Geografía/ Agua/ Datos interés
En una tierra sedienta, como ha sido de siempre la isla de Lanzarote, el agua ha sido uno de los problemas más acuciantes que han agobiado a sus moradores.
Nuestros antiguos conocieron y sufrieron las necesidades de la falta de agua, pues se miraba mucho al cielo, y la sequía en los campos y en los aljibes era muy dura.
Pensemos que en tiempos de los guanches, ellos se servían para todo del agua que obtenían haciendo unas maretas o charcas en la orilla de los barrancos.
Luego se fueron haciendo unas charcas o maretas más estables, aprovechando el discurrir del agua de lluvias, descubiertas y sin vallar, pero luego se fueron vallando algunas por el peligro que ello generaba a la gente que pasara por la zona.
Más tarde se fueron haciendo unos estanques descubiertos, a modo de aljibes, pero sin techo, y unas veces vallados y otras no.
Fue en los años de 1920, cuando se sabe que se empezaron a hacer los aljibes peculiares que hoy tenemos, con su techo de arcos, con sus troneras y valiéndose de unas asimbres o moldes que se guardaban para hacer otros aljibes, y eran un poco costosos porque había que traer lajas para hacer cantos, pero eran muy fuertes y seguros. Uno de los artífices en esta construcción de aljibes fue Santiago Barreto Rodríguez, que llegó a tener cinco en el pueblo de Máguez, para sostener los ganados y necesidades.
A partir de 1940 se comenzaron a hacer unos aljibes que se techaban con el llamado cemento armado, y que dieron poco resultado porque los techos se empezaban a resentir y caer cuando el hierro se iba poniendo herrumbriento.
Era tanta la importancia de los aljibes en la sociedad de los siglos XIX y XX en nuestro entorno que cuando la gente se disponía a hacer su casa, lo primero que se encargaba al albañil era que trazara y construyera el aljibe, que iba a quedar luego en el patio de una casa que normalmente se principiaba con tres habitaciones.
En la isla de Lanzarote, que es donde más abundaban, cada casa tenía al menos dos aljibes, uno más limpio para beber y otro para los animales, pero había quien tuviera hasta tres y cuatro, porque los animales eran muchos y bebían muchísima agua.
Menos mal que Haría ha contado con muchos pozos, hasta 150 en los años de 1950, cuya agua quedó contaminada con la Red de Saneamiento de los años de 1970.
Pero Haría tenía además el manantial de El Chafariz, las fuentes de Las Ovejas en Guinate y la de Gayo, en Gayo, y varios pozos en la zona baja de Tabayesco, aparte de algunos otros nacientes en Debajo del Risco y Valles de Órzala.
Los aljibes tuvieron que pagar el Arbitrio Municipal de Acogidas y Desagües en los años de 1950 y 1960, pues era mucha la falta de dinero que había en el Ayuntamiento, y había que acudir a todo lo que se pudiera para recaudar algunos fondos para pagar los poquitos empleados que había, y otras necesidades generales.
Los animales eran un problema de agua para sus propietarios, pues los camellos se bebían hasta siete baldes de agua de una vez, aparte de burros, vacas, cabras, cochinos, ovejas, gallinas, y aparte los gastos ordinarios del hogar, como comidas, baños y demás.