Geografía/ Agua/ Datos interés
Fuente: Lancelot
06-02-04
El agua en nuestro
entorno ha sido, desde
la antigüedad más remota,
el problema más candente
que nos ha aquejado, en
especial por sus
repercusiones en la
obtención de cosechas
agrícolas, lo que motivó
la emigración masiva a
tierras americanas por
la pertinaz sequía y por
otra parte, por la
estrechez con que se
contaba en las casas
para el abastecimiento
diario de personas y
animales, labores
domésticas, y se decía
que había que ahorrarla
como el aceite.
Nuestros primeros pobladores los guanches, se asentaba, en lugares lo más cercanos a barrancos para tener el agua cerca, pero las lluvias eran muy esporádicas y había que almacenar algo esas aguas y así vinieron las maretas, como la histórica de la Villa, los charcos, charcas, presas, y vaya como referencia la Presa de Mala, represas, estanques, aljibes descubiertos y más tarde en el siglo XIX proliferaron los aljibes cubiertos, que conservaban mejor el agua sin esa capa verde que criaban las aguas expuestas a la intemperie.
Aparte los pozos que hubo en el pueblo de Haría, en un gran número, y los pocos que también existieron en la zona de Arrieta-Tabayesco, los manantiales del Valle de Temisa corno el Chafariz y otros, la Fuente de las Ovejas en el Risco de Guinate y la Fuente de Gayo, aparte de manantiales en la zona de debajo del Risco, siendo precisamente Haría la zona más favorecida de la isla por estos nacientes de agua.
Pero en los últimos tiempos, hasta la década de los años 1970, lo más importante en las casas eran los aljibes cubiertos. que recogían aguas desde todos los sitios posibles y así recogían aguas en primer lugar en las azoteas, de las eras y también de los caminos terregozos que teníamos antes, donde se formaban barranqueras y lagunas, y de donde se recogían de la calle todos los residuos y estiércoles que dejaban los ganados y toda clase de animales a su paso, porque todo se arrastraba y luego fermentaban en el aljibe y el agua quedaba medio purificada, aunque a los pocos años había que limpiar el fango de estos aljibes, que también era una labor fuerte, mediante el guindado de baldes con barro y varias personas, unas en el fondo y otras arriba para recoger.
Pero los aljibes también estuvieron expuestos a unas aplicaciones o cargas contributivas, imponiéndose en Haría, a principio de los años 1950 el "impuesto sobre acogidas y desagües", y es que todos los aljibes que recogieran agua de la vía pública como las calles, o desaguaran a estas, estaban sujetas a este impuesto, dependiendo de la capacidad de los aljibes, originando ello una gran polémica a nivel de los miembros del ayuntamiento, que se dividió en dos y aprovechándose la ausencia del alcalde titular de entonces don Mariano López Socas, se anuló este impuesto, pero luego volvió enseguida a su vigor, y es que era tanta la falta de ingresos municipales, que había que hacer dinero de lo que fuera y así y todo, los empleados tardaban hasta seis meses en cobrar.
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