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Horario y venta a los clientes

 

 

Una práctica habitual era la del "fiado", a los propios empleados o al pueblo en general; a los empleados se les fiaba y había meses donde las deudas eran superiores al sueldo, por lo que en ese tiempo no cobraban sino que empezaban el mes debiendo al dueño de la tienda. Aquí no se cumple la máxima de lo comido por lo servido... tanto empleados como vecinos del pueblo, si no pagaban en un tiempo estipulado, por mala cosecha u otro inconveniente, tenían que hacer frente a sus deudas con el pago de sus tierras, lo que originó algunas fortunas con-temporáneas, no siendo más que un hecho puntual y no generalizado.

El horario de los comercios, en general, se prolongaba durante todo el día, desde temprano hasta bien entrada la noche. Hay que recordar que ejercían de bar algunas de las tiendas. Pero en el horario de compra eran considerados; las horas del mediodía o de la siesta eran respetadas y se intentaba no molestar a nadie.

 

 

 

Los viajes a Arrecife se hacían en el camión de D. Juan Pérez y no se sabía cuándo se iba a regresar. Como se solía decir: "si a Juan Pérez le daba por echarse una partida al envite, todo el mundo tenía que esperar..."

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