.
Más adelante se refiere al pueblo en estos términos:
"Haría es un pueblo situado en un emplazamiento muy bonito, rodeado de montes cultivados. Tiene muchas palmeras e higueras que se elevan entre casas de aspecto próspero. Nuestra carta de presentación era para Don Salvador de la Fone y, como nuestro arriero desconocía dónde vivía, tuvimos que preguntar en una tienda; había solamente dos o tres en este pueblo. Al entrar en él nos recibió el conocido repique metálico la iglesia".
El aspecto del pueblo parece que no difería mucho del actual, sino es porque muchas de las casas de entonces han desaparecido o se encuentran en estado ruinoso y de abandono. Da idea de que se encontraban muy cerca de la iglesia, al parecer en una pensión que hubo en sus proximidades hasta bien entrado el siglo XX.
Sigue comentando la amabilidad con que le trató la esposa de Don Salvador y el contenido de su almuerzo, a base de morcilla y huevos, así como la habitación-comedor: pequeña, sin puerta y dando a un patio.
Aquí se refleja una características de la estructura de las casas de Haría, generalizado en toda la isla, el patio central e interior en torno al cual se distribuyen las distintas habitaciones.
De Haría continúa diciendo que es "un valle amplio y sinuoso, una hoya oblonga, punteado con algunas casas y bien cultivado que se extiende más abajo hasta llegar a una montaña, La Corona, que en verdad lo corona en el extremo lejano. La grandiosa extensión del terreno y su contorno general, con la noble silueta de las montañas al otro lado, hacen que este paisaje merezca el calificativo de espléndido, aunque sus detalles puedan parecer poco interesantes".
En la descripción de su estancia en Haría, Olivia M. Stone sigue dejándonos algunos detalles dignos de mencionar, en cuanto puede apreciarse como eran las cosas en ese momento
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